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sábado, 25 de marzo de 2017

Revenga-Acueducto (ii etapa)-18-02-17






18-02-17

Revenga-Acueducto (II etapa)   


     Yo, señores, soy de Segovia, algo así, me parece recordar que empezaba El Buscón de Quevedo, ¡caramba!, pensé, paisano mío, lo que me llevó a pensar que me gustaría y no me equivoque.

    Aparcamos el coche en la calle Cañada Blanca de Revenga, comenzamos a caminar y rápidamente dejamos los repetidores a la izquierda, un poco más y llegamos  a la altura del depósito de agua, que vamos dejando atrás, ¡no puede ser!, de nuevo nos encontramos con el sempiterno Mariano, que se nos hace un fijo de los viajes por cualquier camino que cojamos en los alrededores de Revenga. Saludos, le preguntamos cómo es posible que sepa hora e itinerario para encontrarnos todos los días sea de tarde o de mañana como es el caso de hoy, nos contesta diciéndonos que él estaba pensándolo mismo. Hablamos un rato, le pedimos unas indicaciones para hoy y nos despedimos diciéndole  que adivine fecha y hora de la próxima etapa, él no sabe que tenemos dos seguras por la zona en la carpeta de pendiente. No se nos ha pasado la sorpresa cuando llegamos al punto 10 de la ruta del Acueducto, que fue donde terminamos el primer intento por un catarro traicionero, motivo por el cual desde aquí comenzamos la segunda etapa, dejamos a nuestra espalda a la Mujer Muerta, cubierta de un sudario blanquísimo.


     Ponemos rumbo al norte de nuevo por nuestra muy querida Real Soriana dejando a la derecha el cerro de Cabeza Grande y a la izquierda el Calvario, subida suave y estamos en el punto más “alto”, desde allí vemos por primera vez el cimborrio de la catedral de Segovia, bonita incluso de lejos. 
Dejamos atrás un cartel con una leyenda que dice "camino romano", cogemos el testigo y a la carpeta de pendiente. Vamos por un encinar con unos ejemplares preciosos, sitio que aprovechamos para comer una manzana, nada más arrancar nos asomamos a una pequeña y primorosa vaguada formada por el arroyo de las Fuentecillas que se despeja de encinas y nos muestra pastos verdes.

 Al fondo del camino vemos recortado un poste señalizador de la ruta del agua que con las prisas la habíamos olvidado, bajamos, vistazo al arrollo que baja con bastante agua, subimos y a la altura del poste está el cruce con el cordel de Santillana, aquí decidimos acercarnos a las ruinas de la venta del mismo nombre y de la casa del esquileo Iturbieta, lo que a la postre sería un acierto y un disfrute. Es curioso pensar que este cruce en mitad de la nada en su día fue un enclave importante, 
vamos por partes, dos mil años atrás pasaba la calzada romana (Vía XXIV) que unía Mérida (Emérita Augusta) y Zaragoza (Caesaraugusta), camino de Santiago desde Madrid, camino transitado por reyes, los Austrias de camino a sus cacerías, posteriormente los Borbones en sus viajes vacacionales a los palacios de La Granja, Valsaín y Rio Frío, etc…




Entramos a un gran patio central, con sus antiguos muros plagados de heridas que nos susurran y comenzamos a oír a los pastores y sus perros que sacaban a las ovejas del sudadero y las dirigían a las manos de los esquiladores que trasquilaban a miles de ovejas, después las conducían a la peguera donde una a una eran marcadas con el hierro del dueño impregnado de pez caliente posibilitando reconocerlas en ese momento y posteriormente con la lana crecida. Continuamos y nos asomamos a la lonja donde guardaban los vellones antes de llevarla a lavar, luego vamos viendo que había panadería, varias fuentes, cocina, comedor, dormitorios, todo a gran escala porque en época de mucho trabajo vivían más de doscientas personas, a todo esto hay que añadir la residencia del Marqués situada en la planta alta cuando
venía a supervisar los trabajos. Seguimos con el paseo mental entrando a la venta, el posadero nos dice que no tiene Coca Cola pero si una olla podrida digna de la mesa de un cardenal, dando cuenta de ella estamos cuando a la mesa de al lado se sientan dos personajes, que valiéndose de su doctorado en engaños consiguen que les invitemos,  con su picaresca aprendida en Alcalá de Henares Don Pablos (El Buscón) que viene en compañía de un soldado desde Cercedilla. Nos comenta que vienen de Madrid, se han conocido en el camino y en Cercedilla los han robado, dice que sus padres han fallecido y van a cobrar la herencia, después de pagar por la olla podrida, una hogaza de pan y una frasca de vino  de tercer agua un total de cuarenta y tres maravedíes nos despedimos y abandonamos el sueño.  
Retomamos el camino en el punto veinte del sendero del acueducto que coincide en este punto con el kilómetro 586 del camino de Santiago, desde aquí vamos descendiendo ligeramente, cruzamos la carretera de la Granja al palacio de Río Frío, seguimos por el cordel dejando a la izquierda el rancho del Feo, vamos por la Dehesa de los robles y vemos a la derecha las casas de Aldeanueva con su bonita torre. De repente choque temporal, salimos del siglo dieciséis y entramos al veintiuno directamente, cruzamos las vías del Ave por un macro puente, dejando a la derecha los túneles del Guadarrama y a la izquierda la estación de Segovia llamada Guiomar, (futura visita) y 
nombre de mujer con el que firmaba sus cartas Pilar de Valderrama a Machado. Hemos pasado directamente de la diligencia a la alta velocidad en un periquete. Continuamos por el cordel y la ficticia olla podrida no nos quita el hambre, tendremos que comer de verdad, saltamos la acequia del Mercado que en este tramo discurre paralela al cordel y nos sentamos en una arqueta de la traída de aguas mirando el maravilloso panorama, al norte preciosa y muy blanca Peñalara
y en abanico de derecha a izquierda, Cerro Matabueyes (Pendiente), Quitapesares, Palazuelos, detrás, Tres Casas y más a la izquierda San Cristóbal, al fondo Torrecaballeros, universo Segovia y hablando de ella nos vamos, llegamos al paraje El Villar donde cruzaremos por debajo de la Sg-20, llegamos al Prado Boyal sorteando charcos 
y estamos en Nueva Segovia donde cogeremos la avenida Vicente Aleixandre, mojón, izquierda por Dámaso González dejando a la derecha El Perico Delgado. Cruzamos la Avenida Gerardo Diego y nos encontramos con el hotel Cándido, mojón. Por la acera de la Cl-601 llegamos al decantador, un poco más y a la izquierda La Monumental.


¡Llegamos!, estamos delante del comienzo del acueducto, a partir de aquí le acompañamos disfrutando de su compañía hasta la calle Obispo Gandásegui,
giramos a la derecha por Conde Gazzola di Ceretto, (Que bien suena el italiano), a partir de aquí el agua sigue su camino hasta el Alcázar soterrado pero lo seguiremos hasta el final, cuando llegamos a la calle Colón nos cruzamos de acera no nos cojan con sus garras los de hacienda, Plaza la Rubia, Cronista Lecea, Plaza Mayor y de frente La Dama, preciosa, sobre todo después de su reciente rejuvenecimiento. Bajamos por Marques del Arco hasta la plaza de la Merced, parada para ver el magnífico ejemplar de abeto y su jardín que nos gusta mucho, continuamos por la estrecha Daoiz hasta llegar a la plaza Reina Victoria Eugenia con el Remate al fondo de El Alcázar.
 

Es un sitio hermoso, mirando al norte Zamarramala, la Iglesia de la Veracruz, el Parral y por debajo el Eresma, ahora nos vamos al sur enfrente el Serón, a la izquierda el cementerio judío y abajo el valle del Clamores con sus huertecitos. Nos vamos por la ronda Don Juan II hasta la plazuela del Socorro en la que se encuentra la estatua, en realidad las dos mitades que forman la estatua de Agapito Marazuela,
pasamos bajo el arco de la puerta de San Andrés y no te vas a creer con quien nos hemos encontrado, nada más y nada menos que el mismísimo Buscón Don Pablos, ha cogido la herencia que tenía su tío Alonso Ramplón, se vuelve a Madrid y va dando un rodeo para que no le vea el licenciado Dómine Cabra. Adiós, adiós, nos vamos por San Valentín y llegamos al puente Sancti Spiritu que nos lleva a la plaza de Cándido mesonero mayor, un último vistazo a la catedral ya iluminada, deslumbrante,
subimos doscientos o trescientos metros de Ezequiel González y nos encontramos cogemos "la diligencia" que nos llevara a Revenga, punto de partida y punto final de la divertidísima segunda etapa de la senda del Acueducto.



    P.D.: ¡Un día 

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