06-11-21
"12ª etapa"
San Miguel de Neguera - Villaseca - San Miguel de Neguera
Doscientos veinte días después volvemos al despoblado de San Miguel de Neguera y aunque parece que fue ayer se nos ha hecho eterno. La faena es lo que nos encontramos, una neblina lo bastante cerrada para no permitirnos disfrutar del entorno, esperemos que levante pronto ¡a por ello! Zurrón, chambergo y ¡en marcha! Pero antes de dar comienzo a la etapa oímos que nos llama el único habitante del ruinoso caserío, nuestro amigo "el Maño" que nos ofrece un "traguico" del porrón a lo que le respondemos que es pronto, a la vuelta.
Lo que nos encontramos. |
Dejamos a nuestra espalda el despoblado desdibujado por la neblina y arrancamos con dirección noreste, pronto el energético sol hace su brujería y nos comienza a contentar el día ayudando a despejar la niebla. Cruzamos el puente sobre el rio San Juan donde vemos el trabajo de un arquitecto técnico “destructor", nos asomamos a la barandilla y nos sorprende el caudal que lleva dadas las fechas, pensábamos que le podía venir un poco grande el sustantivo de río.
Aún se puede leer. |
Cruzamos el puente y pronto nos vemos obligados a abandonar la SG-V-2323 que creíamos equivocadamente que sería la que nos llevaría a Villaseca. Llegamos al cruce en el que los carteles indicadores nos ponen al corriente, la anterior se dirige a la localidad de Villar de Sobrepeña (¿Posible pariente lejano de nuestro Comando Peñota y sus integrantes?) para posteriormente continuar a Sepúlveda.
El desdoblamiento. |
Por nuestra parte nos vamos por la SG-V-2418 acompañando al río San Juan, donde pronto nos encontramos con la visión de lo que queda de una antigua edificación que recortada sobre la niebla nos cautiva, una auténtica obra de arte o eso nos parece a nosotros, la crudeza de las inclemencias, el ineludible paso del tiempo y alguna mano humana han creado esta maravilla que sujeta los tres bustos que ha tallado "El Artista" en los que podemos reconocer claramente a Ordoño II y dos de sus más leales caballeros con sus yelmos escoltándole, sencilla, preciosa y sugerente imagen.
Negativo. |
Nos llama tanto la atención que no podemos dejar de mirarla, para seguir disfrutando de su visión la rodeamos y la seducción aumenta, ¡fascinante! Nos da la sensación de haber entrado en otra dimensión, por lo que vemos, intuimos que lo que se ve es lo que queda del muro de una pequeña espadaña de una ermita. Se ven los huecos donde iban empotradas las vigas de madera que sujetaba el suelo al que se subía el monaguillo para tocar las campanas que se intuye serían pequeñas por el tamaño de los huecos. Bajo los huecos nos imaginamos una hornacina apoyada en las vigas que vemos que le han venido bien a unos "chorizos", en ella se situaría una imagen. Es increíble el cambio de la luz, es un placer poder disfrutar de la belleza que se logra con cuatro cantos, la niebla criba la luz del sol que ilumina a esa piedras que por cierto están muy bien puestas para aguantar tantas decenas de años, se ve la buena mano del maestro cantero. El tiempo ha visto caer los muros laterales, los forjados, han quitado algunas piedras de las mochetas además de los dinteles y sigue en pie, un auténtico superviviente.
Positivo. |
Volvemos al camino, no se nos ha pasado el hechizo cuando nos vemos encajonados entre los muros que ha excavado en la piedra caliza segoviana el río San Juan durante milenios, le acompaña al río el bosque de ribera con los chopos teñidos de su color amarillo otoñal que le embellecen aún más si cabe.
Amarillo chopo. |
Hay vida detrás de la amputación.
Renacimiento. |
Ya empezamos a ver los nidos de los buitres en los huecos de los farallones a los que se asoman antes de echar a volar, debe ser la hora, porque en el "carajo del palo mayor" hay tres "vigías" encargados de ver por donde vienen los del "Tele despojo" que ya va haciendo hambre.
Centinelas. |
Multitud de cuevas encastradas en ambos lados despiertan la curiosidad, pero sobremanera una que podría albergar a "los cuarenta mil ladrones" de Alí Babá por su tamaño.
Atención "Houston contacto"
Puente de Villaseca. |
Cruzamos el puente sobre el Duratón y donde vemos el cartel de la cueva de los Siete Altares dentro de la cual se conservan además de pinturas rupestres siete hornacinas de la época visigótica. Dejaremos la visita para la vuelta y comenzamos a subir por una suave pendiente donde nos encontramos dos ejemplares uno al lado del otro con las mismas diferencias de siempre que nos hacen pensar si estamos ante dos especies distintas o son diferencias por el sexo, siempre dudamos si son sabinas o enebros, tenemos que estudiar el tema. ¡Madre mía, que fotos!
Continuamos entre juníperos y en un claro aparece ante nosotros una espectacular calzada dibujada por miles de "cogutas" de chopo que dan la sensación de haber sido podadas con el corta setos.
La calzada imaginaria. |
Cambia la flora del camino ahora nos flanquean Quercus repletos de sus bonitos frutos con sus gorros (cascabullos), sus orondas bellotas (cotiledones) y que acabo de leer que algunas de sus especies son toxicas por exceso de taninos, menudo disgusto, menos mal que a los cerdos les gustan y suponemos le dan un sabor por lo visto excepcional.
Cascabullos y cotiledones. |
Alcanzamos la cota 1030, cambio de rasante desde donde divisamos la espadaña de la iglesia de Villaseca de la que nos separa una pequeña vaguada, desde aquí se divisa el tremendo trabajo de los "titanes esteparios" de un año escacharrado, tierras roturadas, aradas y sembradas para que te salgan miles de girasoles "tísicos" que se quedarán en las tierras como alimento para los demonios, duele verlo, no nos imaginamos lo que tendrá que sentir el agricultor, la crudeza del cuadro de los girasoles resecos se mitiga con la belleza de la forma de sus flores en la que las semillas se distribuyen mágicamente hasta el punto de que nos hipnotiza, algún ejemplar se le ve bien comido y de tamaño considerable, una pena porque han perdido sus preciosos colores, pero no se puede dejar de admirar su forma, es gratificante, es una auténtica obra de arte, parece mentira que de una pipa salga esta maravilla, la magia de la naturaleza.
Descubrimos que es tal la fascinación de los girasoles que la ciencia también se ha fijado, hasta el punto que un matemático llamado H. Vogel ha propuesto un sistema que denomina coordenadas polares que explica de alguna manera la formación del receptáculo de los girasoles, este modelo es muy utilizado en física y trigonometría, es fascinante hasta dónde llega la imaginación de algunos humanos.
Asombroso el parecido con la formación del girasol. |
No menos llamativos son algunos de los nombres vernáculos que se le da al girasol, tan bonitos como, flor del Sol, Rosa de Jericó, Copa de Júpiter y muchos más.
Helianthus annuus |
Pasamos la cañada y llegamos a la meta del día.
Nos damos un pequeño paseo por el pueblo donde charlamos con un paisano y a continuación nos dirigimos a la pequeña iglesia románica. Tiene un pórtico acompañado por dos arcadas, una a cada lado que están tapiadas, todo muy sencillo como todo el templo. Sobre la cubierta vemos el campanario de la espadaña resguardado con un pequeño tejadillo que utilizara el campanero para cobijarse cuando toque "A pende".
Iglesia de Santo Tomás. |
Dejamos la puerta principal para ver la retaguardia donde nos encontramos con el sacramental del pueblo, es pequeño pero como están recientes los días de todos los santos y la conmemoración de los fieles difuntos, está impecable, no habíamos visto nunca un cementerio entero rastrillado, repleto de flores, brillante y "pasado el aspirador", bien es cierto que es pequeñito.
"Porta caeli" |
Con perdón, pero en este momento nos viene de perillas recordar aquello que escribiera Cervantes: “váyase el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza”. Dicho y hecho, nos sentamos en unas piedras que nos recuerdan el palco de un teatro, no precisamente por su comodidad pero si por la sonoridad, un coro compuesto por cientos de diferentes especies de pájaros, entre todos interpretan un "Allegro ma non troppo", que nos ameniza los sándwich de "Menisco" que nos hemos comido.
Arrancamos el camino de vuelta, curiosamente vamos por el Camino a Sepúlveda que arranca en la misma puerta de la iglesia de Santo Tomas y en vez de ir a Sepúlveda va hasta la ermita de San Frutos. Dejamos el merendero y cruzamos el camino para ver venir los coches, es asombroso el tremendo tráfico que tiene el camino, que por cierto está repleto de baches, será difícil ver un camino rural con está cantidad de coches y ¡que coches!
Nos encontramos con un pastor que nos mira con asombro y nos pregunta que donde hemos dejado el coche, el ovejero, a la sazón hermano del paisano con el que habláramos en el pueblo que se encontraba lesionado, hablando con Félix que así se llama, le comentamos nuestra idea sobre el camino que pensamos tomar, nos comenta que no es muy buena idea dado que cada vez se usan menos y que nos vamos a perder (Lo que hacía falta decirle a un segoviano) tenemos que seguir la regla que hemos llevado en todas las etapas anteriores, por ello nos resistimos a volver por donde hemos venido y seguimos con nuestra idea, no sin antes comentarle que esté atento a los telediarios. Nos despedimos y continuamos. Cruzamos el arroyo con el redondo, profundo y rotundo nombre de arroyo de los Pozarrones, sorprendentemente aquí, en mitad del monte nos encontramos con un auténtico atasco de tráfico causado por una caravana, varios coches y dos autocares que vienen en dirección contraria. Nos tenemos que poner la gorra, sacar el silbato y ponernos a dirigir el tráfico en una vaguada en mitad de la nada, en un camino tachonado de baches, unas apropiadas y sabias maniobras realizadas por los conductores de los autobuses y rápidamente desaparece el problema, subimos un pequeño repecho y nos salimos por la izquierda en el paraje denominado con esa palabra de la que tanto nos gusta el continente y el contenido ¡El Porrón! A partir de aquí comenzamos con nuestro Vía Crucis particular, no tenemos cruces, un sol gigante que nos da de frente nos obliga a caminar viendo únicamente las punteras de las botas, caminos poco usados, en muchos tramos arados, tenemos que acercarnos a una de las múltiples "majás" para ponernos un poco a la sombra y para librarnos del acoso del sol. Viendo estas sencillas construcciones embellecidas por el paso del tiempo, las inclemencias de éste y el abrigo de los líquenes le dan un moteado precioso. Cada piedra, aunque sabemos que es quincalla nos parece una joya y sobre todo vemos una que nos dice: "no me miréis así que yo también me he asustado"
Toda la vida las paredes han oído y últimamente algunas ven. |
Volvemos al camino, el sol nos sigue cegando, la senda se nos va desdibujando entre los pies, también ayuda mucho el trabajo de los tractoristas que no levantan los arados cuando los cruzan de un sembrado consiguiendo hacer desaparecer los caminos bajo los surcos. A la altura de La Covatilla le hacemos caso a Félix y nos perdemos un poquito, el despiste nos lleva hasta El Mirón donde corregimos el rumbo hacia Los Corralillos, hacemos un alto, lo que vemos no nos ayuda, es curioso ver que los arboles no agobian pero nos encontramos un poco desorientados.
Al oeste. |
Al este. |
Continuamos corrigiendo el rumbo, salvamos una pequeña vaguada, ¡aleluya!, nos encontraos con una senda apenas perceptible que seguiremos. Está quedándonos bastante claro que los caminos se usan poco o casi nada, ¡qué razón tenía Félix! Nos topamos con un chozo de pastor en un estado impecable, una preciosidad hecha por un artista, admirable.
Joya de piedra, preciosa. |
Por lo menos si se nos echa la noche encima tenemos "casa rural" donde refugiarnos, otra ración de ceguera solar. De repente nos cambia el metabolismo y nos invade una agradable sensación cuando descubrimos el bosque de ribera que nos indica que hemos vuelto al buen camino.
La belleza del bosque de ribera. |
Hacia el norte descubrimos "El Gran Cañón del Duratón", el nuestro, el segoviano, el genuino, precioso, impresiona ver la altura del despeñadero, revisando las curvas de nivel vemos que hay una diferencia de nivel de noventa o cien metros aunque no lo parezca al estar camuflado por la arboleda.
Desfiladero. |
Llegamos al paraje de La Pinta, la suerte nos acompaña, descubrimos a un "eremita meditando" en lo alto del acantilado mirando hacia el sol, teniendo en cuenta el lugar y las circunstancias, cuando nos ve aparecer mirándole con la boca abierta también se sorprende. Comenzamos a charlar, encantador, no es un "monje tibetano", en todo caso sería "monje segoviano" que es de donde viene, Fernando, para nosotros "San Fernando", conocedor del lugar nos indica el camino que debemos seguir. Tenemos que dar gracias al encuentro, de otra forma posiblemente nos hubiese costado encontrar la pequeña senda de vuelta, le agradecemos la exposición de sus conocimientos sobre el entorno, el coloquio y sobre todo las indicaciones ¡nos vamos! Pronto nos damos cuenta de que vamos por lo que podríamos llamar la "garganta del Duratón" dada la altura, senda angosta, alguna pequeña dificultad, unas gotas de vértigo, la belleza del sotobosque, nos damos cuenta que las dificultades son menores y comenzamos a bajar y a la mitad del descenso miramos por donde hemos venido, "Mamma Mia".
La garganta del Duratón. |
Llegamos a la vera del río para disfrutar de un entorno de una calmada belleza con un silencio roto únicamente por el rumor del Duratón, posiblemente será uno de los parajes más hermoso, escultural y majestuoso. El Cañón del Duratón, este río que durante millones de años ha erosionado la caliza para darle la forma actual, tantos años de trabajo le han dejado cansado, bien se ha ganado el poder discurrir tranquilamente.
Melodía acuática. |
Ya sabiéndonos en el buen camino nos disponemos a disfrutar de la floresta de la cual forman parte unos llamativos, altísimos, desnudos y esbeltos chopos.
Esperando al pintor. |
Al tiempo que disfrutamos de la senda vemos en la escarpadura de la izquierda las cuevas del Santero y del Cura de gran tamaño, en la margen contraria aprovechando las grandes oquedades las cerraron antiguamente con muros de piedra para convertirlas en vivienda, establos o pajares, hoy en día ya en desuso se caen a pedazos.
También nos encontramos con nuestro "Monte Rushmore" particular, en este caso está hecho a lo segoviano, como no hay presupuesto se ha encargado la naturaleza de la ejecución, la idea que ha tenido nos ha encantado, ha representado a una famosa marioneta que la hemos visto trabajando muchas veces en el festival de Titirimundi que tanto a nosotros y a la gente menuda.
Arriba al fondo Cascanueces. |
Nos enteramos que este último tramo la llaman La Senda de La Molinilla, es cortita pero muy recomendable, hoy los chopos están desnudos, muy bonitos, pero cuando estén repletos de hojas verdes en verano un espectáculo y con ellas amarillas en otoño tiene que ser un placer.
Llegamos a la altura del chiringuito que hoy está cerrado y nos encontramos de nuevo con nuestro "San Fernando", una enciclopedia viviente del lugar con su fluida y amena conversación que tenemos que interrumpir de momento. Nos volveremos a ver, tenemos amigos comunes en Segovia. Nos vamos que se hace de noche tanto que no podemos pasarnos a ver la cueva de los Siete Altares, nos quedamos con las ganas, otra vez será. Cruzamos el puente sobre el Duratón que está adornado con varios ejemplares del escudo de la provincia de Segovia.
Escudo de la provincia de Segovia. |
Salimos del "Cañón del Duratón" dejamos a nuestra izquierda las ruinas de lo que nos ha confirmado "San Fernando" fuera una ermita, dejamos de nuevo atrás, ahora en sentido contrario el cruce a Villar de SobrePEÑA, y llegamos de nuevo a San Miguel de Neguera ya de noche. Nos descargamos y a casa contentísimos de lo que nos ha hecho disfrutar la etapa del día de hoy.
P.D.- Deseando hacer la decimotercera y última etapa de nuestro Camino de San Frutos tan particular ¡Que llegue ya!
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