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domingo, 4 de febrero de 2024

5ª de La Vía Verde


13-01-24

5ª de La Vía Verde

         Hoy como cosa curiosa comenzaremos en lo que de normal sería el punto medio de la etapa y para ello nos vamos al pueblo que según podemos ver en  la señal informativa de la entrada están más orgullosos de su apellido que del nombre, cartel que por otro lado está situado estratégicamente e incluye su  atractivo escudo que merece capítulo aparte.


          La primera interrogante es  ¿de dónde proviene el "apellido" Ahusín? Leemos que siete siglos atrás acompañando a unos frailes dominicos emigró una familia burgalesa llamada "los Augosines" para asentarse en estas tierras y que posteriormente daría origen a este nombre que nos parece tan bonito.

Precioso indicador.

             Aparcamos en la plaza de España para acercarnos a la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, una maravilla a la que las necesidades modernas (trasformador, cables, columna...) la seguridad para evitar robos, violencia y gamberrismo han obligado a cegar el pórtico de tres arcos de medio punto, a pesar de ello hemos disfrutado mucho con su visión y de infinidad de detalles.

Fachada principal.

Vista de la torre y trasera.

       ¿Cuántos punterazos hay que meter a la piedra hasta conseguir este trabajo? 



          "O ferreiro que la fizo" nos podría decir cuantos miles de martillazos dio hasta conseguir esta obra de arte que cientos de años después sigue funcionando de maravilla.

"Ojo buey"


Remachada a martillo.

          Hemos disfrutado de lo lindo pero llega la hora de arrancar. Cruzamos el pueblo encontrándonos solamente a dos ahusineros, salimos por el camino que nos indica la dirección que nos ocupa.

Por allí.

         Subimos hasta un cambio de rasante donde nos damos media vuelta y lo que vemos no es Sodoma ni Gomorra, lo que descubrimos es una bonita postal de Carbonero de Ahusín.

De telón de fondo las genuinas cárcavas segovianas.
     
          Nos marchamos por el Camino de los Arenales y pronto nos damos cuenta de lo apropiado del nombre. El camino cruza una gigantesca cicatriz de múltiples colores de la que se han extraído cientos de toneladas de arena y la que está por extraer.

Cribadora con su cono multicolor perfecto.

Gran herida.

          Antes de irnos un espectro se despide de nosotros.

La aparición.

          Subimos hasta en paraje de La Machorra, un altozano desde donde descubrimos toda la cresta  de la sierra teñida de blanco.

Panorámica del Sistema Central.

          
      También podemos ver en primer término abajo a la izquierda Hontanares de Eresma, a la derecha el polígono de Valverde y al fondo con un vestido ibicenco, la reina, La Mujer Muerta con sus fieles guardianes Montón de Trigo y la Sierra del Quintanar.

En el centro presumido "Montón de Osos"

          Más adelante vemos la topografía que llevaría a los primeros pobladores a pensar que sería un buen lugar para asentarse. La vaguada del río Medel en su confluencia con el Eresma que al tiempo de abastecerles de agua para beber y regar las huertas, les situaba al resguardo de vientos e inclemencias y les indicaba el nombre que debería tener el asentamiento.

Los Huertos.

           Justo cuando vemos la ermita cometemos el error, equivocadamente tomamos un atajo, ¡maldita la hora! Nos encaminamos por una linde entre dos tierras que según vamos pisando se nos van creando unas plataformas que llegaran a los diez centímetros de alto  y ocho centímetros más de ancho, barro espeso, arcilla pringosa que se nos va adhiriendo a las botas dificultándonos el avanzar,  al tamaño habría que sumarle el peso, tres kilos seguros en cada pie nos obstaculizaban la marcha al tiempo que nos amargaba el paseo y todo ello por ahorrarnos un kilómetro por camino seco y limpio.

La linde maquiavélica y pegajosa.

          Nos ha costado pero hemos llegado de nuevo una semana más tarde a la ermita de Las Vegas, donde trataremos que nos desaparezca la mala sensación de la experiencia pedestre a base de emparedados de chorizo de "San Fermín", que por cierto hacía medio siglo que no lo comíamos.

          En el entorno descubrimos setas, ganas nos dan de recolectar.

Nuestro comedor en la ermita con los futuros arboles que algún día darán sombra.



Seta de cardo.

              Como adosado a la ermita pasa el Camino de Santiago le tomamos para quinientos metros más abajo llegar de nuevo La Vía Verde en el punto exacto que la dejáramos la etapa anterior. De nuevo nos encontramos con las tropas de chopos del margen del Eresma.


¡Rompan filas!

             Hermanados desde este punto transcurren paralelos La Vía Verde, el Camino de Santiago de Madrid y la chopera infinita que despojada por el invierno del follaje se la ve desnuda completamente. Tiene que ser una gozada verla cuando la primavera la vuelva a vestir completamente de verde esperando la mutación otoñal que le dará nuevos trajes dorados y cobrizos que ayudaran nuevamente a despojarla de hojas para volver a la desnudez invernal en el sempiterno ciclo de la especie de las plantas caducas.


Plantación y cortavientos.

          En ambas márgenes vemos los antiguos andenes y cuando nos acercamos, semioculto por jóvenes chopos, descubrimos lo que en su día sería el diminuto apeadero de Carbonero de Ahusin,

El paso del tiempo ha borrado el nombre.

          Una vez dejamos atrás el apeadero, tomamos el Camino de Santiago, que como decíamos anteriormente va en este tramo paralelo a La Vía. Nos faltan pocos metros para llegar a la altura del puente de la SG-V-3312 que libra al Eresma y a la extinta línea de Renfe que hoy en día es nuestra pateada Vía Verde.


Desde e Camino.

          Llegamos a la carretera que tenemos que subir para llegar de nuevo a la salida-meta y lo primero que nos encontramos de nuevo es el bonito cartel del pueblo que reflejábamos al principio del post, pero como también decíamos, lo que nos llamó la atención fue su escudo y su simbología, por lo que no podemos por menos de describirlo:

 

          Hace escasamente siete años elaboraron está joya de la heráldica reciente ¡nos encanta! Dentro del mismo hay representados dos pozos a los que les llaman pozo bueno para el consumo humano y  pozo malo que se lo encasquetan a los animales. Entre medias está la que llaman antigua campana de la ermita, bajo este conjunto, alumbrando todo, arde la encina de donde saldría el carbón que da el nombre al pueblo. Encima de las señas del pueblo colocan un acueducto para que no quede duda de la que es su provincia y para rematar cumpliendo la obligada normativa la corona real.

          Nos despedimos de los ahusineros, guardamos los achiperres y a casa, no sin decir lo mucho que hemos disfrutado del día en que conocimos a Carbonero de Ahusín, otra joya segoviana.

     




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