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domingo, 26 de noviembre de 2023

1ª de La vía verde

  

11-11-23

La milla verde

         La milla verde es una novela que nos la recomendaría un amigo hace unos treinta años, nos agradó, diez años después veríamos la película, esta nos gustó más aún, el trabajo de Tom Hanks y rodeado de una buena colección de actores nos permitió disfrutar de un buen rato que nos vino a la cabeza el primer día que empezamos a pensar en el proyecto que hoy comenzamos dada la semejanza.

La Vía Verde

         Después de aparcar y coger los "trastos de trotar" arrancamos y nos llevamos la primera sorpresa al leer la denominación de la ruta en el cartel pertinente, Camino Natural Vía Verde del Valle del Eresma, nos deja asombrados cuando pensamos; primero ¿camino natural? más artificial es imposible y segundo ¿valle del Eresma? si realmente empieza adosado al arroyo Tejadilla, muy curioso…

         Pasamos bajo el Puente de Hierro que da nombre al barrio segoviano que le rodea y por el cual desde el año 1884 hasta el 1993 estuvieron pasando los trenes que iban de Segovia a Medina del Campo y viceversa.


Bajo el Puente de Hierro


         Un sueño de la adolescencia era ir en tren a Medina del Campo, por dos motivos principalmente, las constantes alusiones de un profe que tenía grabado a fuego que allí falleció Isabel La Católica a principios del siglo XVI y sobre todo porque la palabra Medina me transportaba a mundos orientales. Años después pasaría por la famosa Medina y mis fabulaciones se disiparon.

         De nuevo la ley de la casualidad universal nos trae a este punto de partida que aun no siendo nuestro soñado viaje en tren nos ilusiona igualmente, hoy será el día que comencemos a recorrer este camino ferroviario reconvertido a ruta senderista.

      Dejamos a nuestra espalda el descansadero de Segovia enfrentándonos a una recta perfecta encajada en una austera trinchera.


La recta



      Cuando salimos de la trinchera divisamos "por babor" los restos de una factoría que descubrimos hace tiempo desde la SG-20 y que siempre nos llamaba la atención, a partir de pensar en hacer la etapa que hoy emprendemos, consideramos la posibilidad de acercarnos y curiosear de cerca, hoy vemos que está vallada (posteriormente nos ha parecido que hay una vivienda dentro de la finca) nos quedamos sin poder comparar su chimenea con la de La Estación de El Espinar. Aprovechamos para saber su nombre, que era el de Cerámica de la Peladera creada a principios del siglo veinte y que fue sumamente importante después de la guerra dada la escasez y necesidad de sus productos en esos tiempos.

         Vista desde aquí parece un palacete, cuando la vemos desde la carretera se ve que está en ruinas. 

La chimenea


         Continuando nos encontramos al borde del camino un irregular majuelo con sus hojas seccionadas que tanto nos gustan, pero lo realmente llamativo es verle abarrotado de frutos, a la vista de tanta abundancia no pudimos evitar probar por primera vez sus frutos ¡menuda sorpresa! Están dulces, la puñeta es su tamaño, hacen falta un millón para juntar un kilo.


Espino albar cargado de frutas


          Luego de comernos unas "micro manzanitas" echamos a andar para encontrarnos con el túnel de Perogordo, corto y en curva iluminado en el centro con un pequeño foco alimentado por una pequeña placa solar, la bóveda de su techo realizada con ladrillo es un estupendo trabajo con gran atractivo.


Placa solar y sendero de regreso


Boca del túnel de Perogordo


         Pasamos por una nueva y singular trinchera en la que vemos unas curiosas, bonitas y delicadas formaciones de musgo que al mismo tiempo adornan a unas plantas que nos enamoran. Sus pequeñas ramificaciones visibles arropadas por unas reducidas hojas realmente cautivadoras con un colorido otoñal precioso realmente hermoso. Entendemos que las pequeñas plantas viven en este ambiente y en estas condiciones tienen que administrar los pocos nutrientes que sean capaces de extraer de las pequeñas grietas en las que arraigan, parece mentira que de la carencia salga tanta belleza, pasan los días y cada vez que vemos esta foto nos cautiva más.

¿Rhamnus pumila? aconsejados por los "super cicutas"


           Más adelante en la cuneta nos encontramos con unas plantas que dan unos frutos que nos llaman la atención y que por casualidad posteriormente nos enteramos que se llaman sandias del demonio. Es curioso que cuando las vimos pensamos precisamente en las sandias rayadas, eso sí, después de darles un repaso los jibaros porque su tamaño era un pelín inferior a un huevo y con el agravante de estar recubiertas de múltiples pequeños pinchos. 

         Y así llegamos a Perogordo y pegada a La Vía nos encontramos un pequeño cementerio que está adosado la iglesia de Santa Isabel, sencilla, en la que vemos a su espadaña con dos campaniles y coronada por una veleta que nos indica que el aire sopla del norte.

Iglesia de Santa Isabel


         Hacemos una incursión y pasamos al lado del campo de futbol del Real Racing club de Perogordo, descubrimos que en una de sus porterías la red tiene un roto por el que pasa un AVE.

Portería con red poco fiable


         Buscamos un comedor al resguardo del viento y lo encontramos en un lugar feliz.

Desde nuestro comedor


         Con el piscolabis ya en el estómago iniciamos la vuelta y cuando llegamos al área de descanso de Perogordo nos vamos a la derecha por donde hemos venido.


Para beber y descansar


      Entramos de nuevo, esta vez en sentido contrario en una trinchera recta que claramente nos indica la dirección a la meta, a la vez enmarca a los edificios de la antigua y famosísima choricera, hoy en día abandonada.


La choricera de Postigo


         Llegamos al primer punto donde abandonaremos La Vía para acercarnos al paraje de Los Arcaceles buscando el cañón del Tejadilla para descubrir la belleza de los colores del otoño segoviano.

La primera impresión


La segunda


         Era nuestra intención acercarnos a las cuevas del Tejadilla pero cuando buscábamos el camino vemos enfrente al otro lado del barranco las cuevas del Búho y de La Zarzamora que tienen la entrada cerrada con rejas para conservar los restos arqueológicos que guardan, el ver las rejas nos persuade de bajar. Rodeamos el barranco del búho y cuando estamos enfrente de la cueva del Portalón cuya entrada, aparte de ser más grande está despejada, vemos claramente en camino para acceder a ella, pero, marcha tras ni para coger carrerilla.


Cuevas del Búho y la Zarzamora


         La V que forma el barranco del Búho con los árboles y el telón de fondo te lleva a descubrir a la naturaleza en su faceta de mejor artista del universo.


El barranco del Búho en su encuentro con el Tejadilla


Cueva del Portalón


         Volvemos a La vía verde para volvernos a salir de ella evitando el túnel y nos encontramos con una preciosa "ese" creada por el sotobosque, los ocres amarillentos resaltados sobre los colores cenicientos del monte bajo carente de nutrientes, quemado por el sol y ajado por los vientos ¡S de sorprendente!


Caprichos de la naturaleza


         Nos vamos por un caminito que no es precisamente el del rey, pero de lo que estamos seguros es de que no se pondría Messi a realizar su famosa "croqueta". Aunque es estrecho tenemos mirar a La Atalaya que se ve al fondo llamativa como siempre.


La vereda de la croqueta



         Los "vértigos de Meniere" y las precauciones lógicas desaparecen en cuanto acabamos "El Caminito del Rey" que nos desembarca en la "proa" de una formación calcárea que nos asoma a un nuevo mirador de la garganta del Tejadilla, en la tranquilidad del lugar se llega a escuchar el rumor del rio por el fondo del barranco, un último vistazo al colorido cañón que imaginamos que los Gauguin o Monet, segovianos habrán pintado.


Apenados abandonamos la garganta del Tejadilla


         Dejamos atrás uno de nuestros múltiples y pequeños "cañones del colorado" para volver al buen camino. Nos encontramos en un punto en el que vemos que por "estribor" de la vía se bifurca una trinchera, de nuevo la Ley de La Casualidad Universal nos hace coincidir con el único caminante mayor nosotros que hemos visto, que casualmente nos indica que esa ramificación se utilizaba con los expresos de Santander e Irún que iban directos a Madrid sin pasar por la estación de Segovia.


El enigma resuelto


         No podía faltar a la visita en la última trinchera la plantita de nombre sugerente y que tanto nos gusta.


El ombligo de Venus


         Llegamos al principio y final de la etapa.


Nos vamos sin parar a descansar


         Hacemos el último recodo para pasar por debajo del puente, nos despojamos de los achiperres y nos vamos.


Vale Pontstem ferreum




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1 comentario:

  1. Qué lástima no haber leído tu relato antes de hacer la ruta. Cuentas curiosidades en las que me habría gustado fijarme. Hoy los chopos habían perdido ya las hojas pero esa bonito pasear por la vía.

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