06-03-16
El caso del Tuerto Pirón
Como no podía ser de otra forma dejamos el coche en "PEÑArrubia” de Pirón, pueblo pequeñito y curioso.
Comenzamos la marcha en el camino de Adrada que dejamos pasadas las Hoyadas, bajamos al río para subir a su lado hasta un camino que sale a la derecha, que tomamos para subir la Cuesta de Covatillas, retomamos el camino de Adrada, en la "alta" Cárcaba, ni rastro del Tuerto, si que se ve el campanario de Torreiglesias, llegando al paraje de Matabueyes a la izquierda dirección al Tragadero, en este punto nos encontramos lo nunca visto una especie de arqueta que no sabemos lo que es,(carpeta de pendiente).
En estas estamos, cuando de repente aparecemos en un mirador natural, el cañón se nos muestra imponente, una maravilla, necesitamos de un rato para disfrutarlo, el río, el bosque de ribera, la pradera verde, los cortados ocres tremendos, los sabinares etc., bajamos al río cruzándole por un puente y pasamos del frío aire de la Cárcaba a la primavera del fondo del cañón, Dientes de León (Taraxacu officinale), Campanillas (Campanula), Margaritas (Bellis sylvestris), etc., llegamos al sitio del Avariento y a continuación a el Castrejón, donde nos encontramos con la cueva de la Vaquera, habitada en el neolítico, con cientos de metros de ramales, aquí no estaba el Tuerto, pero en su día seguro que estuvo, nos vamos, cruzamos el río Viejo afluente que baja con bastante agua y continuamos el camino que transcurre ahora entre encinas y así llegamos al caserío de los marqueses de Covatillas, en su día alcalde regidor de Madrid, allí nos encontramos con el vaquero, le preguntamos por el Tuerto, "nos dijo que no ha mucho estuvo y dejo el palomar sin pichones y del molino se llevo unos sacos de harina".
Cruzamos un bonito puente de sillares de piedra que domina un paraje idílico, con unos ejemplares de chopos (Populus alba) y de encinas (Quercus ilex) realmente notables y una fuente con el escudo de los marqueses de Covatillas grabado. Llega el momento de irnos, ahora siguiendo el curso del río, dejamos las ruinas del molino de Covatillas en la margen contraria, en su momento tendría importancia por lo grande que es, poco mas abajo vemos que sale otro canal y a continuación vemos otro molino pero este reformado.
Vemos una estatua de arte rural, un verdadero Gallifante.
Desde aquí sale un camino que nos lleva al pueblo que esta cerca, justo antes de montar en el coche le preguntamos a un pastor tocayo mio para mas señas, que si había visto Al Tuerto Pirón y nos dijo que "le llamaron de un partido político para trabajar con ellos". al coche y adiós.
P.D.: Para rematar nuestro vigésimo quinto aniversario, nos fuimos ha comer sushi segoviano a la centenaria Venta Pinillos, Huevo frito, "tajá" de chorizo y "tajá" de lomo, una maravillosa guinda para el estupendo pastel del día de hoy, teniendo en cuenta que con lo tarde que llegamos tuvieron la deferencia de atendernos, muy amables.
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