17-06-17
Era uno de mayo de no hace muchos años, ese día el Comando Peñota iba al completo, motivo suficiente para llevar los macutos llenos de felicidad y de lo "otro", habíamos decido ir a conocer las Pesquerías Reales y allí fuimos, estábamos teniendo una primavera lluviosa, motivo por el cual el Eresma y todos sus afluentes rebosaban agua, hecho este que unido a la belleza del lugar, la gigantesca obra realizada en toda su margen izquierda, el fabuloso día que amaneció y la maravillosa compañía, nos hizo disfrutar de su recorrido desde el embalse del Pontón hasta Valsain. Desde ese mismo día el Comando Peñota tuvo un flechazo y se enamoró perdidamente de las Pesquerías.
Hoy en día, pasado un tiempo somos matrimonio, un matrimonio moderno que por motivos laborales, de empadronamiento, etc..., les separa la distancia, pero esto no es óbice para que cada vez que nos vemos la alegría y el disfrute sean enormes.
Aparcamos en la calle del Barrio Nuevo H. Vemos el cole desocupado de niños y el centro médico despejado de enfermos, no vayamos a creer que los niños se lo saben todo y que no hay enfermos, lo único que ocurre que es sábado y están cerrados los centros.
El plan "A" de hoy es salir de La Pradera de Navalhorno para ir a los Vadillos, para eso cogemos "los trastos de matar" y nos lanzamos en busca de nuestra meta. Pronto llegamos al puente de los Canales que al mismo tiempo que servia para pasar, sujetan los pilares del tosco pero eficiente acueducto mandado construir por Ios Trastámara. Es curioso que hecho quince siglos después del segoviano no mejorasen los detalles constructivos. Este se hizo para abastecer de agua al palacio de Valsain, hoy en ruinas.
Acueducto de los Canales. |
Ya vemos el Barco o Tobogán del príncipe como se quiera llamar. Lo que está claro es que a los niños les encanta desgastar pantalón escurriéndose por él. A nosotros también nos dan ganas de tirarnos, seguramente tendría que ser rodando. Es curioso ver la línea recta que recorre la piedra de arriba abajo demostrando la superior dureza del cuarzo ante el desgaste.
Estamos llegando a Boca del Asno, vemos el cañón y la escalera que libra la diferencia de altura que subimos para hacer un primer descanso comiéndonos una manzana. Aquí sí que arde Troya, "El morro di pollino" esta abarrotado de familias, parejas y niños muchos niños. Nosotros continuamos, casi ni se nota el arroyuelo de las Cárcabas. Llegamos a lo que queda del antiguo puente de los Vadillos. La duda nos corroe, vemos con sorpresa fotografías relativamente modernas, de hace muy poco tiempo con el puente entero, hoy en día quedan los tajamares y las pilastras, suponemos que se lo llevaría alguna riada, se lo tendremos que preguntar a los amigos de Valsain.
Vamos pegados al río, vemos una colonia de libélulas de cuerpo azul y alas negras. Posteriormente nos encontraríamos a un caminante con una cámara grande y su trípode. Hablamos con él y la ley de la casualidad universal funciona de nuevo, es de medio ambiente y está haciendo fotografías a las libélulas y mariposas. Nos enseña algunas y está claro que las hace bastante mejores que las nuestras, nos da nombres pero solo nos quedamos con la mariposa limonera que huelga decir cuál es.
De profesional |
La nuestra, está claro que nos falta mucho, el que la vea tiene premio. |
Un poco más y nos encontramos la confluencia del arroyo del Telégrafo y del arroyo del Puerto del Paular, también en este punto cada uno de ellos tiene su respectivo puente.
Puente sobre el Paular. |
Puente sobre el Telégrafo. |
Nos adentramos un poco por el Telégrafo, poco que llevamos más de nueve kilómetros y tenemos que volver, lo justo para ver un comedor minimalista estupendo, con "perchero di mochila".
Metemos los pies en el agua fresca, entre esto y el bocata nos cambia el metabolismo, ya somos otros.
Precioso perchero. |
Nos lo llevamos a casa.
Una hermosa hierba graminoide embellece un canto del río. |
Helecho minimalista. |
Nos llevamos estas bellezas también.
Sacamos los "pinreles", fresquitos, agradecidos y dispuestos para la vuelta, nos encontramos nuestros clásicos bolos.
Este con gorra. |
Nos vamos, que nos queda bastante, pero no es óbice para ir disfrutando de las Pesquerías, maravillosa obra encargada por un rey, que hoy en día las disfrutamos los plebeyos y además gratis.
La faena es que este año ha llovido muy poco y es escasa, muy escasa, nos preguntamos cómo acabará después del verano, saturado. Da un poco de pena, tenemos que hacer una visita primaveral.
Desviándonos un poco del camino nos encontramos otro poco más de agua en la fuente del Cardo, con ese cartel tan artesanal y encantador.
Llegamos de nuevo al puente de Navalacarreta, ahora le vemos por arriba, está en perfecto estado, creemos que por este puente pasaba en su día el camino de Madrid a La Granja.
Puente de Navalacarreta con can. |
Continuamos bajando y nos seguimos encontrando carteles y fuentes, todas con un agua muy fresca y rica que hoy nos han venido de perillas, dado el calor que nos ha acompañado todo el día. De hecho hoy ha sido el día que más agua hemos bebido en una etapa.
Ya estamos acabando el recorrido de hoy, unos cuantos kilómetros, vamos por la pradera, entre magníficos ejemplares de roble, trescientos o cuatrocientos años nos contemplan y nosotros a ellos.
Salimos de la Pradera camino del coche, pero antes cierra la puerta que se escapa el gato.
P.D.; Estupendo día, maravilloso lugar, una gozada, solo un poco de tristeza al pensar en el posible mal uso de este sitio tan bonito. Desear limpieza, cuidar el Eresma con ese agua tan transparente que incluso tiene truchas aún, aunque cada vez menos.
Nuestro matrimonio con las Pesquerias sigue funcionando a las mil maravillas, ha sido una visita corta de un día, pero larga de distancia, está claro que nos seguimos queriendo.