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domingo, 13 de mayo de 2018

17-04-18 Peñón Juan Plaza-II





17-04-18

Réquiem por un pino muy nuestro


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     Enfrente de los depósitos de agua de San Rafael cruzamos la puerta que nos permite entrar a las faldas del Peñoncillo y empezamos la dura subida que nos llevará a nuestra meta, después del primer tirón llegamos al camino del Ingeniero que tomamos a la derecha y nos acercamos a un cauce que normalmente está seco, pero hoy baja con bastante agua, no tiene la categoría de arroyo lo que no le permite "estar nominado", como pasa cerca de los depósitos le denominaremos "Torrente de los Depósitos".

A su paso por el Ingeniero.
     Dejamos a este atrás y continuamos con la ascensión, entre las piedras, el agua, la fuerte pendiente, y el exceso de "chicharrones" la subida nos cuesta más que la anterior subida, mientras nuestro compañero Morrosko subiendo, bajando, ora aquí, ora allá, ora arriba, ora abajo, es feliz e incansable, tenemos un primer contacto.


"El Tío Gurruñaño"
     Es espectacular ver esa mole de granito, aprovechando para tomar aire, disfrutamos de ella y la imaginación echa a volar viendo sus formas y "habitantes", pinos que no se sabe a ciencia cierta si han tenido buena o mala suerte, por un lado sabemos que su vida se supone corta y dura dadas las condiciones, pero, por otro lado, si no fuese ahí podría haber ocurrido que no hubiesen nacido. De cualquier forma a nosotros nos encantan los árboles creciendo en las duras condiciones que tienen en las grietas de las piedras, tienen una belleza especial.

     Nos quedamos como las vacas al tren ¡Vámonos! Un empinado recodo y llegamos a nuestra "mini-meta", nos inunda la alegría de volver a ver el Peñón, lo primero miramos al oeste y vemos el pueblo de mi madre, El Caloco y sus "Caloquitos" y ese peñón que se ve más bajo que le tenemos que "estudiar su tema".


El Espinar.
     Ahora nos vamos hacia norte  al "mirador", desde aquí, la vistas entre otras de San Rafael son preciosas, no se puede abstraer ni Morroskete. Se sube a una piedra al borde del precipicio jugándose la "Pelleja", pero tiene que ver el valle del Gudillos, el del Moros y mucho más, incluido el "Circo de la Garganta" que con su velo "nupcial" puesto está radiante como una novia. 


El fisgón.
     Después de disfrutar observando el paisaje, damos media vuelta, hacemos otro pequeño "recodo del Fraile" para ponernos de frente al peñón, es en este momento cuando caemos en la cuenta, ¡LA CATÁSTROFE!, ¡no puede ser!, que disgusto, parece mentira que vengamos hasta aquí y la amargura se apodere de nosotros.


     Dos años antes.


     Veníamos de un berrocal que en principio pensamos que era el Peñón equivocadamente, desde abajo vimos otro pero no estábamos seguros, sólo cuando subimos un poco y le rodeamos nos dimos cuenta que habíamos llegado a él, fue la vista del pino naciendo a los pies de las dos mitades del berrocal  y creciendo entre ellos hasta asomar por encima de ellos, fue verlo y estar seguros que lo habíamos encontrado, medio siglo después, estuvimos más de media hora contemplando la bonita formación sentados en un tronco, se veía claramente la cicatriz que le había dejado al pino un rayo, era una gran herida, pero la copa daba la sensación de estar sana.


24-04-16
     Un año y tres meses antes.

     Haciendo un "Wis-Was" nos acercamos de nuevo al Peñón Juan Plaza, volvemos a tener el mismo "Deja vu", esta vez mucho menos dilatado en el tiempo y sintiendo el mismo entusiasmo con la visión del pino acompañando a los dos peñones, aquel día no nos dimos cuenta que había perdido la frondosidad en algunas ramas.


7-01-17
     Hoy.

     Vemos con amargura que nuestro emblemático pino que mantenía a las dos mitades del Peñón en armonía, ha muerto, no nos lo podemos creer, el disgusto nos paraliza e involuntariamente nos hace guardar cinco o quién sabe si son diez minutos de silencio por ÉL, lo que sí sabemos es que hemos tenido una sensación muy desagradable al sentir uno de los cinco sabores básicos, ese amargor que te hace hasta estremecerte.



17-04-18

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17-04-18
     Después del nuestro pequeño homenaje, por llamarlo de alguna manera, nos vamos con un regusto desagradable en dirección este, rápidamente llegamos a otro berrocal y caemos en la cuenta de nuestra duda, cuando mirábamos desde El Carnero veíamos este peñascal que creíamos que era el Peñón, pero no se parecía mucho, ahora nos queda todo claro, la duda nos corroía por dentro, entre medias del Peñón y El Carnero nos encontramos este berrueco desde el cual mirando al este vemos uno y al oeste el otro, también tenemos una bonita vista del Prado Raso y de su vecino.


El Carnero.
   
Prado Raso.
 

     Para no volver por el mismo sitio que hemos venido bajaremos por una pronunciada pendiente, en pleno descenso vemos otra naturaleza muerta, está da la sensación de querer subir a los cielos y a fe que no anda desencaminada porque ya rebasa a "Montón de Osos".


Es difícil estar muerto y tener esa gracilidad.
     Seguimos bajando y varios "trasplantes de menisco" después nos encontramos con el camino de las Curvas, del que tantas veces no ha hablado Julio, por fin le conocemos, le tendremos que recorrer y será pronto, paralelo a dicho camino baja un caudaloso arroyo de la Yedra que aprovecha el Morrosko para darse un buen baño para refrescarse al tiempo que se bebe tres "porrones".


El fresco del barrio.

     El camino de las curvas antaño tan utilizado por los gabarreros y hoy en día abandonado por la falta de uso está muy desdibujado, de cualquier forma subiremos por el a Cueva Valiente, como nos indicó Julio, ojalá nos acompañe, bajamos por él y llegamos  al Ingeniero, al que vemos que le cruza el arroyo sin ningún tipo de vergüenza pero muy educado no haciéndole mucho destrozo.


Arroyo La Yedra.
     Tomamos el Ingeniero hacia el oeste y nos encontramos un caño con un chorro desmesurado.


Los Acebos.
     Dejamos a nuestra derecha mucho más abajo la fuente de La yedra y continuamos por el Ingeniero hasta que llegamos a la altura de los depósitos de Agua por donde dejamos atrás las faldas de Los Peñoncillos.


     Nos vamos relajados una vez terminada la etapa, ¡pero! no nos podemos olvidar del camarada inseparable del Peñón, que tantos años le ha acompañado y dado sombra al mismo tiempo, un pino que ha estado grabado en nuestra mente durante más de medio siglo y que estos últimos años hemos querido y admirado tanto, viendo el mal final que ha tenido este, caemos en la cuenta de los múltiples seres vivos que admiramos y queremos.


     Hay una cosa clara, nadie quiere perder a los seres que ama de corazón, ya sean personas, animales e incluso plantas, hablando de plantas, nos viene a la cabeza un reportaje de una familia japonesa que nos enseñaba orgullosa un bonsái que llevaba con ellos casi seiscientos años, ojalá les dure otros mil, por nuestra parte, con tan solo cuatro contactos con EL PINO DEL PEÑÓN JUAN PLAZA en cincuenta años nos han sabido a muy poco y su muerte nos ha dolido mucho.




Requiem aeternam.


Requiescat in pace.


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