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domingo, 7 de junio de 2020

30-05-20 Peñón Juan Plaza pos-confinamiento






30-05-20

Mayo-Pos


      La vida nos demuestra de nuevo que el tiempo es relativo y lo hemos visto claramente después de estar recluidos por lo que creo que todos sabemos. Hace 79 días de la última etapa hecha por el Comando Peñota, o sea 1.896 horas o lo que es lo mismo 113.760 minutos, no minutos de reloj, no, han sido minutos de microondas que como todo el mundo sabe llegan a durar una infinidad. Bueno, pues si tenemos en cuenta que nuestras únicas excursiones durante nuestro "internado" han sido al frigorífico (eso sí, repetitivas y abundantes) y le sumamos el sedentarismo y el exceso de meditación,  directamente nos lleva a pensar en las dificultades que conllevará retomar la vida normal y las ascensiones de las cuestas de nuestros montes.

     Tenemos que reconocer que la primera "etapita" que hemos hecho fue bastante floja, con todo y eso nos salieron unas agujetas del mismo tamaño que le salen las patatas al hortelano tonto, a estas le tuvimos que añadir un buen surtido de molestias, punzadas y aguijonazos. Como parecía que la desazón decrecía probamos el fin de semana pasado a caminar un poco más, no mucho, pero algo más. Ya fuera por lo curativo del agua de la fuente de los Gabarreros o del de la Virgen de Las Nieves que bien podría ser, ocurrió que nos encontramos que no sufrimos la aspereza del anterior experimento, por ello decidimos empezar a prepararnos para la "vertical" y escogemos como primera prueba nuestro querido Peñón Juan Plaza, tramo corto pero con una buena dosis de inclinación tachonado de piedras y palos sueltos. Para ello comenzamos la etapa en la puerta situada enfrente de los depósitos, pronto y dada la fuerte pendiente casi nos pinchamos la nariz con un "cardo borriquero de mal agüero" (hemos cortado, arrancado y llevado al punto limpio  cientos esta semana) bien es verdad que curiosamente su flor es preciosa, no lo podemos negar, además de llamativa. En la foto se aprecia vagamente pero vemos como dos minúsculos comensales disfrutan de su suponemos rico polen a lo que acceden gustosamente pero no se te ocurra acariciarlos con la mano, seguro que te paga clavándote infinidad de "aguijones" que posiblemente antes de quitártelos se infectaran.


Onopordum acanthium.

      Leemos sobre los Onopordum nos quedamos perplejos, curiosamente en varias páginas le idolatran, incluso dándole títulos como: planta silvestre muy interesante, múltiples propiedades, "pueden jugar al baloncesto", llegan a los dos metros, (esto lo podemos afirmar después de lo recientemente visto) para acabar dando consejos para su trasplante, abonado, riego, poda multiplicación, etc. No se nos ocurre a quien se le puede pasar por la cabeza plantarlo en su jardín.

      "Espoleados por las espinas" aceleramos el paso que dada la dura pendiente no es muy rápido, aunque como el tramo es corto no tardamos mucho en hacer el recodo que nos deja enfrente de nuestro querido caos de granito. Lo primero que hacemos es asomarnos al mirador al tiempo de insuflar oxígeno a nuestros pulmones disfrutamos del verdor del valle de San Rafael que con la primavera que tenemos realmente es digno de disfrutarlo, a nuestra derecha vemos a otro mirón.


"El Osanapio"

      Hacemos un nuevo recodo nos presenta a El peñón Juan Plaza, imponente, bello...


Desde el oeste.
      Subimos unos metros y nos sentamos a contemplar su frente sur mientras bebemos un poco de agua, tantos recuerdos nos traen muchas consideraciones a la cabeza, nuestra infancia subidos en lo alto del peñón, el primer día que subimos después de medio siglo y le reconocimos por su genuino pino, el día que subimos poco después y nos encontramos  el pino tan muerto como el "presunto bandolero" del que toma su nombre, tantos años teniéndole como meta de excursiones infantiles del cole, algunos picnic, también subieron durante un tiempo algunos "aizcolaris" a entrenarse, todavía quedan sus huellas,  tanta gente… Cuantas personas habrán hecho este itinerario a lo largo de los años, seguramente habrán sido miles, aunque últimamente los senderistas están más preparados y mejor equipados y sus metas son mucho más largas y duras, estas tachuelas quedan para los que somos del sector blando del partido.


Pensar que hemos estado subidos ahí.
            ¡Prosigamos! Subimos rumbo sur buscando el camino del "ingeniero aeronáutico"  al que llegamos rápidamente, le acompañamos en dirección a la fuente del Cura a la que llegamos antes de lo que creíamos después de cruzar el cauce seco del arroyo de la Hiedra, el manantial del que se surte la fuente es el nacimiento del arroyo de La Hiedra, curiosamente tiene un caudal generoso. La que no disfruta de buena salud es la fuente, ha sufrido una amputación, el caño ha desaparecido, bien es verdad que la última vez que le vimos no estaba muy alto pero se podía coger agua, ya no ¡Una verdadera pena! Nos hubiese gustado verla en plena efervescencia, no se entiende muy bien, durante muchos años los gabarreros cuidaban las fuentes porque sabían lo importante que es el agua por estas latitudes, hoy sin ir más lejos nosotros contábamos con su agua, una faena. Intentamos comenzar el arreglo de la fuente en un ataque de solidaridad acuífera, empezamos tratando de bajar el nivel del cauce, hemos bajado unos treinta centímetros un tramo de un metro ¡Por Tutatis! Tenemos que dejar los trabajos de drenado del cauce, hemos tenido un accidente laboral, ¡A quien se le ocurre tirar cristales aquí! quitando piedras para bajar el nivel un trozo de cristal traicionero nos acaricia haciéndonos un pequeño manantial de plasma sanguíneo lo que nos obliga a parar las obras automáticamente, continuara, ¡Verdad jefe! No podemos por menos que felicitar al descerebrado que saca una botella de cristal de su entorno ¡Hay que reciclar! Tenemos que pedir perdón, saneando la herida nos dejamos dos trocitos de cristal, bien es verdad que están a la vista ¡Cuidadín!


Estado actual de la antigua fuente.
      Para mitigar el doble disgusto nos buscamos un "comedor" cómodo cerca, el rumor del agua hace las veces de hilo musical y a disfrutar de la pitanza y de lo otro. Antes de que el sueño nos paralice nos vamos paralelos a la alambrada que separa las dos provincias, nos acercamos a la pedriza de El Carnero, sorpresivamente empiezan a caer gotas, pocas, pero gordas, motivo por el cual ponemos pies en polvorosa como hicieran los sarracenos después de la derrota que sufrieron en los campos de Polvorosa (Palencia). Afortunadamente se queda en susto, a mitad de la fuerte y pedregosa pendiente hay un mirador de San Rafael que a día de hoy recién maquillado se le ve realmente bello, es parada obligatoria.
No es porque sea nuestro pueblo.
      Rematamos la segunda mitad del descenso del Carnero por el que desembocamos en la prolongación del camino del Ingeniero que tomamos dirección oeste, por él circulábamos y ¡Premio! No habíamos caído en la cuenta, llevamos sed pero cuando la vemos se nos dispara, alabado sea el ingeniero que nos ha acercado la fuente del Acebo a píe de camino ¡Una bendición! Nos viene como agua de mayo y nunca más a propósito que para eso estamos a treinta del mismo. Curiosidades de la vida, hay energúmenos que les gusta destruir fuentes y artífices creadores de fuentes nuevas en los sitios más idóneos como precisamente así ha sido el caso de hoy y de todos los días y personas que pasamos por aquí. Te invita a beber de ella, manantial de abundante agua fresca que nos hace desaparecer la sed por arte de magia, no entendemos cómo es posible que un líquido al que le dicen insípido te llegue a parecer tal exquisitez.



2º proyecto y creemos definitivo de la fuente de Los Acebos "milagrosos".
      Enternecidos por las bondades de la vida y con la sed liquidada retomamos el camino, parece mentira que cosas tan sencillas te hagan tan feliz, de nuevo vuelve a sonar la primavera de nuestro tocayo Vivaldi para despedirnos tras corto y cómodo tramo del camino de la etapa de hoy.


Para terminar una pequeña galería del encanto primaveral.
Mayo florido y hermoso.












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