12-03-17
La Almenara
Hace seis meses nos entro la fiebre de visitar lo que nosotros en principio dimos en llamar el negativo de Montón de Trigo, aunque nos costo dos avanzadillas para buscarla y llegar a situar correctamente a la Almenara, hoy será el gran día.
Para empezar con buen píe comenzamos el día tomando un café en el bar del mismo nombre de nuestro destino, ya podemos decir, ¡Hemos estado en la Almenara!.
Vemos la fuente de la Duquesita, sin agua, continuamos y nos sorprende encontrarnos con nuestro amigo el GR-10 que discurre por el camino que llevamos.
Al la izquierda vemos el Almojón, un cerro imponente con un pico granítico plagado de buitres, se le ve que hacen gran uso de el, por las huellas que han dejado, (ver la mancha blanca). Continuamos y comienza la subida que nos lleva al collado de Navahonda donde abandonaremos el GR-10 a la derecha, cruzamos una puerta y empezamos a subir por un sendero precioso. En rápida y pronunciada ascensión, llegamos al primer descansillo por el cual se desliza la senda entre la hierba verde, un descenso leve y de nuevo otra subidita gustosa que nos permite disfrutar de los pocos pinos negrillos que hay, algunos realmente notables y vistosos.
Llegamos arriba, ¡La visión!, desde aquí vemos descender la vereda hasta la hondonada que da paso a la subida al pico de la Almenara y ¡allá vamos! dando la sensación de tobogán gigante, veremos si nos da el impulso necesario. Vamos subiendo y la visión de un roble de porte magnifico nos llama la atención, nos acercamos para admirarle, creo que a día de hoy será el roble más bonito que hemos visto, además de su belleza está situado en el borde de un precipicio granítico que le embellece más, un sitio inverosímil para un roble, una pena no poder verle desde abajo.
A partir de aquí viene lo realmente duro, escalada pura y dura, ¡que miedito! Lo intentamos por tres vías diferentes, la primera imposible, la segunda inviable y la tercera inalcanzable, ¡no había manera!, por otra parte se oíamos a unos niños que estaban en la cima. Nos preguntábamos por donde habrían subido.., a la ultima, v¡va la vencida! subimos, con mucha dificultad, pero llegamos. Allí nos encontramos con cuatro niños que les decían a dos parejas que supusimos sus padres, que lo habíamos logrado, después de ver lo canutas que lo habíamos pasado, nos estaban espiando. ¡Un poco de relax! Les preguntamos a los niños donde estaba escalera por la que habían subido, cuando reaccionan a la pregunta,nos dicen que no hay escalera y nos indican por allí, increíble, dos niños y dos niñas, guapísimos simpatiquísimos y no mayores de nueve años, han subido aquí, todavía me parece mentira, ¡ver para creer! Una de las niñas nos quiere dar una gominola, de premio por subir, como se las han dado a ella, ¡que guapa! Nos despedimos porque se van, asombroso verlos bajar a todos, niños y adultos, verdaderos saltimbanquis y después de darle gusto al tacto acariciando el granito unas veces y otras estrujándole para que nos sujete como una madre.
Más cerca se ve una sierra que viene desde el Escorial preciosa. Al noreste cerca vemos la dehesa de Navalquejigo. A lo lejos parece que se vean "l'Agüelet y l'Agüeleta" las dos torres del castillo que en la edad media era la residencia de Jaime I de Aragón y su mujer Violante de Hungria en el pueblo de Almenara provincia de Castellón, pero no estamos muy seguros. Al este la meseta madrileña, con un borrón sobrevolando la capital que no la deja ver exceptuando sus famosas cuatros torres, que se ven borrosas. Un poco a la derecha con claridad se podría ver Getafe, Pinto y hasta Toledo. Al sureste se ve estupendamente Colmenar del Arroyo y unos cilindros enormes de hormigón que nos llaman la atención poderosamente, posteriormente descubrimos que esos macro-tubos forman parte de una serie de estaciones elevadoras que forman parte de un trasvase de agua que hay del pantano de San Juan al Pantano de Valmayor y supongo que viceversa, ¡tremenda obra!.
Estoy seguro que a los árabes les gustaría, eran amantes del agua.
Al sur, vemos la ermita de Navahonda, datada de los siglos XVI-XVII y cosa curiosa en tiempos pertenecía a Segovia. A la derecha bastante más moderna, esa joya de la tecnología, la estación de seguimiento de la NASA, construida en los años sesenta y que fue fundamental en los seguimientos de las naves Apolo en sus viajes a la luna, hoy en día sigue recogiendo millones de datos del telescopio Hubble, de la estación espacial, de las naves a Marte, incluso de la Voyager 1 que después de treinta y tres años ha salido ya del sistema solar, por casualidad hace cuarenta años hablando con un americano que media dos diez y trabajaba en la estación, le comenté la posibilidad de verla por dentro y me dijo que era imposible si no eras del F.B.I.
Al suroeste, a nuestros píes, el paraje de la Rozuela repoblado no hace mucho tiempo, muy curioso porque se ve claramente que tuvo que haber dos maquinistas haciendo los cortafuegos, uno que los hacia perfectamente rectos y otro que se ve que estaba completamente beodo porque se ven más torcidos.
Si miramos al oeste nos encontramos decenas de picos de las estribaciones del sistema central, pero más al fondo también se llega a ver Gredos, una verdadera pléyade de picos, un verdadero placer para la vista y por fin al noroeste vemos a Robledo de Chavela (Vargas) junto a su precioso valle que acompaña por el que transcurre el arroyo de la Puebla.
Al fondo creemos ver la espadaña de la iglesia románica del siglo XII de Almenara de Tormes, provincia de Salamanca. Un poco a su derecha, borrosos, parecen verse la torre de la iglesia y el deposito de agua de Almenara de Adaja, provincia de Valladolid. Lo dicho un placer para la vista y para la mente que no para de volar.
El deleite para el sentido del oído viene dado por el silencio, es tal, que se oye deslizarse a los buitres que nos sobrevuelan, sigilosos, observándonos, en su viaje infinito en busca de comida y es aquí donde queríamos llegar, al sentido del olfato, porque desde que llegamos a la cima se olía el mejor aroma del mundo, estábamos dentro de una nube con una deliciosa fragancia de ¡COCIDO MADRILEÑO! Venían los efluvios de los famosos cocidos de La Bola, Malacatín, la Cruz Blanca de Vallecas, Lhardy, Viridiana de Madrid y mucho más cercano El Charolés del Escorial, además de los miles de cocido que se estarían haciendo en todo Madrid y es que el Comando Peñota es de la "PEÑA de Admiradores de la Asociación de Amantes del Cocido Madrileño", después de esta maravillosa experiencia y "con las tripas llenas de cocido", ¡el susto!, ahora hay que bajar, miedito, nos aventuramos por donde han bajado los saltimbanquis, despacito, con cuidadin y cuando nos quisimos dar cuenta estábamos fuera de peligro. Decididamente nosotros escogimos los peores caminos, solo posibles para subir por autenticos escaladores, lo que no somos nosotros, esta claro.
Ya estamos en la vereda radiante, cuando nos queremos dar cuenta vemos desde abajo al roble, que visto desde aquí se ve más bonito si cabe, punto en el que nos damos cuenta de que ha sido el culpable de nuestro error cuando veníamos, por ir a verle, nos salimos del camino, ¡que se le va a hacer!, por otra parte realmente ha merecido la pena, ha sido un placer verle por arriba y su forma perfecta por abajo.
Según bajamos, los efluvios del cocido se tornan en bálsamo de pino, que aunque no abundan mucho, lo que si que hay son unos ejemplares centenarios esculturales que nos llaman la atención.
Después de desandar los toboganes llegamos al comienzo de la vereda y nos damos cuenta de la pronunciada pendiente de su comienzo, después de lo pasado esto es "Peccata minuta", descenso rápido y llegamos de nuevo al GR-10, aquí se merece una pausa la vista del ocaso, la naturaleza se vuelve a ganar otro "Goya", un magnifico espectáculo, cuando nos queremos dar cuenta se nos hace de noche, tranquilos vamos bajando y vemos la fuente de la Mariquita, que curiosamente por la mañana no hemos visto.
P.D.: Una día inolvidable, no podemos elegir, pero el día hoy, después del sufrimiento ha sido para enmarcar, no vamos a meter futuros viajes a la carpeta de pendientes porque serian muchísimos, hemos visto decenas de ellos, pero posiblemente volvamos para ver el famoso roble "vestido", a la ermita, etc., estamos perdidos, si, tendremos que meter varios a la carpeta de pendiente, como no podría ser de otra manera.
Al fondo creemos ver la espadaña de la iglesia románica del siglo XII de Almenara de Tormes, provincia de Salamanca. Un poco a su derecha, borrosos, parecen verse la torre de la iglesia y el deposito de agua de Almenara de Adaja, provincia de Valladolid. Lo dicho un placer para la vista y para la mente que no para de volar.
El deleite para el sentido del oído viene dado por el silencio, es tal, que se oye deslizarse a los buitres que nos sobrevuelan, sigilosos, observándonos, en su viaje infinito en busca de comida y es aquí donde queríamos llegar, al sentido del olfato, porque desde que llegamos a la cima se olía el mejor aroma del mundo, estábamos dentro de una nube con una deliciosa fragancia de ¡COCIDO MADRILEÑO! Venían los efluvios de los famosos cocidos de La Bola, Malacatín, la Cruz Blanca de Vallecas, Lhardy, Viridiana de Madrid y mucho más cercano El Charolés del Escorial, además de los miles de cocido que se estarían haciendo en todo Madrid y es que el Comando Peñota es de la "PEÑA de Admiradores de la Asociación de Amantes del Cocido Madrileño", después de esta maravillosa experiencia y "con las tripas llenas de cocido", ¡el susto!, ahora hay que bajar, miedito, nos aventuramos por donde han bajado los saltimbanquis, despacito, con cuidadin y cuando nos quisimos dar cuenta estábamos fuera de peligro. Decididamente nosotros escogimos los peores caminos, solo posibles para subir por autenticos escaladores, lo que no somos nosotros, esta claro.
Ya estamos en la vereda radiante, cuando nos queremos dar cuenta vemos desde abajo al roble, que visto desde aquí se ve más bonito si cabe, punto en el que nos damos cuenta de que ha sido el culpable de nuestro error cuando veníamos, por ir a verle, nos salimos del camino, ¡que se le va a hacer!, por otra parte realmente ha merecido la pena, ha sido un placer verle por arriba y su forma perfecta por abajo.
Según bajamos, los efluvios del cocido se tornan en bálsamo de pino, que aunque no abundan mucho, lo que si que hay son unos ejemplares centenarios esculturales que nos llaman la atención.
Después de desandar los toboganes llegamos al comienzo de la vereda y nos damos cuenta de la pronunciada pendiente de su comienzo, después de lo pasado esto es "Peccata minuta", descenso rápido y llegamos de nuevo al GR-10, aquí se merece una pausa la vista del ocaso, la naturaleza se vuelve a ganar otro "Goya", un magnifico espectáculo, cuando nos queremos dar cuenta se nos hace de noche, tranquilos vamos bajando y vemos la fuente de la Mariquita, que curiosamente por la mañana no hemos visto.
P.D.: Una día inolvidable, no podemos elegir, pero el día hoy, después del sufrimiento ha sido para enmarcar, no vamos a meter futuros viajes a la carpeta de pendientes porque serian muchísimos, hemos visto decenas de ellos, pero posiblemente volvamos para ver el famoso roble "vestido", a la ermita, etc., estamos perdidos, si, tendremos que meter varios a la carpeta de pendiente, como no podría ser de otra manera.
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