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martes, 20 de noviembre de 2018

21-10-18 Nuevo camino.



21-10-18

El camino a la derecha




     Hoy aparcamos de nuevo enfrente del Prado Goyato, lo primero es aprovisionarse y una vez hecho arrancamos y nos vamos por el camino habitual. Nada más empezar vemos claramente que de nuevo vamos a disfrutar de un lindo día ante el panorama que se nos presenta cuando vemos el "recodo del Prado Goyato".


Serenidad.
     Con la mente llena de la paz impregnada de la visión anterior nos dirigimos a emparejarnos al arroyo que de nuevo será nuestro compañero de viaje, aunque llevamos direcciones opuestas  él baja y nosotros subimos. Su rumor nos hace compañía y nos sirve de terapia, las últimas lluvias caídas le han dado un poco más de caudal, por eso hoy el tempo que marca es un allegretto que nos viene muy bien para nuestras características. Hemos subido por la margen derecha el primer tramo cuando cruzamos el riachuelo se empieza a empinar el camino, es ahí donde nos encontramos a la izquierda un único y solitario ejemplar de tejo negro adornado con leñas muertas a su alrededor.


Taxus baccata.

Hojas lanceoladas del tejo.
     Hace muchos años nos decía un asturiano que era tradición llevar una rama de tejo el día 1 de noviembre a sus antepasados, nosotros con perdón le robamos una linda ramita con ese fin.

     Continuamos subiendo, ahora, ya por el "infierno Goyato" y en una parada para coger aire vemos como la niebla trepa por las laderas de los Arteseros.


El cerro de Los Arteseros se despereza.
      Subimos las últimas fuertes pendientes que nos llevan al principio de nuestro destino de hoy, este no es otro que un camino que hemos cogido desde aquí siempre a la izquierda en dirección a la fuente del Esportón pero hoy llegados a este punto tomamos "el camino a la derecha". Aquí nos preguntamos de nuevo, ¿dónde nos llevará? ¡Lo vamos a descubrir! ¡De hoy no pasa! Nos paramos, le miramos, nos gusta lo que vemos, a disfrutarlo y de paso matamos la curiosidad.


A explorar.
     Y ¡Allá vamos! Empezamos el descenso, a oxigenar y a disfrutar. Una "paradinha" nos llama la atención una visión, contemplamos la belleza del musgo que de nuevo gracias a las últimas aguas caídas vuelve a tomar su verdor y suavidad que le da tanta delicadeza. Al acercamos, la perspectiva nos sorprende con la semejanza que tiene con un pinar que ha pasado por las manos de los jíbaros y le han reducido a pinar liliputiense.


-"La Garganta a vista de dron"-
     Después del "vuelo imaginario sobre la Garganta" volvemos a la realidad para seguir gozando del reconocimiento de nuestro "nuevo amigo" por el que vamos descendiendo y al mismo tiempo "acariciando" las faldas del Peñón de la Solana. Como le tratamos bien, nos regala un "comedor" completamente montado, a falta de la pitanza y "lo otro" que lo ponemos  nosotros, aprovechamos la comodidad que nos brinda la naturaleza y  damos buena y rápida cuenta de ellos. Durante el banquete vemos como los helechos nos hablan con el lenguaje de signos, nos dicen entre otras muchas cosas que estamos en otoño y ya mismo viene el invierno, ellos se dan cuenta y se ponen su traje contra el frío y esperan a su recogida para quemar los pelos de los cerdos en las matanzas. Les decimos que ya no vendrán a por ellos, ya no hay matanzas familiares, desafortunadamente ya no se queman los gorrinos con helechos, ya no corre la chiquillería  alrededor de la lumbre esperando los cacabillos, ya no se hace el calducho, ya no se hacen las morcillas, ni chicharrones, ni torreznos, ni lomo adobado, ni picadillo, ni chorizo ¡Que recuerdos más bonitos! Hoy no son posibles aquellas actividades, sanidad, ganadería y posiblemente el Pacma que si lo viese no estaría muy de acuerdo con la actuación. Se echa mucho de menos aquella liturgia que aglutinaba a familiares y amigos en una fiesta sin igual, como diría mi abuelo ¡Cómo ha cambiado la vida!


Frondes de helecho teñido de "otoño".
    Terminado el piscolabis y el circunloquio sobre el cerdo continuamos el camino, como vemos varios a lo largo del camino nos vamos preguntando cuál de todos los diferentes peñones será el que da nombre al cerro, vistos desde la lejanía hay dos peñones que se ven claramente que deben de ser los que le den el nombre.


Uno de ellos.
     Dejamos a nuestra espalda uno de los peñones y nos encontramos ante una nueva disyuntiva, tenemos delante de nosotros la continuación del camino que llevamos y a nuestra izquierda aparece una llamativa senda que misteriosamente nos llama la atención y al mismo tiempo nos atrae. Nos vamos por ella en dirección norte, imposible resistirnos ¡sendero maravilloso y bello! Llegamos a un punto concreto en el cual de nuevo sentimos esa irresistible atracción, esta vez nos seduce en dirección oeste, ¡Fascinante!, son solo unos metros y ¡ahí está!, nos encontramos de frente una preciosa fuente que curiosamente tiene o por lo menos nos lo parece un cierto parecido con la recientemente descubierta por nosotros fuente del Pino. Gozando del momento tardamos unos minutos en fijarnos que a un par de metros en un liso de granito labrado y pintado vemos su nombre, muy sonoro y sugerente ¡Encantados de la vida!


Fuente.

Rótulo con su nombre.
     Después de probar su deliciosa agua nos vamos con el estribillo del día - 🎵Pipa para Pipa 🎶 -  Cantando alegremente volvemos a la vía que una vez más nos atrae hacia el norte por donde llegamos al presunto Peñón de la Solana o por lo menos uno de ellos, desde donde se nos abre una ventana por la que vemos una desconocida perspectiva del "Triángulo de la Garganta" tan espectacular como siempre.


Desde La Solana.
     Desde nuestro privilegiado mirador que está al mismo nivel que el Alto del León (1511 m.) vemos a dieciocho km. y medio el inconfundible perfil que tanto nos atrae del pico de Montón de Trigo flanqueado a su izquierda por La Pinareja y "Montón de Osos", por la derecha vemos un rosario de bellezas, El bercial, Peña El Águila, nuestra por supuesto preferida Peñota, El Mostajo, Peña el cuervo, etc. En la vanguardia vemos pequeñita a Cabeza Reina y a su lado El Cerro de las Asperillas, a nuestros pies la Mata, viendo todo el conjunto unido nos vienen a la cabeza cantidad de etapas que hemos hecho en ese precioso triángulo, desde este mirador se suavizan las formas dándole una serena belleza a  la atractiva escena que tenemos el privilegio de poder contemplar.


Hipnotizados por la visión hasta Morrosko la disfruto.
     Después del agradable rato pasado en ese "balcón" nos encontramos en la disyuntiva ¿seguimos este camino? o ¿volvemos sobre nuestros pasos para ver donde acaba el camino que seguíamos antes y que era nuestra idea inicial? ¡Decidido! ¡Iremos por partes! Hoy acabamos el que traíamos y el recién descubierto lo terminaremos en otra ocasión, dejamos de nuevo a nuestras espaldas la recién conocida Fuente de La Pipa, 🎼🎵 pipa para pipa🎶🎶, llegamos de nuevo a la vereda recién dejada para continuar bajando, la visión de dos pequeñas y llamativas plantas nos frena en seco, lo primero que observamos es un bonito contraste en las hojas de una pequeñísima zarza, propiedad ésta muy suya, vemos como se contraponen  una hoja pequeña y recién nacida de un precioso verde juvenil con la hoja grande y de mayor edad que tira al morado de los frutos maduros que tanto nos gustan de la zarzamora, también vemos a sus vecinas una colonia de plantitas parecidas a las siempre vivas.  


Enfrentamiento fraterno.

¿Sempervivum montanum?
     Dejamos la botánica, veremos si tenemos suerte y nos confirman "Los Supercicutas" si ese es su nombre real. Un poco más y desembocamos en el camino del Ingeniero que tomamos a la derecha. No deja de sorprendernos, el tramo por el que vamos la cantidad de pinos no nos dejan ver más allá, pero nos da igual son bellos por sí mismos, se les nota que son veganos, todos guardan la línea.


Estupenda formación, ¿Cuantos hay?
     Nos acercamos a ver la cascada del Goyato, el caudal es aún escaso, tiene que llover mucho más, vemos en el suelo el ejemplar del "mundo al revés", le falta la piedra que tenía incrustada en las raíces, la izamos por quincuagésima vez de nuevo y nos vamos.


Como el mundo ¡Al reves!
     Desde aquí nos bajamos acompañando de nuevo al arroyo, le cruzamos y retomamos el precioso camino por el que empezamos, disfrutamos de nuevo de él, nos despide una delicada alfombra de helechos que nos dice hasta la próxima, sabe que volveremos,  nos han visto últimamente  en varias ocasiones, son compañeros nuestros.


Delicado colchón.
     Enfilamos la recta de meta y llegamos al coche donde nos descargamos y adiós.



 

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domingo, 28 de octubre de 2018

30-09-18 Fuente del Pino



30-09-18

El que la sigue la consigue

    
     No cabe duda de que la constancia da sus frutos como comprobaremos en la "etapita" de hoy, para ello nos vamos hasta la fuente de Peña Morena donde aparcamos y nos aprovisionamos, iniciamos el camino subiendo dirección al Ingeniero al que llegamos rápidamente y nos vamos al oeste para encontrarnos con dos grandes berrocales, una pareja de enormes y preciosas obras de arte, que admiramos desde el primer día que nos le enseñara Fernando. A nuestra derecha "el autor" ha querido representar como se ve claramente a la gran rana que soporta en sus espaldas un gigantesco macho, o por lo menos nos lo parece, también puede que estemos un poco influenciados por nuestras inspecciones a los diferentes refugios de anfibios que hemos visitado últimamente. Mirando a la pareja fijamente casi hasta los oímos su croar entrecortado. Vamos a dejar a la pareja a lo que quieran que "estén jugando" y nos damos media vuelta para darles la espalda. Giramos 180º y nos encontramos con la maravilla de las maravillas, podemos decir sin complejos que de esta pareja sí que estamos enamorados, llevamos tantos años prendados de los emparejados, que cuanto más los miramos más nos gustan y admiramos. Hablamos "del pino y la bestia", si alabamos la constancia del título  "del cuentecito", en la imagen que observamos en este momento vemos el tesón que en este caso es superlativo, no solo por el tiempo, que ha sido mucho, que también, si no por el dolor que tiene que estar sufriendo el pobre pino. A este le viene al pelo la famosa frase que dice, "le ha tocado la china", afortunadamente no ha sido en el ojo. Sencillamente asombroso, medio siglo o puede que un siglo empujando a su compañera, nos morimos por saber el desenlace de esta pareja.

La cópula.

"La constancia".
      Las dos leyendas anteriores empiezan por "co" y aunque tienen poco que ver una con la otra está bien añadir la segunda a la primera lo más posible. Bueno, vámonos que acabamos de empezar y tenemos un claro propósito. Para ello seguimos por el camino que acabamos de coger y que no abandonamos hasta lo que nosotros denominamos "el recodo del burro viejo" por el que nos dirigimos hacia el sur, hoy curiosamente en vez de seguir el camino del mismo nombre que el recodo, vamos a subir de frente por un arrastradero de pendiente pronunciada que le seguimos hasta que se suaviza la inclinación momento que aprovechamos para desviarnos  a la derecha para encontrarnos con la fuente de Los Arteseros. La vemos bastante bien de salud, vierte un chorrito generoso dadas las fechas, probamos su agua que está rica y fresca.


Fuente de Los Arteseros.
     Dejamos a nuestra espalda la fuente y volvemos a tomar la dirección sur. Llegamos a una explanada donde nos ponemos a "localizar exteriores" por si nos atacan los "Bankerofagos" de nuevo, se nos alegra la vista y el corazón viendo que todavía quedan posibilidades, vemos un tipi indio al que han dejado solo el esqueleto de palos, se pueden buscar unas lonas que hagan las veces de las pieles de bisonte que lo cubrían y que se han llevado. También vemos el chozo de Los Arteseros semi camuflado y que curiosamente tiene el techo bastante bien, gracias a su último morador, aunque posteriormente se ha usado por más personas, entre ellos los componentes del grupo de scout del Clan Korrel que tienen una placa colgada en la puerta y que le denominan erróneamente con el nombre del chozo Madrid.

Chozo de Los Arteseros.

La bonita placa que se halla en la puerta.
     Después de ver que el interior está en buenas condiciones dentro de lo que cabe nos vamos. A partir de este momento seguimos las indicaciones de los "Supercicutas", nos vamos hacia el oeste hasta que llegamos al camino por el que hemos bajado las cuatro veces anteriores que buscamos la fuente. Apoyados en los consejos recibidos, subimos al punto del bonito camino al que hemos llegado en otras ocasiones, ya sea cuando venimos desde el mojón de Los Arteseros o de Los Poyales. Aquí reflexionamos unos minutos y caemos en la cuenta, subimos unos metros y ¡por fin! ¡La fuente del Pino! ¡El que la sigue la consigue! ¡A la última va la vencida!, está claro que "con la ayuda de un gorrino mi padre mató a un vecino" ¡Aleluya! Que poco hace falta para ser feliz, la hemos buscado con tanto ahínco, que encontrarla nos ha hecho muy dichosos, por otro lado no nos queda más remedio que felicitar (claro sarcasmo) al delineante del instituto geográfico y catastral que la tiene situada equivocadamente más de un kilómetro al suroeste. Una vez en la fuente catamos su agua y no sabemos si será por lo que nos ha costado encontrarla pero solo podemos decir que está deliciosa, riquísima.

La buscada fuente de El Pino con su flequillo de helechos.
     Ahora, ya tranquilamente, bajamos al camino recién abandonado y nos disponemos a seguirle para disfrutar de él y saber definitivamente su destino que desconocemos aún. Nada más empezar el camino... ¡otro premio!

Níscalo a la vista.
     Disfrutando del nuevo tramo del sendero llegamos a un cruce con un camino no muy usado, nos caben dos posibilidades bajar de nuevo rumbo al chozo o en sentido contrario que es por el que optamos y pronto nos vemos recompensados con otro "premio"

Delicias de boletus.
     Pezqueñines no gracias, lo sabemos y por ello nos sentimos mal por coger un ejemplar tan pequeño, en nuestra defensa diremos que después de más de dos años sin coger ninguno, su simple visión nos nubló la sensatez, también diremos que posteriormente nos supo riquísimo sobre todo teniendo en cuenta como decíamos que hace dos años que no los probamos. Andamos unos metros, vemos la línea divisoria con Peguerinos, pero ¿que oyen nuestros oídos? A unos treinta metros al oeste percibimos un ruido sospechoso, como nosotros Morrosko también lo ha sentido, se dirige al lugar del que proviene la bulla y en cuanto llega se monta el follón, nos dirigimos raudos y ¡Sorpresa! ¿A quién nos encontramos?, ni más ni menos que a la ovejita Churrusquita, la de la lana más blanquita, que se come los pastos más verdecitos y bebe el agua más fresquita, ¿qué pinta aquí?, Nos acercamos a ella y pronto nos damos cuenta de que está en un aprieto, vemos como tiene enlazada una mano con una pata y al mismo tiempo la cuerda se ha enganchado a un tronco dejando completamente inmovilizada a la pobrecita Churrusquita, cortamos la cuerda y la liberamos. 


Churrusquita.
     Sin saber lo que hacer y ante lo anómalo de la situación optamos por darle libertad a la oveja que por cierto estaba rolliza, no nos imaginábamos al pastor con sus ovejas ramoneando por estos lares.

     Cruzamos la "frontera" y vamos por terrenos inexplorados por nosotros, zona preciosa, que nos hace disfrutar y que en un claro nos enseña una vista desconocida de "Las Cuevas Valientes", precioso mirador que nos permite observar el peñón en el que se sitúa la cueva, la cima. A la derecha vemos parte del descenso de la carrera de las tres cumbres que marcamos este verano y por debajo presumimos que corre el Gargantilla ¡Preciosa postal!


La múltiples cuevas valientes.
     Seguimos mirando de reojo al este pero no podemos desestimar el resto porque cuando menos te lo esperas te encuentras un auténtico ejemplar de "Picozapato", pájaro nunca visto por estos lares teniendo en cuenta que su hábitat habitual está en África, precioso ejemplar de una edad respetable. 


Bonito tocón. 
     Seguimos disfrutando y ya del tirón nos vamos a la fuente de Bellver donde damos cuenta de unas "barritas energéticas". Con las pilas cargadas nos lanzamos a tumba abierta por la vaguada  del Gargantilla que baja muy escaso de agua, dejamos a la derecha el camino que lleva a la otra fuente de Bellver y continuamos hasta el punto en el que nos sentimos vigilados, ¿será la vieja al visillo cotilleándonos? No, mirando de reojo vemos quién nos observa, es el "tocón que todo lo ve".


El doble ojo de la naturaleza.
     Nos despedimos del tocón que no "nos quita ojo" y en otro claro se nos presentan "Los Pasapanes", "Montón de Osos" y al fondo la Pinareja (asignatura pendiente para el Comando Peñota),  todos ellos tocados con unos preciosos cúmulos que los embellecen más si cabe. 


Elegantes.
     Seguimos hasta llegar de nuevo al Ingeniero que cogemos a la izquierda, nos encontramos unos helechos incrustados en la grieta de un peñasco, les preguntamos qué hacen ahí y "nos responden que lo único que saben es que los han puesto hay unos melones".


Contra natura.
     Seguimos un pequeño tramo por el Ingeniero hasta que nos desviamos a la derecha y llegamos rápidamente al coche que está aparcado cerca de la fuente de Peña Morena y adiós.

P.D.: Damos las gracias a Javi por las muchas veces que nos ha dado indicaciones y a Nacho por el track que han conseguido llevarnos de la mano hasta la fuente que teníamos tantas ganas de encontrar.

     A los que no tenemos que dar las gracias es a los delineantes del Instituto Geográfico, está claro que sitúan las fuentes a ojo de buen tonelero. 


¡A la última va la vencida!



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miércoles, 10 de octubre de 2018

23-09-18 La Cacera Real


23-09-18

         Imagen relacionada

San Ildefonso  y Santa Tecla



     Juntamos los nombres de los dos santos; el primero porque iniciaremos y terminaremos la etapa de hoy desde el palacio de la Granja y el segundo, porque es el día de su onomástica. Nos vamos en busca de la cacera primigenia, la larga, la grande, la real, la que abastece de agua al palacio de La Granja de San Ildefonso. Poco podía imaginarse Felipe V que casi tres siglos después íbamos a seguirla nosotros, el Comando Peñota, tal día como hoy festividad de santa Tecla.

     Para ello aparcamos enfrente de la Puerta de Cosíos, nos equipamos y cruzamos la puerta del camino que nos conduce al puente Blanco, al llegamos rápido. Pasamos la Cruz de la Pasión y llegamos a una curva que hace la pista a la derecha que nos llevaría al puente Negro que hoy no veremos, de dicha curva sale un camino por el que atajamos para llegar pronto a la pista que va desde La Pradera a la Silla del Rey, cuando llegamos a ella la tomamos a la derecha y llegamos al Puente del Vado de los Tres Maderos que salva el Arroyo de la Chorranca, quién le ha visto y quién le ve, hoy tan manso y otrora casi tapaba el ojo entero.


Con este caudal se hace bien el puente.
     Una vez cruzado el puente llegamos a un cruce y nos vamos a la izquierda, vamos a pasar deprisa que estamos 167 metros por encima del túnel del AVE. No se oye nada, no será su hora. Marchamos por la ladera del Cerro del Puerco y llegamos al mirador del Cerro del Moño de la Tía Andrea, nos encanta y su nombre también.


Allí está la silla del Rey.
     Abandonamos el mirador y continuamos subiendo, llegamos a Juego de Bolos. Sabido es que del cerdo nos gusta todo, hoy hemos salido de ese error y a partir de ahora diremos "del Puerco nos gusta todo menos sus rampas" que tampoco son lo más pero hoy nos han castigado mucho teniendo en cuenta que estamos un poco apelmazados. Dejamos a nuestra derecha la Cueva del Monje, el Vivero y más adelante la fuente del Ratón, está un poco más separada. Disfrutando del camino llegamos a la fuente de Abastos de la cual bebemos su rica agua, llenamos "el botijo", se la ve preciosa con su tocado de helecho de cuatro hojas, nos preguntamos si dará buena suerte como los tréboles, tras unos minutos nos vamos.


Fuente de Abastos con su "tocadito".
     Desandamos unos metros y nos salimos de la pista por un camino que lleva la dirección que nos interesa además de ser bonito y cómodo, no nos lo podemos creer, después del montón de ocasiones que hemos estado buscando la fuente del Pino en la ladera del cerro de los Arteseros vamos y nos encontramos un cartel que nos indica la dirección hacia la fuente del Pino, eso sí, en el paraje de Navalesquilar de los montes de Valsaín. Completita pero un poco chapucera, un poco recargada y demasiado rococó para nuestro gusto.





Fuente del Pino.
      Dado su escaso caudal no probamos su agua y continuamos. Pronto nos encontramos otra sorpresa, un maravilloso pino, erecto, sano, longevo, con sus más de treinta metros es todo un coloso de los pinares de Valsaín, nos recuerda al Pino Cardosillo de nuestra Garganta.



Con sus aproximadamente tres siglos parece un joven recién salido del gimnasio.
      Ver esta esbelta mole nos disminuye, pequeños como Garbancito nos despedimos y nos vamos, retomamos la senda y seguimos subiendo, mi compi pide mi atención y la dirige hacia una obra de arte arquitectónico arácnido, al trasluz vemos el impecable diseño y la perfecta ejecución de la "red de pesca" de la araña que por cierto no conseguimos ver.


La diana.

Iluminada por el sol
      Subimos un poco más y decidimos salir de la vereda y marchar campo a través en dirección al comienzo de la cacera, zigzagueando para salvar diferentes estorbos. Al fin llegamos al enganche, aquí comienza la cacera, no sabemos si eligieron el sitio topográficamente o por la belleza del lugar, un tremendo bolo granítico que parece colocado a propósito en el centro del cauce del arroyo ha frenado a muchos pequeños y medianos bolos que forman una preciosa cascada que a día de hoy baja con poco agua pero después del deshielo tiene que ser maravillosa, metemos una futura visita en la carpeta de pendiente. Siguiendo con el análisis vemos claramente donde comienza la cacera, de nuevo nos han boicoteado, ¡la salida del agua está seca! Ya nos están tocando la tecla, la cacera está totalmente seca, que chasco, lo que sí que vemos es que parte del agua entra a una captación que suponemos va subterráneamente al estanque del palacio.


Nos gustaría verla a tope de agua.

Tramo de la cascada.

Aliviadero y captación.
     Para paliar el disgusto que no hemos llevado al ver que no corre la cacera nos vamos a "castigar" con sendos bocatas de "La Sanabresa". Poco a poco el piscolabis nos disipa el disgusto, aunque no consigue que desaparezca íntegramente. Recogemos y nos vamos paralelos a la cacera seca que a estas alturas tiene una pendiente pronunciada, pronto llegamos al arroyo de la Chorranca, en este punto un vistazo nos da muchos datos, por una parte vemos una caseta dentro de la que se oye como corre el agua, seguro que es el que viene del azud de Peñalara, por otra parte vemos un tramo de la cacera que hoy está seco pero nosotros le recordamos con el agua corriendo desbocado por ella, esto sucedía una vez anterior que visitamos la Chorranca que bajaba por aquellos días exuberante. La naturaleza y sus contradicciones...


Lo que pensamos en su día era un arroyo.
      Cruzamos el arroyo de la Chorranca del que también se recoge agua para la granja y proseguimos para encontrarnos que ha pasado por aquí el mago Tamarit, es cosa de magia o por lo menos lo parece.


¡¡¡Chan chan chan chan!!!
     Cruzamos por la Peña de las Tres Varas y llegamos al riachuelo de los Neveros que baja escaso de agua.


A estas alturas del verano está muy cara el agua.
     Sin problemas para cruzarlo, nos encontramos con una pareja que pasean dos tremendos perros que en la anterior visita a las caceras de los aserraderos también nos cruzamos con ellos. En aquella ocasión no hablamos pero hoy no podemos por menos ¡indudablemente un acierto! Ha conocido a unos hermanos de una familia amiga, dándonos una enciclopedia de datos, con fechas y nombres desde la mili de su padre, posteriormente lo confirmamos, asombroso, un personaje singular como su domicilio. Una conversación apasionante pero nos tenemos que ir, antes nos indica una fuente cercana para beber agua, nos despedimos y vamos en su busca.


Fuente de los Acebos.
     Media vuelta y nos vamos hacia la Tolla de los Guindos camino de Los Tobarejos donde la solana hace cambiar un poco la flora y nos encontramos un héroe de "la guerra" aun en pie estoico.


¡Bello!
     Afortunadamente pronto pasamos el secano y volvemos al terreno verde que nos gusta más, un último vistazo a la deshidratada cacera  y llegamos al punto por donde entra al palacio camino del estanque de Las Ranas.


Entrada y valla del palacio.
     Nos vamos a la izquierda e inmediatamente doblamos la esquina donde nos encontramos con la fuente de la Plata que esta reseca. 


Agotada.
     Dejamos atrás a la ajada fuente y antes de llegar a la Puerta de la Última Línea vemos las saludables arterias de la naturaleza.


Está muy saludable.
     Entramos en la recta de meta, a la izquierda vemos lo que suponemos un refugio de anfibios desconocido pero como es tarde lo veremos en otra ocasión, hoy nos hemos llevado un chasco con la reseca cacera ha quedado claro que hoy nos han tocado bien la ¡¡¡tecla!!!.


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