18-02-18
Sacamos de la carpeta de pendiente la etapa de hoy. Desde que fuimos a primeros de junio del dieciséis y descubrimos el Potril, nos cautivó la preciosa charca desecada que preside su cima, nos quedamos prendados de ella. En este caso estaba roja toda ella, nos llegó al corazón, por ello estamos deseando verla de nuevo con las Navas de San Antonio a su espalda, esta vez deseamos que tenga agua y con la cantidad de nieve que ha caído estamos seguros que la tendrá y a verla nos vamos.
Rebasamos el arroyo de la Chorlera afluente del de la Tejera y en el km. 10.500 de la SG-500 nos metemos en el primer desvío a la derecha, donde aparcamos cerca del chozo y de la puerta de entrada a la cerca.
No es pequeño el disgusto que nos llevamos cuando descubrimos que el "tramoyista del tiempo" nos ha bajado una espesa torunda de algodón de un gris también espeso y la ha colocado a forma de "txapela" gigante tapándonos la cima del Potril, una puñeta, "pacencia".
Un poco incomodados por la niebla nos pertrechamos y arrancamos, entramos por la susodicha puerta y nos vamos con dirección a los corrales que hoy están ocupados por media docena de potros, poco agraciados por cierto, los dejamos a la derecha y continuamos, "Con la puerta con candado hemos dado, amigo Sancho". Como no podemos ir por la cerca, optamos por salirnos para ir paralelos a la carretera SG-500 ¡Una pena! Pronto nos damos cuenta de lo molesta y ruidosa que es la carretera, para cruzar las correntías que vienen de Cañadas Hondas tenemos que subirnos a la carretera, de otra forma es imposible. Dejamos a nuestra espalda el campo de golf y nos encontramos otra puerta, también tiene candado, seguimos con los ruidos de los vehículos que por cierto llevan buena velocidad o por lo menos eso nos parece, de lo que sí nos damos cuenta es de lo cochinos que son los viajeros que circulan por la SG-500 que tiran las latas, bolsas, botellas de cristal, etc. a cientos, la mayoría se les ve poco oxidadas, también se ven algunas "kakas" más viejas, las pocas que quedaron de la última limpieza del MOPU ¡Ya toca otra vez!
Nos encontramos otro par de puertas también con candado motivo por el cual decidimos llegarnos al km. 13 y una vez le pasamos, nos vamos a la derecha. Cruzamos una canadiense y andamos un trecho por la vereda de los Serrano, donde nos encontramos al que llamamos el "Solitario" un precioso roble que nos tiene completamente enamorados. Siempre que pasamos por aquí, que no son pocas veces, tenemos que hablar con él, nos une ya una amistad de muchos años, mentalmente hacemos un comparativo y nos salen dos imágenes tan diferentes pero igual de bonitas las dos.
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29-10-17 otoño.
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18-02-18 invierno. |
Seguimos sin ver la cima, el testarudo "tramoyista gris" sigue en sus trece, llegamos a la Cañada Soriana, desde aquí vemos los monumentales berrocales de Peña Cuervo que tanto nos hicieron disfrutar en su día.
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El "pezón" de Peña Cuervo. |
Nos vamos "pa" Soria, pronto cambiamos de idea, exactamente a la altura del Mojón de Valportillo, en honor al mojón y a la cerca, aprovechamos un portillo que vemos, por supuesto una vez le cruzamos le reparamos y se queda la valla como nueva.
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La bella Cerca con el nacimiento del arroyo Tejera. |
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Mojón de Valportillo con el Potril en su dorso. |
¡Agua al duelo que el muerto cabecea! Todo el suelo está cubierto de una membrana que escurre hacia el cauce del arroyo, da verdadero placer ver ese espectáculo acuático.
Seguimos nuestro camino y vemos en la valla un artístico paso para los jabalíes, una verdadera obra hecha por un artista, nos encanta, la colocación de las piedras del "dintel" es etérea, una preciosidad.
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"Puerta di porco" |
Ahora vamos entre robles disfrutando de su belleza y al fondo una comunidad de aves muy bulliciosos parece que festejen algo, tienen formado un escándalo que llama la atención. Durante todo el camino vemos infinidad de "micro-veredas" que han hecho todo tipo de micromamíferos, suponemos que huyendo de las riadas, tanto agua ha inundado sus pequeñas catacumbas, han entrado en pánico y han huido por y como han podido, lo que no cabe duda es de su laboriosidad, en proporción y dado su tamaño, parece que ha hecho la obra Dragados y Construcciones.
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"Laberinto di topo" |
Vamos ganando altura y el número de encinas aumenta también, a éstas las vemos con muchas heridas abiertas por culpa de dos factores primordialmente, lo frondosas que están y el excesivo peso que han soportado en las recientes nevadas, los robles cómo están completamente desnudos y presumiblemente más flexibles no están tan dañados.
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Encina dañada. |
Hemos girado 45º grados para ver los daños sufridos por este ejemplar de encina y cuando a este giro le sumamos otros 45º se nos pasan todos los males, la visión es sublime, vemos la inmensidad del Campo Azálvaro, la belleza de la cerca, unos bonitos cerros jaspeados de blanco y un berrocal realmente llamativo por su estructura y forma.
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Peña Cuervo y Canto Gordo. |
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El más allá. |
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Ese pequeño roble aún con hojas, tiene un color precioso y la Cerca cautivadora. |
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Sombrero de boletus en un perfecto equilibrio cósmico. |
Esta pausa en el camino ha sido fascinante, con esta maravilla que tenemos a nuestros pies. Media vuelta ¡Arrr! ¡Y a seguir subiendo! En los neveros que todavía perduran vemos muchísimas huellas, de jabalíes, de zorro, otras indefinidas y muchas de ellas de corzo, también vemos los diferentes tipos de deposiciones, estas concretamente de corzo macho.
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Somos los conguitos.... |
Nos falta poco, vemos el ¡Palo! y lo mejor nos acabamos de dar cuenta de que el "tramoyista del tiempo" ha tenido a bien mover los mecanismos necesarios para cambiar los efecto especiales, estamos en la cima, el nivel de la niebla ha subido sustancialmente y nos permite la casi íntegra visión de los 360º. A falta de las cotas más altas del término que siguen ocultas, por suerte nos ha dejado una cumbre despejada, que nos viene de perillas para la misión que traíamos nosotros que no era otra cosa que ver de nuevo la atractiva charca que viéramos hace año y medio, seca por aquellos entonces. Por fin llegamos, la visión no nos ha decepcionado, la suerte nos acompaña, no hay una sola, son multitud, las charquitas que hay, si una es bonita, la otra lo es más. La que nos atañe que es por la que veníamos, está preciosa, al levantarse la niebla también vemos al fondo las Navas de San Antonio. La pléyade de pocitas que hay en la cumbre la engalanan, dándonos la sensación de estar en las "lagunitas del Potril".
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05-06-16 verano. |
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18-02-18 invierno. |
Después de cotejar la antigua visión de la charca en verano con la misma en invierno, nos ha dado la razón, nuestros deseos de volver a verla con un "traje" antagónico nos ha proporcionado unos momentos deliciosos. Con que poco se nos inundan el alma, el corazón, y el cerebro de felicidad, hasta el punto de hacer que el hipotálamo nos produzca demasiada oxitocina...
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Pocita 1. |
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Pocita 2. |
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Pocita 3. |
El conjunto de charcas le dan a este entorno un encanto especial, a esto le tenemos que sumar el "vértice geodésico" del Potril y la prodigiosa panorámica que se ve desde esta atalaya. Al noroeste vemos el Caloco truncado, con sus "Caloquitos", al oeste el Espinar y a su espalda "La Tachuela y Cabeza Reina, también se ve muy bonita Cabeza Renales con su turbante.
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En primer plano el "palo geodésico". |
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Ahí abajo vemos la Dehesa Chica. |
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De nuevo el "Palo Geodésico" y a su espalda semioculta Cabeza Renales. |
Buscaremos un sitio al resguardo para librarnos del frío viento con el fin de poder comernos el bocata de chori con tranquilidad. Encontramos un refugio estupendo, estamos mejor que en el comedor de casa, no nos da el aire y durante el tentempié tenemos frente a nosotros unas vistas espectaculares. Al mismo tiempo alimentamos cuerpo y alma, con esta unión el encéfalo comienza a segregar endorfina en cantidades industriales lo que nos hace entrar en un estado catatónico durante unos segundos, tiempo inmensamente beneficioso que nos hace una "desinfección mental" y nos levantarnos como nuevos, ahora como diría X "a por otra carga leña". Con los ánimos renovados nos vamos, cruzando las salpicaduras de nieve que aún aguantan, vemos infinidad de huellas de la fauna que ha tenido que pasar unos días angustiosos con la cantidad de nieve acumulada, pero hay una cosa clara, el agua que se ha desprendido de la nieve una vez desecha tiene todo el suelo con una "membrana" de agua que va a parar a los cauces que corren por doquier con todas las trayectorias posibles. A todo este agua le tenemos que añadir que todos los acuíferos a día de hoy estarán a rebosar, sospechamos que estas nieves nos van a traer una primavera de las que nos gustan, de las de antiguamente cuando íbamos -con flores a María que madre nuestra es...., esos años en los que saqueábamos toda la flora con la idea de obsequiar a la virgen que nos miraría y pensaría estos humanos no tienen medida, con una florecilla cada uno vale, pues no "tres ramos", a esto había que sumarle las que nos comíamos, como por ejemplo las acederas, el pan y quesito, etc..., por eso ahora las flores están tan caras, menos mal que la próxima primavera nos va a regalar con una exuberante floración ¡Cuidémosla!
Después de este lapsus propiciado por estar disfrutando de la belleza del lugar y su entorno nos vamos porque se va haciendo tarde. Bajamos por una delicada pendiente en zigzag esquivando los neveros que aún quedan, vemos como a los animales no les importa la nieve, ellos llevan su rumbo, no sabemos bien con qué criterio, cosa que nos gustaría saber, motivo por el cual nos ponemos a seguir el rastro de un presunto macho de corzo que no se pone zapatos porque no los hay de su número. Luego de acompañar en su deambular a nuestro macho, sacamos una conclusión no tenemos ni idea en que se fundamentan para trazar su itinerario, la verdad que ha sido poco el tiempo y la distancia que le hemos seguido, lo que sí que nos queda claro es que comen, porque la máquina de hacer conguitos les funciona a las mil maravillas. Nosotros recalculamos el rumbo y le orientamos hacia el paraje del Canto de la Legua tratando de esquivar las lenguas de nieve y viendo los daños sufridos por las encinas que desde luego han sido muchos. Llegamos al camino que tomamos hacia el sur, bajamos, curva, contracurva y llegamos al puente sobre el arroyo de la Tejera.
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Aguas arriba. |
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Aguas abajo. |
El agua baja un poco turbio que suponemos será por dos motivos, uno podría ser el barrido que hace el agua por toda la superficie de la cerca depositando el abono animal en el cauce del arroyo y otro seguro que más culpable es la cascada escalonada que tiene aguas arriba, donde nos podemos encontrar un conjunto de pequeños saltos de agua que horadan la materia orgánica, el suelo y el subsuelo arrastrándonos aguas abajo.
Dejamos el puente atrás y pronto llegamos a una puerta que casualmente nos encontramos cerrada con un candado, vaya que casualidad, con perdón tenemos que saltarla, cuarenta metros más y estamos en la puerta en la que comenzábamos la etapa, la cruzamos y llegamos al coche. "Acabouse".