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martes, 30 de mayo de 2017

La Adrada II 27-05-17



27-05-17

La Búsqueda


     De nuevo por exigencias del guión nos encontramos en la Adrada, aprovechamos este viaje para ir en busca del Charco de la Hoya.

     Saliendo de La Adrada dirección  Piedralaves dejamos atrás la urbanización del Loro y  cogemos el camino forestal con dirección al monte nº 56.




     Comienza la ascensión. Dejamos atrás la Vereda del Tío Julio. Vamos por un camino con el rimbombante nombre de Carretera Tramo de la Unión, por él llegamos a El Martinete, a partir de aquí sigue de frente, eso sí, ahora asfaltado. Nosotros nos vamos a la derecha por un camino forestal también asfaltado que si le siguiésemos nos llevaría al centro del pueblo. Nos desviamos por el primer camino a la izquierda que nos conduce a los depósitos que surten de agua al pueblo, nos sorprende ver el tamaño de una "GIGANTESCA" cabeza seminal de diente de León, posteriormente vemos muchas más.



     Pedimos un deseo, soplamos y en cada vilano que echa a volar le mandamos a los seres queridos nuestro cariño y deseos de felicidad.

     Subimos paralelos a la Garganta de Santa María disfrutando a la izquierda del verdor, fresnos, robles, castaños..., curiosamente a la derecha hay algún ejemplar de éstos pero lo que más abunda es la población de pinos (Pinus nigra), lo que hace que el suelo sea menos verde.  Por otro lado proliferan los bolos graníticos, algunos de tamaño considerable, es muy curioso que el musgo que los cubre en su inmensa mayoría está ya seco, mejor dicho requeteseco.

     Nos desviamos del camino a la izquierda y nos dirigimos al arroyo de la Garganta de Santa María, nos encontramos una zona encantadora y fresca que se agradece dado el calor que hace.



     Aunque el ambiente fresco y el rumor del agua invitan a no salir de aquí nos tenemos que ir.  Cruzamos el riachuelo y empezamos a subir en busca del camino, pronto el calor hace acto de presencia con lo que eso conlleva. Estamos subiendo por una pendiente bastante más pronunciada de lo que creíamos, sin caminos y el suelo lleno de hojas de roble y de acículas del pinus nigra con un tamaño que puede llegar hasta los veinte centímetros y un grosor generoso, nada que ver con el tamaño al que estamos acostumbrados a ver en los pinos (pinus sylvestris) de nuestros pinares que como máximo llega a los siete centímetros. Esta alfombra de hojas y panocha está completamente seca y hace que el suelo esté resbaladizo, además de ocultarnos las piedras, palos y accidentes geográficos. Una verdadera pena que no valgan para nada porque hay para llenar barcos. Otra dosis de sufrida pendiente cargaditos de calor y llega el premio, ¡el camino! casi autopista y lo mejor, sin peaje.


      Aquí vemos claramente los participantes del Comando Peñota en la etapa de hoy, mi compi que se tira a tumba abierta cuesta abajo y como se puede apreciar por la huella dactilar también está "Dedón".


     Pasamos por debajo de una estructura que soporta una conducción de agua que va a parar a una pequeña estación eléctrica.

     Continuamos bajando y llegamos a la garganta del Charco de la Hoya, debemos estar cerca de lo que buscamos. Creyendo que está aguas arriba seguimos el curso del torrente pero no le vemos, la búsqueda ha sido estéril.


Agua cristalina.

La imaginación al poder.



Para imaginación la naturaleza.
      El cauce granítico escarbado, cortado y pulimentado por tantísimos millones de litros de agua y miles de años, deja al descubierto al granito esculpido con miles de formas diferentes y cada una más bonita que la otra. Entre otras las hay con forma de silla, taburete, butaca, sillón, canapé, tresillo, sofá o diván, nos podemos sentar o tumbar, lo que queramos y sobre una superficie limpia y pulida. Aprovechando los múltiples asientos a nuestra disposición, cogemos dos idóneos y damos buena cuenta del condumio, además del tacto tan gustoso del granito y del frescor que transmite nos tenemos que ir y sin ver el Charco. Suben cauce arriba dos chavales que también le están buscando, nos despedimos de ellos diciéndoles que si le encuentran nos avisen.

     Volvemos al ahora bonito y cómodo camino llegando pronto a un cruce con una señal indicándonos que hemos estado cerca y en el buen camino de lo que buscábamos, "no ha podido ser".


     Curiosamente hemos desembocado de nuevo a la carretera del Tramo de la Unión que tomamos a la izquierda y rápidamente llegamos al lugar de Casas de Momblanco donde la abandonamos a la derecha, vemos uno más de los magníficos ejemplares de pinus nigra que hemos visto durante toda la etapa de hoy, este se le puede ver en toda su magnitud y belleza.



     Le dejamos a nuestra espalda y llegamos a la: 


    Un paraje delicioso, se respira paz y tranquilidad, la ausencia del viento le da al remanso de agua una apariencia de espejo pulido.



     Todas las plantas que hay en los alrededores se las ve hermosas y bien hidratadas.
     
     Sosegados por la paz que se respira nos vamos, retomamos el camino anteriormente abandonado y llegamos a Las Canales donde seguimos descubriendo ejemplares de árboles preciosos.

Higuera.

Castaño

Encuentro de castaño.

     El hermoso y placentero camino nos regala unas espectaculares vistas de la sierra de Gredos occidental.


     
     El espectacular día no para de obsequiarnos con cientos de regalos visuales. Vemos una pareja de amapolas, una de ellas con una inquilina de nombre desconocido. El universo de las arañas está compuesto por miles de ellas diferentes, es difícil descubrir el nombre de esta pequeña araña, nos aventuraremos a decir que podría ser una araña tigre. Los dibujos, tamaños y formas que hay son múltiples, desde luego esta en concreto parece que trabaje de modelo por lo bien que posa, la puñeta es que no ha dado con un fotógrafo experto.

     
   Curioseando sobre la pequeña araña hemos disfrutado de lo lindo. Empezando por enterarnos de que hay más de 46.500 especies, lo que me hace pensar que será el animal con más parentela de la tierra, mientras no tenga noticia de lo contrario. Siguiendo con las espectaculares medidas de algunos ejemplares, como ejemplo valga la tarántula Goliat habitante de las américas que puede llegar a medir ¡30 cm! eso sí patas incluidas, lo que nos lleva a reflexionar lo canutas que lo pasarían las personas con aracnofobia en su presencia. Otro dato que me resulta cuando menos gracioso es que una de las partes de sus patas se llame igual que esa protuberancia que tenemos los humanos que se llama trocánter, palabra que tanto me gusta con su compañera la fosa trocantérica. Infinidad de datos curiosos todos, no podemos dejar el tema sin decir que el macho introduce el espermatoforo en el saco seminal de la hembra por medio del pedipalpo (preciosa palabra) y por fin que decir de las hembras, pues que para hembra con ovarios la araña, por la cantidad, que es grande y porque cuando termina la copula se come al macho y punto final. ¡¡¡FASCINANTE!!! El universo araña..
     
     A lo que vamos, en este caso diríamos mejor venimos, porque es lo que estamos haciendo. Llegamos a la urbanización Mont Blanc, dada la cercanía suponemos traducción gala del paraje visitado anteriormente, ya dejamos atrás la carretera Tramo de la Unión asfaltado, desandamos el camino de tierras y llegamos a la CL-501 y con ello a la meta.

     Nos despedimos de La Adrada entre palmeras, naturaleza en estado puro hasta en el pueblo.

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     Después del día que hemos disfrutado no nos dan ganas de irnos, pero nos tenemos que ir a buscar a Picorodín A-4.

     Nos vamos casi con lágrimas en los ojos, felicidad, no decimos adiós porque volveremos a "BUSCAR" el Charco de la Hoya, agradecer a nuestro amigo Jose "culpable" del gozo y deleite del día de hoy.


     

jueves, 25 de mayo de 2017

La Velilla 20-05-17



20-05-17

Perdidos

     Entramos  a La Velilla, dejamos la SG-P-2322 y tomamos la primera calle a la derecha, enseguida a la izquierda y aquí aparcamos. Cogemos los "trastos de matar" y arrancamos, desandamos cincuenta metros y estamos en la calle "barra" camino de los Molinos. Nos asomamos al antepecho que nos encontramos enfrente y vemos el curso del Rio Cega y viniendo desde nuestra espalda le acomete el arroyo del Vadillo.

Puente sobre el Cega.

El Vadillo aporta su grano al Cega.

    Salimos del pueblo dirección sur. Nos llama la atención un lugar que no parece pertenecer a este hábitat, este espejismo nos nubla la vista y nos desvía del camino correcto (primer error). Transformado por las manos del hombre aparece un vergel al lado de un secarral, son los  antiguos molinos de la Umbría, vemos que los han restaurado y el entorno esta verde como un campo de golf, cuidado con mucho esmero. Una bonita chopera (Populus Alba) se encarga de refrescar la zona, hay incluso una pista de hípica, aunque se la ve que ha tenido tiempos mejores ¡Da gusto verlo tan cuidado! Por el contrario, justo enfrente a nuestra izquierda, vemos el terreno natural; pequeñas sabinas y encinas; suelo calcáreo, pedregoso y mísero, parecen dos mundos diferentes.


Ha quedado estupendo el molino.

Campo de salto.

      Seguimos y cuando nos queremos dar cuenta se nos acaba el camino de los Molinos. Cometemos el segundo error y continuamos por un sendero que hay enfrente. A nuestra derecha nos acompaña el rumor del Cega, no podemos verle por la maleza que nos lo impide. La senda cada vez se nos hace más angosta y difícil. Enfrascados con la charla no nos habíamos dado cuenta que no vamos por el camino correcto. A nuestra izquierda vemos algún nido de buitres y muchas "casitas" de mirlos, viven tranquilos, se saben más rápidos que los torpes buitres incapaces de atrapar una pieza viva. Nos da la sensación de que se relamen cuando nos miran, suponemos que serán imaginaciones nuestras. Los cortados calizos nos resultan curiosos y con un colorido precioso.


Buitre con cría en el nido.

Bajo los salientes cientos de nidos de mirlo.
      

     Tenemos a la izquierda el escarpado muro de piedra caliza imposible de sortear; a la derecha el Cega con su muro de maleza y a nuestra espalda todo el camino errado. Seguiremos aunque demos un poco más de vuelta. No tardando mucho nos damos cuenta del desacierto cometido, no se hace fácil caminar entre enebros, encinas y zarzas, andamos un poco perdidos la naturaleza no nos permite ver más allá de tres metros y cuando nos empezábamos a desesperarnos para colmo tenemos que tirarnos cuerpo a tierra por debajo de la maleza. ¡Aleluya! ¡Magia! Aparecemos justo en el G.R. que buscábamos, encajonados también por la naturaleza.


G.R.
    

     Ahora que parece que nos hemos situado y vamos más cómodos, subimos por las Torcas una leve pendiente empedrada y llegamos  arriba, al lado del Morro Pelado. Aprovechamos y comemos ¡Prosigamos! llegamos a el Guijo y por unos instantes vemos la torre del castillo de Pedraza, ¡Eureka! vamos por el buen camino, de nuevo nos despistamos, vamos entre cercados que más bien parecen muros de contención.

Valla
   

     Es curioso las vallas de casi dos metros de ancho para guardar  unas fincas inhóspitas que imaginamos que para lo único que valdrán será para pastos de cabras. Además contienen sabinas, pequeños enebros y encinas que no nos dejan ver nada. Seguimos andando y andando, de repente llega la claridad y la sorpresa, nos encontramos a nuestros pies de nuevo La Velilla. Está claro que nos hemos perdido otra vez y hemos dejado atrás y a la derecha Pedraza y la cueva de la Griega que teníamos ganas de verla, un verdadero descontrol. Hemos ido por la etapa prevista un km. el resto, perdidos, hoy no nos han funcionado bien ni los satélites, ni el "Wikiloki", ni siquiera la cabeza. Ha sido un día raro, hemos ido todo el día como los caballos de los picadores con anteojeras, solo hemos visto camino donde lo había y poco más.

     Bajamos por Las Cuestas que haciendo honor a su nombre nos cuesta bajar, no tanto por la pendiente, que también, sino porque está repleto de piedras sueltas.

Las Cuestas
   

     Llegamos de nuevo al Camino de los Molinos donde nos encontramos con Félix con el que comenzamos una animada charla. Nos comenta entre otras muchas cosas, que estuvo doce años de pastor en Pedraza donde empezó de niño, increíblemente nos revela que la pendiente que tenemos enfrente por donde acabamos de bajar tan dificultosamente, en su tiempo la sembraba él. Que por esa misma cuesta bajó con un carro de bueyes la piedra para hacer la nave que tenemos detrás y también por el mismo sitio bajo los palos para la cubierta, un trabajo titánico de los de antiguamente. Le preguntamos por el vergel de los molinos que nos mata la curiosidad, nos pone al corriente diciéndonos que el primero lo compro y lo mando arreglar un ex ministro, (un buen sitio para esconderse entonces, hoy en día menos), posteriormente viendo el resultado rápidamente se vendieron y arreglaron  los demás. Nos comenta que la obra de uno de ellos la hizo un paisano nuestro del Espinar, hablando de la etapa que queríamos hacer y no hemos hecho nos dice Félix que teníamos que dejar El Picozo a la derecha. Ahora vemos donde hemos cometido el error, nosotros le hemos dejado a la izquierda y hay ha sido donde nos despistamos. Tiene ganas de charlar, tiene carrete, pero nos tenemos que despedir hasta la próxima que tendremos que hacer la correcta.

     Entramos de nuevo al pueblo por donde salimos esta mañana, descargamos petates y palos y nos vamos, falsa alarma, según salimos cruzamos el puente y nos sorprende la vista del río, automáticamente aparcamos para asomarnos otra vez al Cega y echarle un último vistazo.



Puente sobre el Vadillo en su encuentro con el Cega.


El Cega aguas arriba.


Aguas abajo.

Comienzo del cañón
    
     Vemos el comienzo de un cañón  abierto curiosamente en granito, lo más bonito del día. En vista de lo que nos dejamos sin ver estamos obligados a meter otra etapa a la carpeta de pendiente, para otra próxima visita. Nos vamos, ahora sí.

     La guinda del día es una puesta de sol castellana, no es lo mismo que esos ocasos paradisíacos, pero al Comando Peñota nos gustan los crepúsculos de sopa de ajo castellana, cochinillo y cordero ¡En que estaremos pensando…! Otro postre, llegamos a Torrecaballeros, vemos el Rancho de la Aldegüela y se nos viene a la cabeza la maravillosa cena y la posterior fiesta que nos obsequiaron hace ya casi cuatro años ¡Buenos recuerdos! Haciendo memoria casi nos vamos cenados a casa, “y lo otro”, dentro de unos días una pareja está de aniversario, ¡Felicidades!









jueves, 18 de mayo de 2017

La Pradera de Valsain 13-05-17



13-05-17

La Pradera Valsain


    Llegamos a la Pradera y aparcamos el coche al lado del aserradero. Hoy la intención de la etapa prevista es subir al cerro del Puerco, la hemos rescatado de la carpeta de pendiente, la última vez se nos hizo tarde y tuvimos que posponerla.

     Con una temperatura agradable y la posibilidad de que llueva comenzamos el trayecto. Entramos a un precioso robledal, se nos viene a la cabeza la expresión "fuerte como un roble", porque vemos ejemplares centenarios, lozanos, robustos y vigorosos. Es curioso que aun siendo de madera tengan ese magnetismo que te atrae, que te dan ganas de abrazarlos y de amarlos, son los abuelitos de la naturaleza que te dan todo lo que tienen. Es una pena que no hablen, aunque en su interior tengan una gran historia por contar.

     Con las últimas lluvias caídas está todo el campo completamente verde, exuberante, con miles de micro puntos amarillos de las flores del Cytisus oromediterraneus (Piorno) que destacan sobre el verdor primaveral que tiene todo el monte. Abandonamos el carvajal, ya oímos al arroyo de la Chorranca, no baja con mucho agua. Dejamos el puente del Vado de los Tres Maderos a la izquierda y ahora vamos por pinar, vemos algunas estepas y curiosamente están saliendo ahora los capullos, se nota que estamos en zona de umbría, la semana pasada en la solana estaban a punto de florecer.

     Vemos las huellas de una corta y se aprecia el trato preferencial que se le da a estos pinares, recogen la madera, luego las  ramas las trituran y a la postre lo dejan ajardinado.




     Vamos por la ruta buena, que no es precisamente la 66.


     Continuamos subiendo y en una explanada a la izquierda vemos el cerro del Moño de la Tía Andrea, las nubes no nos permiten ver la cima, pronto la sacaremos de la carpeta de pendiente.



     Llegamos a la altura de la variante que nos llevaría al cerro del Puerco, se nota que estamos cerca porque vemos a varios ejemplares volando de flor en flor y otro escondido detrás de un tocón.



 





     Como es pronto decidimos continuar y acercarnos a la Cueva del Monje. No tardamos mucho y llegamos en el "justi-momento", empieza a chispear, estupendo estamos a resguardo. Coincidimos con un matrimonio de "runners", nos preguntan la dirección a tomar para llegar a la Chorranca y se van corriendo, literal.


Cueva del Monje

Detalle constructivo de sujeción de cubierta
     Nos comemos una fruta, es pronto y tenemos tiempo, nos vamos a acercar nosotros también, pero sin correr, literal. Pasamos las Cabrerizas y tomamos un camino a la izquierda. Al poco tiempo empieza a llover, nos ponemos los "chubasqueiros", agua y agua, buena pendiente y llegamos a lo que creemos que es una toma de agua del arroyo de Peñalara que lo inyecta a la Chorranca, justo por encima de la captación de agua para los jardines del palacio de la Granja.



     No podemos vadearlo, las piedras y palos están muy resbaladizos, subimos paralelos. La constancia nos premia con un puente, le cruzamos, estamos cerca, con la lluvia no oímos el torrente, nos topamos con las Peñas de la Chorranca.

Peñas de la Chorranca.

Naturaleza y arte.

     Al lado tenemos la cascada del mismo nombre, hoy la vemos desde el margen contrario a la última vez, baja menos agua que entonces pero su visión es igualmente bonita.

La Chorranca-1

La Chorranca-2

La Chorranca-3


     Después de disfrutar del lugar volvemos por nuestros pasos, sorteamos trampales y  pendientes resbaladizas y traicioneras, llegamos de nuevo a un bonito camino.
Entre velas.
Hasta muerto es bonito.
Carpintero laborioso.
     Bajamos por donde subimos y sigue lloviendo, vamos a resguardarnos a la cueva, escampa un poco y llegamos, aquí aprovechamos para avituallarnos, nos comemos un bocata de "chori-pato-sin-tumaca", hay que darse un garbeo por los alrededores, que hay mucho que ver y ha dejado de llover. 
   
Cueva del Monje.
                                   

"Cerezos di Monje",abarrotados de frutos.

Peñalara desde la cueva.

"Bolos di Monje".



"Pino di Monje".
     Nos vamos. Arrecia el aguacero a lo que se suma una tormenta eléctrica,
 vamos a llegar al desvió que nos llevaría al cerro del Puerco. Tenemos la tormenta encima y descargando a diestro y siniestro, decidimos dos cosas, una huir y otra comprarnos unos pantalones hidrófugos. ¡Como llueve! Hoy sí que estamos probando los chubasqueros a conciencia, otra vez que no subimos al Puerco. No debemos estar con tormenta entre pinos, agua, llegamos a la altura de los acopios.







     Seguimos bajando, está escampando. Llegamos de nuevo al robledal y saludamos a un ejemplar con más de trescientos años, diríamos que nos trasmite energía.

Quercus Robur.
     Llegamos a la Pértiga, salimos por la puerta y deja de llover, desde aquí un vistazo rápido a nuestras dos últimas etapas.

La Pértiga.

Cerro Matabueyes desde el aserradero.

La Atalaya entre nubes.
     Ha dejado de llover pero ya no subimos, nos vamos al coche y a secarnos los pantalones, que están chorreado agua.




La Final

     Tomamos un café calentito y reconfortante. Falta una hora para que empiece la final, dejamos la Pradera y nos vamos a Valsaín. Como es pronto y no llueve decidimos dar un paseo. Pasamos por la plaza de toros y está cerrada a cal y canto, continuamos, nos acercamos a las ruinas de la Casa del Bosque que quinientos años atrás usarán los Trastámara cuando venían a cazar. Vuela la imaginación y vemos estos montes repletos de animales, motivo por el cual decidirían la ubicación de los palacios en este valle. Hoy en día, hay muchos menos y algunos han desaparecido con el palacio. Rodeamos lo que queda de él, ya no queda ni rastro de las primeras pizarras que se extrajeron de las canteras de Bernardos para colocar en la cubierta. Vemos una de las torres del palacio, unas arcadas repletas de leña, lo que suponemos fueron las caballerizas, algunos restos y lo que también suponemos el campanario de la iglesia.







     Lo que sí hay en sus alrededores es una legión de casetas para ser utilizadas por las peñas, increíble la cantidad, tendríamos que haberlas contado, al lado está la plaza de nombre Valsaín.

Fuente de la plaza Valsaín.
     
Nos encanta este pueblo. ¡Nos vamos! Llega la hora y la plaza sigue cerrada, ha llovido mucho, lo han aplazado, hora de irnos. Según salimos en el coche, ¡Caramba!, caras conocidas que nos dicen que por las lluvias se va a cortar en el polideportivo.

     Habíamos pasado por la puerta en repetidas ocasiones siempre pensando lo mismo, parece un polideportivo para liliputienses, pero la realidad es otra está muy distinta. Está bien diseñado, pasa desapercibido, aprovechando una depresión que hay en el centro del pueblo. Entramos y bajamos unas escaleras que a mano izquierda dan a las gradas y bajando un poco más sales a la cancha. ¡Espectacular! Hay mucha gente y los troncos están en formación, seis conjuntos de diez troncos para cada uno de los competidores. Saludos y nuevos conocidos, curioso un chaval que hablando con él nos comenta que es el que hace las hachas de competición. Es el primer y único fabricante que hay en España, viene porque ha donado uno de sus hachas para el ganador del concurso. ¡Atentos!, sorteo, la suerte está echada. Curioso pero para calentar lo mejor cortarse un tronco, la propina por delante. Preparados, listos, ¡Ya! Comienza y primer tronco, segundo, tercero, cuarto, quinto, y sexto no aclaran nada. Hasta aquí todos están cortando a la par, empiezan la diferencias, se adelantan cuatro participantes, octavo, y al noveno y al décimo llegan tres cortadores. Más emoción imposible. Uno de estos tres está claro que será campeón. Fuerte sudoración, máximo esfuerzo y llegada a la meta. Campeonísimo nuestro paisano Álvaro del Espinar por segundo año consecutivo, segundo Chema y tercero Manu los dos de Valsain ¡Reñido a más no poder! Nos gustan mucho los deportes ancestrales. Entrega de premios además de los metálicos que hay para los seis finalistas, para el ganador un hacha de la marca Arkaia reluciente como un espejo.

     ¡Enhorabuena a todos los que nos han hecho disfrutar de lo lindo!






     Abajo los tres vencedores, Alvaro, Chema y Manu, el fabricante y las autoridades competentes
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