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martes, 20 de noviembre de 2018

21-10-18 Nuevo camino.



21-10-18

El camino a la derecha




     Hoy aparcamos de nuevo enfrente del Prado Goyato, lo primero es aprovisionarse y una vez hecho arrancamos y nos vamos por el camino habitual. Nada más empezar vemos claramente que de nuevo vamos a disfrutar de un lindo día ante el panorama que se nos presenta cuando vemos el "recodo del Prado Goyato".


Serenidad.
     Con la mente llena de la paz impregnada de la visión anterior nos dirigimos a emparejarnos al arroyo que de nuevo será nuestro compañero de viaje, aunque llevamos direcciones opuestas  él baja y nosotros subimos. Su rumor nos hace compañía y nos sirve de terapia, las últimas lluvias caídas le han dado un poco más de caudal, por eso hoy el tempo que marca es un allegretto que nos viene muy bien para nuestras características. Hemos subido por la margen derecha el primer tramo cuando cruzamos el riachuelo se empieza a empinar el camino, es ahí donde nos encontramos a la izquierda un único y solitario ejemplar de tejo negro adornado con leñas muertas a su alrededor.


Taxus baccata.

Hojas lanceoladas del tejo.
     Hace muchos años nos decía un asturiano que era tradición llevar una rama de tejo el día 1 de noviembre a sus antepasados, nosotros con perdón le robamos una linda ramita con ese fin.

     Continuamos subiendo, ahora, ya por el "infierno Goyato" y en una parada para coger aire vemos como la niebla trepa por las laderas de los Arteseros.


El cerro de Los Arteseros se despereza.
      Subimos las últimas fuertes pendientes que nos llevan al principio de nuestro destino de hoy, este no es otro que un camino que hemos cogido desde aquí siempre a la izquierda en dirección a la fuente del Esportón pero hoy llegados a este punto tomamos "el camino a la derecha". Aquí nos preguntamos de nuevo, ¿dónde nos llevará? ¡Lo vamos a descubrir! ¡De hoy no pasa! Nos paramos, le miramos, nos gusta lo que vemos, a disfrutarlo y de paso matamos la curiosidad.


A explorar.
     Y ¡Allá vamos! Empezamos el descenso, a oxigenar y a disfrutar. Una "paradinha" nos llama la atención una visión, contemplamos la belleza del musgo que de nuevo gracias a las últimas aguas caídas vuelve a tomar su verdor y suavidad que le da tanta delicadeza. Al acercamos, la perspectiva nos sorprende con la semejanza que tiene con un pinar que ha pasado por las manos de los jíbaros y le han reducido a pinar liliputiense.


-"La Garganta a vista de dron"-
     Después del "vuelo imaginario sobre la Garganta" volvemos a la realidad para seguir gozando del reconocimiento de nuestro "nuevo amigo" por el que vamos descendiendo y al mismo tiempo "acariciando" las faldas del Peñón de la Solana. Como le tratamos bien, nos regala un "comedor" completamente montado, a falta de la pitanza y "lo otro" que lo ponemos  nosotros, aprovechamos la comodidad que nos brinda la naturaleza y  damos buena y rápida cuenta de ellos. Durante el banquete vemos como los helechos nos hablan con el lenguaje de signos, nos dicen entre otras muchas cosas que estamos en otoño y ya mismo viene el invierno, ellos se dan cuenta y se ponen su traje contra el frío y esperan a su recogida para quemar los pelos de los cerdos en las matanzas. Les decimos que ya no vendrán a por ellos, ya no hay matanzas familiares, desafortunadamente ya no se queman los gorrinos con helechos, ya no corre la chiquillería  alrededor de la lumbre esperando los cacabillos, ya no se hace el calducho, ya no se hacen las morcillas, ni chicharrones, ni torreznos, ni lomo adobado, ni picadillo, ni chorizo ¡Que recuerdos más bonitos! Hoy no son posibles aquellas actividades, sanidad, ganadería y posiblemente el Pacma que si lo viese no estaría muy de acuerdo con la actuación. Se echa mucho de menos aquella liturgia que aglutinaba a familiares y amigos en una fiesta sin igual, como diría mi abuelo ¡Cómo ha cambiado la vida!


Frondes de helecho teñido de "otoño".
    Terminado el piscolabis y el circunloquio sobre el cerdo continuamos el camino, como vemos varios a lo largo del camino nos vamos preguntando cuál de todos los diferentes peñones será el que da nombre al cerro, vistos desde la lejanía hay dos peñones que se ven claramente que deben de ser los que le den el nombre.


Uno de ellos.
     Dejamos a nuestra espalda uno de los peñones y nos encontramos ante una nueva disyuntiva, tenemos delante de nosotros la continuación del camino que llevamos y a nuestra izquierda aparece una llamativa senda que misteriosamente nos llama la atención y al mismo tiempo nos atrae. Nos vamos por ella en dirección norte, imposible resistirnos ¡sendero maravilloso y bello! Llegamos a un punto concreto en el cual de nuevo sentimos esa irresistible atracción, esta vez nos seduce en dirección oeste, ¡Fascinante!, son solo unos metros y ¡ahí está!, nos encontramos de frente una preciosa fuente que curiosamente tiene o por lo menos nos lo parece un cierto parecido con la recientemente descubierta por nosotros fuente del Pino. Gozando del momento tardamos unos minutos en fijarnos que a un par de metros en un liso de granito labrado y pintado vemos su nombre, muy sonoro y sugerente ¡Encantados de la vida!


Fuente.

Rótulo con su nombre.
     Después de probar su deliciosa agua nos vamos con el estribillo del día - 🎵Pipa para Pipa 🎶 -  Cantando alegremente volvemos a la vía que una vez más nos atrae hacia el norte por donde llegamos al presunto Peñón de la Solana o por lo menos uno de ellos, desde donde se nos abre una ventana por la que vemos una desconocida perspectiva del "Triángulo de la Garganta" tan espectacular como siempre.


Desde La Solana.
     Desde nuestro privilegiado mirador que está al mismo nivel que el Alto del León (1511 m.) vemos a dieciocho km. y medio el inconfundible perfil que tanto nos atrae del pico de Montón de Trigo flanqueado a su izquierda por La Pinareja y "Montón de Osos", por la derecha vemos un rosario de bellezas, El bercial, Peña El Águila, nuestra por supuesto preferida Peñota, El Mostajo, Peña el cuervo, etc. En la vanguardia vemos pequeñita a Cabeza Reina y a su lado El Cerro de las Asperillas, a nuestros pies la Mata, viendo todo el conjunto unido nos vienen a la cabeza cantidad de etapas que hemos hecho en ese precioso triángulo, desde este mirador se suavizan las formas dándole una serena belleza a  la atractiva escena que tenemos el privilegio de poder contemplar.


Hipnotizados por la visión hasta Morrosko la disfruto.
     Después del agradable rato pasado en ese "balcón" nos encontramos en la disyuntiva ¿seguimos este camino? o ¿volvemos sobre nuestros pasos para ver donde acaba el camino que seguíamos antes y que era nuestra idea inicial? ¡Decidido! ¡Iremos por partes! Hoy acabamos el que traíamos y el recién descubierto lo terminaremos en otra ocasión, dejamos de nuevo a nuestras espaldas la recién conocida Fuente de La Pipa, 🎼🎵 pipa para pipa🎶🎶, llegamos de nuevo a la vereda recién dejada para continuar bajando, la visión de dos pequeñas y llamativas plantas nos frena en seco, lo primero que observamos es un bonito contraste en las hojas de una pequeñísima zarza, propiedad ésta muy suya, vemos como se contraponen  una hoja pequeña y recién nacida de un precioso verde juvenil con la hoja grande y de mayor edad que tira al morado de los frutos maduros que tanto nos gustan de la zarzamora, también vemos a sus vecinas una colonia de plantitas parecidas a las siempre vivas.  


Enfrentamiento fraterno.

¿Sempervivum montanum?
     Dejamos la botánica, veremos si tenemos suerte y nos confirman "Los Supercicutas" si ese es su nombre real. Un poco más y desembocamos en el camino del Ingeniero que tomamos a la derecha. No deja de sorprendernos, el tramo por el que vamos la cantidad de pinos no nos dejan ver más allá, pero nos da igual son bellos por sí mismos, se les nota que son veganos, todos guardan la línea.


Estupenda formación, ¿Cuantos hay?
     Nos acercamos a ver la cascada del Goyato, el caudal es aún escaso, tiene que llover mucho más, vemos en el suelo el ejemplar del "mundo al revés", le falta la piedra que tenía incrustada en las raíces, la izamos por quincuagésima vez de nuevo y nos vamos.


Como el mundo ¡Al reves!
     Desde aquí nos bajamos acompañando de nuevo al arroyo, le cruzamos y retomamos el precioso camino por el que empezamos, disfrutamos de nuevo de él, nos despide una delicada alfombra de helechos que nos dice hasta la próxima, sabe que volveremos,  nos han visto últimamente  en varias ocasiones, son compañeros nuestros.


Delicado colchón.
     Enfilamos la recta de meta y llegamos al coche donde nos descargamos y adiós.



 

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