¡Camino cómodo! Cruzamos el arroyo de Valseco, subimos cruzando la hondonada y ya vemos unas construcciones que nos imaginamos pertenecerán a nuestro objetivo. Bajamos hasta encontrarnos una labor merecedora de la "medalla al mérito al trabajo", una tierra sembrada con varios detalles que nos llaman poderosamente la atención, un precioso árbol del que no sabríamos decir de qué tipo se trata, adosado a un ejemplar igual al anterior hay un pequeño refugio que se podría decir unipersonal hecho con maestría, pero lo más sorprendente aún, es ver las miles de piedras que está claro que se han recogido pacientemente durante muchas jornadas de trabajo para colocarlas perfectamente en un acopio y así dejar el sembrado como el jaspe ¡admirable! Cabe desearle magnifica cosecha y todo lo bueno.
Aún pensando en la visión del esfuerzo que ha realizado el paisano en su tierra, llegamos al cruce de la fuente de la Santa a la que visitaremos a la vuelta, damos unos pasos y nos encontramos con las ruinas de la que fuera ermita de San Frutos, solo quedan las cuatro paredes que están perfectamente realizadas, solo tienen dos ventanucos y a la cubierta le quedan cuatro vigas pochas.
Ya se ve el enclave en el que está situado el pueblo, inusual, curioso y que le embellece considerablemente. El camino discurre por un humedal aprovechado antiguamente por abundantes huertas que desatendidas hoy en día son transformadas en choperas, tiene que dar gusto verlas en verano repletas de hojas verdes y grandes movidas por la brisa produciendo ese rumor genuino. Nos encontramos con el río del Horco con abundante agua que cruza el camino y que vadeamos por un puente de dos ojos.
Cruzamos el puente y antes de entrar al pueblo vemos que está situado a media falda de un cerro al que se abraza, con las calles escalonadas y paralelas a la ladera nos permiten ver el pueblo casi íntegramente. Tiene forma de morcilla (en que estaremos pensando) con la iglesia románica situada en su parte más alta, lo que le da un aire solemne, no debe ser un pueblo sencillo para vivir pero sin lugar a dudas es un pueblo hermoso, podríamos decir que es hasta ahora es uno de los más bonito del camino que llevamos hecho.
Subimos por la calle Ángel Rebollo y -como nos llama la atención subimos por este callejón- que nos deposita en la calle Solana.
Gracias al acortamiento nos presentamos en un santiamén (muy a propósito) a las puertas de la iglesia dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, levantada en el siglo XIII (mal número) donde haremos parada y fonda, que lo merece. Comenzaremos por la ubicación, edificada en una explanación situada al oeste, a treinta metros por debajo de la cumbre de un cerro llamado El Castillo (nos apena no haberle subido porque suponemos que tendrá unas bonitas vistas) volvemos a la explanada para ver el pórtico sobrio sencillo y de una altura considerable, situado en la fachada norte (cosa no muy normal), está flanqueado por dos tremendos contrafuertes -hechos a lo segoviano- (muchas piedras tuvieron que traer para hacer semejante machón) a la derecha de la entrada podemos ver una placa de falange de mármol blanco con dos nombres de fallecidos en la guerra civil (no sabemos si habría alguno del otro bando.) Es curioso que hace más de ochenta años en un recóndito pueblo que imaginamos semi-incomunicado hacía solamente diez años que habían puesto la primera farola en el pueblo fuese suficiente para encontrar "carne" para echar a la olla de la guerra, ocho décadas después sigue afligiéndonos, "nunca mais" ¡jamás!
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Escalera a la cúspide. |
Cambiemos de emociones, pasamos a la fachada oeste, sencilla, en la descubrimos un precioso ventanal que suponemos pertenecería a la clásica galería porticada, si nos fijamos por encima del ventanal se aprecia el hastial posteriormente recrecido para darle su acabado actual.
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Acristalada. |
Nos vamos a la fachada sur donde vemos que efectivamente la galería que suele estar siempre en esta cara ya no existe, la han cerrado dejando una puerta con arco de medio punto en el centro con otros dos tremendos contrafuertes flanqueándola y una torre de dos cuerpos en la que llama la atención un precioso campanario que curiosamente es casi idéntica a la torre de la iglesia de La Cuesta, esto nos podría llevar a pensar que podría estar construida por el mismo maestro constructor, desde la plazoleta que acompaña a la fachada se ve preciosa.
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Bello y estilizado campanario |
Tenemos que volver a la principal para cruzar una puerta que se encuentra a su izquierda y da paso a un pequeño y cuidado cementerio que es una pequeña franja entre la iglesia y un muro de contención donde solo entran dos filas de tumbas, también descubrimos el escondido ábside que extrañamente no habíamos visto, es sencillo y hermoso, la pena es que la capilaridad de la humedad le está haciendo mucho daño, casi hasta duele ver el deterioro de esta maravilla.
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Heridas visibles. |
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Necesita una reforma ya. |
Aún nos queda mucho por disfrutar, para ello nos asomamos al balcón que hace la explanada, dada su estratégica situación, se convierte en un gran mirador desde el que vemos al sur la vaguada por la que baja el rio del Horco, al oeste a nuestros pies, el pueblo rodeado por la vega que forman el río y su afluente el arroyo de los Ventrones, el prado comunal y al fondo la ancha meseta segoviana, Al norte veremos el barrio de Pavia, si a todo esto le añadimos un día primaveral, una estupenda temperatura y la ausencia de viento nos da la sensación de estar muy cerca del paraíso. Un verdadero privilegio tener la suerte de disfrutar de este emplazamiento, de la climatología, de la belleza del pueblo y de este privilegiado marco.
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Al oeste. |
Pesarosos abandonamos el grato lugar del que hemos disfrutado desde el precioso mirador e iniciamos el regreso, bajamos por la calle Iglesia y a la izquierda, la belleza está en el ambiente, se mastica, a todo esto hay que sumarle el que los astros se alinean, nunca mejor dicho porque en este caso es literal.
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Los rayos confluyen. |
Seguimos disfrutando del paseo por el pueblo y antes de abandonarle nos encontramos con una obra de reciente ejecución hecha por unos verdaderos maestros de la mampostería, de esos que nos gustan tanto, si bien hecha esta la fachada con las esquinas perfectamente labradas y las elaboradas dovelas de los dinteles la han enriquecido aún más.
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Esmeradas las dovelas. |
Dejamos el pueblo por donde entramos, "descruzamos" de nuevo el puente rustico y deshacemos el camino que transcurre bajo las choperas exfoliadas.
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Camino bajo "populus" |
Y en un periquete nos presentamos en el cruce de la fuente que cogemos para acercarnos a ella.
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Cartel artesano con pajaro incluido. |
En un quinto de periquete llegamos a la fuente de la Santa. Cuenta la leyenda que en este lugar en el siglo VIII fueron decapitados San Valentín y Santa Engracia hermanos de San Frutos (familia de santos) a manos de los musulmanes, para posteriormente arrojar sus cabezas al pilón de dicha fuente, a día de hoy aún se guardan en la capilla que tienen en su honor en la iglesia del pueblo los cráneos de los dos hermanos, la fuente en realidad es un manantial que está cubierto con un templete en el que hay una leyenda borrosa que parece poner que se hizo por donación popular en el año 1769, a unos metros hay una pequeña ermita dedicada a los mismos, también nos han preparado un murete de piedra con vistas al prado del Agua que nos viene como anillo al dedo para nuestro siguiente propósito, dar buena cuenta de un estupendo "cocido madrileño" y lo otro. Una vez que conseguimos calmar el apetito, aprovechamos que estamos rodeados de un pacifico y sosegado ambiente que nos da una relajación rayana a la siesta.
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Manantial de La Santa. |
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Ermita de Santa Engracia y San Valentín |
Nos desperezamos y nos despedimos de la fuente, de la ermita, del prado del agua, de la chopera y arrancamos. Dejamos el camino de La Herrada a la derecha y un poco más adelante nos adentramos por la izquierda en un antiguo camino hoy en desuso que nos encamina a una hermosa vaguada.
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Paraje de El Nogalillo |
El desusado camino nos dirige a la vaguada por la que subimos hasta el lugar de Cercas Pegadas desde donde después de dar media vuelta y ponernos mirando al norte descubriremos una imagen que se nos ha quedado grabada a fuego, soñamos con ella. Empezando por el oeste pequeñas encinas repartidas por la cárcava, al fondo, al noroeste vemos a Turégano y su precioso castillo, abajo, las tierras sembradas verdes, los barbechos roturados y a nuestra derecha un lozano pimpollar.
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Preciosa estampa del termino de Turégano. |
Una vez que se nos pasa el arrebato continuamos y cuando llegamos a la altura del sitio de Las Cobatillas tenemos a la derecha el pequeño valle del arroyo de Valseco y en la ladera de enfrente vemos un sembrado arado perpendicularmente al cauce del río y curiosamente sin saber como puede ser, de forma incomprensible, vemos como corre el agua suavemente por todos los surcos con el sol que les da en el "justi-angulo" para reflejarse en el agua y ofrecernos la sugerente visión del “peine de agua con reflejos mágicos”. Llegamos a la SG-V-2362 que recorreremos en dirección a La Cuesta un par de cientos de metros, donde cogemos el Camino de Caballar que nos llevara a nuestra meta, eso sí cegados por el sol que no nos deja ver nada, una vez en el pueblo buscamos la sombra para recuperar la vista y aquí antes de llegar a la meta nos encontramos con la antigua fuente y la también antigua pila.
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Pilón. |
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Antigua fuente del pueblo. |
Contentísimos con la sexta de ferias de San Frutos aún mejor que la anterior ¡ojala continuemos con el " In crescendo sostenuto"! Así deseamos que siga y nos vamos como terminamos la anterior etapita y como empezamos esta, cantando el famoso éxito: 🎵Carrascal, Carrascal, que bonita serenata...🎵.
P.D.: La historia nos vuelve a cautivar cuando leemos que corría el año del señor de 1123 cuando la reina Doña Urraca decide donar Caballar junto a otras propiedades al obispo de Segovia, por entonces no existía la iglesia que se haría dos siglos después. Según cuenta la tradición cuatro siglos antes fue cuando fallecido San Frutos sus hermanos renunciaron a quedarse en la ermita del Duratón y se vinieron al monasterio de San Zoilo hoy inexistente excepto una cruz que marca su antiguo emplazamiento. Sería allí donde lo musulmanes los capturaron para posteriormente decapitarlos en el lugar de la fuente. Dato curioso se recuperaron las cabezas y hoy en día 1300 años después siguen custodiados en su capilla dentro de la iglesia, tantos años desestimando la historia, maldita ignorancia…
P.D.: Era moderna. Hablando con P. B. nos comenta que hace medio siglo P., maestra natural de San Rafael, impartió clases en la escuela de Caballar.
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