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martes, 25 de septiembre de 2018

15-09-18 Mojón de los Arteseros



15-09-18

La fuente invisible


     Cuando en la vida se da la casualidad de que te ves inmerso en una concatenación de despropósitos cada uno peor que el anterior llega un momento en el que te sientes moralmente debilitado, ese deterioro viene sobre todo cuando cierras los ojos y piensas en esas roturas que son imposibles de arreglar. Estos percances son el tinte que oscurece el alma, además añaden un sobrepeso espiritual al cerebelo, el hipotálamo y cerebro en general que te impulsa la testuz en dirección al centro de la tierra.

     Incluso en estas condiciones nos disponemos a llevar a cabo la etapa de hoy y arrancamos, pesadamente por lo que es obvio y por lo que no se ve ni con rayos X. Afortunadamente vamos por terreno conocido, la curvatura de las cervicales nos permite ver las punteras de las botas y un par de pasos por delante, no nos permite disfrutar del entorno, con la cabeza excesivamente agachada lo que vemos es una imagen circular a forma de ojo de pez que nos distorsiona la realidad, todo esto lo agrava la falta de color, al oscuro color que le da el calor del verano al monte tiñendo de marrones le añadimos nuestros grises internos que no son pocos, un paso, dos pasos, mil y pico pasos más cuesta arriba y seguimos sin levantar cabeza, sin hablar, afligidos.

     Empezamos a pensar que no vamos a llegar muy lejos, este es el momento en el que la esencia del universo nos demuestra de lo que es capaz, ¡una pequeña piña!, el germen, no de un pino que sería lo lógico, no, en este caso es el embrión de la vuelta de la luz a nuestra vista, vemos la piña gris, nos agachamos, la cogemos, según la vamos acercando a nuestros ojos va tomando color, maravilloso, es verde, es de un verde esperanza maravilloso, es un verde desinfectante, lo notamos, lo sentimos, de repente vuelven los colores al interior de nuestra cavidad craneal, hay más colores ¡verde esperanza!.


¡Pura vida!

     El color esmeralda de la piña nos inyecta visualmente optimismo que es lo que nos hace falta, esta piña con sus dos acículas peinadas a la moda me trae a la memoria aquellos lejanos días de medio siglo atrás en los que acompañando a mi hermano a recoger piñas nos lo pasábamos de rechupete. Las que cogíamos las llevábamos al sequero de la casa forestal donde las compraban. Con estos pensamientos llegamos al camino de Ingeniero que cruzamos para continuar subiendo paralelos al arroyo que dada la escasez de caudal baja tan silencioso que parece que no quiere molestar. Deberíamos decirle que el rumor del agua nos encanta y nos alegra el corazón. Unas pendientes más y llegamos al sendero que nos conduce a la fuente del Esportón, una mirada y curiosamente nos viene a la memoria la primera vez que la vimos que nos trae gratos recuerdos, bebemos su agua que nos refresca y nos calma la sed, también dentro del conjunto, en su parte alta está el portal esperando a sus inquilinos que solo lo habitan en pleno invierno, otro recuerdo que nos aplaca el bochorno, bebemos agua de nuevo, rellenamos y nos vamos.


Deshabitado está más triste.
     Antes de irnos caemos en la cuenta, limpiamos el portal, el techo y el patio, regamos el musgo, tan guapo que se ha quedado, nos vamos, nos encontramos un pino muerto y caído que se ha quedado en equilibrio, viendo la situación en la que se halla nos da la sensación de que pronto van a tener un "terremoto" las termitas.


Atención al sismógrafo.
     Esquivamos al "finado" y rápidamente llegamos a la altura del collado de las Lagunillas que le encontramos amarillo y seco, no es que nosotros estemos un poco grises, puede que te tenga su belleza que la tiene, íntimamente lo preferimos verde, incluso totalmente blanco de lo que tenemos un recuerdo imborrable.


Collado de Las Lagunillas.
     Situados aquí, en la linde interprovincial dejando a un lado nuestro estado anímico y mirando objetivamente el lugar, no nos queda más remedio que admirar su belleza. Vemos los pastos mustios mirando al cielo en espera de que le caiga ese agua que le haga revivir de nuevo. Está salpicado de "granitos" de granito y flanqueado por esos bonitos pinos achaparrados debido a la altura y las inclemencias del tiempo, a todo esto le tenemos que añadir que está coronado por un cielo realmente bonito. Una parada, respirar profundamente y unos minutos de reflexión es la mejor medicina para ver las cosas de otro color.

     Hoy no vamos a Las Lagunillas, aunque posteriormente nos arrepentimos, damos media vuelta y nos vamos. De nuevo estamos en la bifurcación y tenemos que elegir "pinto, pinto, pino pocho a la derecha" tomamos la senda que nos llevará  al mojón con el fin de dirigirnos desde allí de nuevo a la búsqueda de la fuente del pino, que es nuestra intención. Disfrutando del camino nos encontramos y mirando al norte entre pinos aparece muy a propósito dadas las fechas El Caloco.


Entre los pinos aparece El Caloco y sus ¡caloquitos!
     Adelante, en el camino de hoy de  sensaciones desiguales pasamos de disfrutar de un hermoso panorama a todo lo contrario.


🎵¿quién me va a curar el corazón partío?🎵
     - Tiritas pa este corazón partío. 🎶- con esta canción vamos cuando nos encontramos con la desagradable visión del día, vemos los restos de una res.


La fallecida.


Huellas

      Dejamos a los anatomopatólogos, forenses e investigadores científicos buscando huellas, en este caso han tenido que venir de las oficinas de Peguerinos.

     Por nuestra parte dejamos atrás los Goyatos en dirección al mojón un poco pesarosos por la desagradable aparición anterior, el camino nos aleja de la alambrada que separa los términos cosa que agradecemos, volvemos a disfrutar de la belleza del camino y pronto llegamos al mojón de los Arteseros.


El mojón
     Después del día tan enrevesado, de sensaciones tan cambiantes, nos ponemos a lo que realmente hemos venido, el propósito del día es buscar la fuente del Pino que es nuestro deseo desde hace tiempo y que hemos buscado en varias ocasiones, para esto tenemos un problema, su localización la vemos en una fotografía sin escala de la ruta de los mojones, incluida en el libro Paseos y excursiones por el Espinar dado que en el mapa topográfico nacional no viene incluida, con estos medios tomamos la dirección que nos indica, una nueva manifestación de la naturaleza nos orienta de nuevo al buen humor y nos hace esbozar una sonrisa.

El can sonriente de ojos rasgados.

     Con una sonrisa en los labios continuamos con la búsqueda, llega el momento en el que creemos que hoy nos vamos de nuevo sin ver la fuente, por este motivo cambiamos el rumbo y nos dirigimos a la vereda que tenemos pendiente de ver su final. Hoy podría ser un buen día, nos encontramos de nuevo con la visión de una pequeña planta que tiene unas hojitas granates preciosas.


Estilizada y bellísima.

     
Nos ha llegado la hora de hacer uso de los víveres ¡mala pata! Se despierta el ogro, ¿cómo es posible? Estamos tan tranquilos y de repente viene el fin del mundo, se desata una tormenta de mil demonios ¡pies para que os quiero! ¡A correr toca! Guardamos los trastos y salimos escopeteados, nos tiramos a tumba abierta hacia abajo, la tormenta nos persigue como si le hubiésemos hecho algo ¡vámonos a la izquierda! Nos sigue como un perro ¡a la derecha! Los rayos y truenos nos persiguen como sabuesos ¡nos rendimos! ¡Que nos parta un rayo! No ‘falta nada para llegar al coche, unos metros, pero no podemos más ¡el milagro! Momento mágico, doblados, las manos apoyadas en las rodillas y diciendo, nos rendimos ¡increíble! La liebre que me ha hecho correr como a un galgo, grita ¡¡¡un níscalo!!! No ¡¡¡dos!!! No ¡¡¡tres!!! Más magia imposible, al grito de un ,dos, tres, la tormenta desaparece por arte de birlibirloque y nosotros nos vamos tan contentos al coche con un estado de ánimo diametralmente opuesto al que teníamos cuando llegamos, ahora no vemos todo de color gris, ahora lo vemos todo en color naranja.

     Por la noche la chef del Comando prepara los níscalos a la plancha, un níscalo y medio para cada uno, después de una solemne ceremonia damos cuenta del delicioso manjar, una sola cosa que decir, los mejores níscalos que hemos comido nunca ¡manjar de dioses!

     Para colmo, posteriormente, nos damos cuenta poniendo en la aplicación un mapa diferente en el que viene curiosamente el emplazamiento de la Fuente invisible, hemos pasado por encima y no la hemos visto ¡a la próxima!

         

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4 comentarios:

  1. La vida está repleta de colores y hay que buscar la variedad para así apreciar mejor cada momento. El negro es uno de esos colores pero para llegar a ese color hay que pasar por otros muchos así que hay que quedarse con ese proceso y no sólo el final, que en ocasiones es injusto.Qué el ritmo no pare porque el rojo pasión es el que hace latir el corazón y con el a todo lo que le rodea. Alégrame el día andando y después escríbelo. Mens sana in corpore sana.

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    1. Nos gustan los verdes y sobre todo los azules, somos azules como los tuareg y por supuesto que seguiremos andando aunque no sea todo lo que nos gustaría.

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  2. ¡Viva esa liebre! Qué capacidad para alegrar nuestros días con estas lecturas tan interesantes, reales y divertidas. ¡Qué no pare nunca! ¡Pura vida! En la vida se trata de cambiar la perspectiva para verla de colores bonitos. Así es con el Comando Peñota. ¡Ánimo para la próxima!

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    1. ¡Como corre la liebre! y si le persiguen los rayos y truenos se parece más al Correcaminos que a una liebre. A por los sueños, los haremos realidad.

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