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sábado, 16 de junio de 2018

09-06-18 La Lola Flores




40 DE MAYO DE  2018

LA LOLA FLORES








     Aparcamos en la plaza de la Estación de Los Molinos. La etapa de hoy la sacamos de la carpeta de pendiente en la cual llevaba demasiado tiempo, vamos a subir a la "Faraona". A tal efecto llenamos el petate de bocatas, "lo otro" y agua, nos los colgamos y arrancamos. Subimos al andén, una vez en él vemos que esto parece el milagro de los "panes, los pollos y los peces" ¡parece cosa de magia! De repente tenemos el don de la ubicuidad, ¡estamos en dos sitios a la vez! 




     Vemos que anden está muy alto, no hay nadie pero la cantina está abierta, entramos y tomamos un café y madre mía como huele de bien a tortilla de patatas con cebolla... Están haciendo tortillas como para una boda ¡Vamos! Que si no nos comemos una. Le preguntamos la forma de cruzar al otro lado ¡Gracias! Salimos y tomamos el andén a la izquierda siguiendo sus instrucciones.


La solitaria estación de Los Molinos-Guadarrama.
     Al final del andén hay un paso peatonal que nos permite cruzar al andén del centro por el iremos hasta el punto que enfrente hay una puerta camuflada que se abre al campo y donde empezaremos verdaderamente el camino, ¡Caramba, el tren! y como entra de rápido en la estación ¡Qué barbaridad! Bueno ya estamos en la seguridad del campo, ahora con decisión nos vamos hacia el este. Zigzagueando vamos entre jóvenes encinas  primaverales. Variamos nuestra dirección al sureste y aparece ante nosotros una maravilla, lo nunca visto, una explanada alfombrada con miles y miles flores y un mojón con una inscripción, de ella sacamos alguna palabra pero nada en claro.


Moqueta.

El mojón nuestro de cada día.
      Otro encinar joven y repentinamente aparece un firmamento, si antes decíamos miles ahora diremos un quintillón (un millón de cuatrillones) de flores. Esta es la alfombra persa de las flores, margaritas, dientes de león y muchas variedades más que ni conocemos, ¡espectacular! Nos miramos aún con la boca abierta, no salimos de nuestro asombro, de verdad inimaginable.


Flores.

Y más flores.
     A la vista de este tapiz nos preguntamos cómo llamaran aquí a la miel de mil flores, lo que sí que está claro es que las abejas tienen para dar y tomar ¡Caramba! Otro mojón similar al anterior, vamos a descubrir la piedra de Roseta. Nosotros vemos una corona, una R debajo y más abajo leemos: - BERIDO DECIDO ENOR AOD 1793 -, una vez en casa leemos sobre el tema, donde dice que en su día localizaron tres mojones con la leyenda - BEDADO DE CAZA MENOR AÑO DE 1793 - Está claro que no somos "egiptólogos", pero bueno hemos acertado alguna letra y el año que este se veía bien. Dicen de ellos que sirvieron para delimitar el coto de caza perteneciente a Carlos IV y su familia, se encontraron tres, uno se le llevaron al pueblo y los otros dos se nos han cruzado en nuestro camino y hemos tenido la suerte de verlos ¡Qué casualidad! Los dos ejemplares perdidos en el monte como nosotros. Ya lo dice el refrán: "Dios nos cría y nosotros nos juntamos".


225 años nos contemplan.
     Dejamos atrás la "pradera botánica" y entramos  de nuevo en un denso encinar, siempre de ejemplares jóvenes por el que nos despistamos y damos algún rodeo que otro. En un claro vemos en lo alto a la "Lola Flores".
"La Faraona".
     Seguimos y cuando nos vamos centrando nos topamos con un muro de piedra. Decidimos ir a la derecha, aquí nos encontramos con las vías del tren ¡cambio de rumbo! Nos vamos paralelos a las vías hacia el este, pronto nos encontramos en un fondo de saco. Las vías se pierden en un túnel rodeado de vallas. Damos media vuelta y nos decidimos por la opción de seguir pegados al muro. Vemos por un claro  que continúa montaña arriba.   Equidistantes de él y esquivando encinas, llegamos al paraje de El Montecillo, y como siempre Dios protege la ignorancia, perdido en mitad del monte vemos un hombre que está arreglando un portillo de grandes dimensiones en el muro. Nos acercamos y hablamos con él, le preguntamos cómo podríamos subir a lo que presumimos una ermita, nos dice que pasemos por el vano y nos indica un camino, se lo agradecemos y nos vamos. Cruzamos el arroyo de la Ventilla, siguiendo el camino nos lleva de nuevo hacia las vías, en realidad pasamos por encima del túnel y desde aquí comenzamos la ascensión. En una meseta nos encontramos una bonita y pequeña ermita en la que hacemos una parada para verla y beber agua.


Fachadas este y norte.

Interior de la ermita.

Oeste.

Fachada sur.
     Después de disfrutar de la ermita y su entorno, continuamos. El buen  tiempo nos acompaña, el sol tapado por las nubes nos ayuda, que falta nos hace para librar las empinadas rampas que estamos subiendo y las que nos faltan.


Una flor entre jaras florecidas, arriba, al fondo "La Faraona".
     Corre como un gamo, me lleva con la lengua fuera, menos mal que pese a ello y a la pendiente que es pronunciada tenemos  la sensación de ir por un jardín botánico que nos alegra la vista y el corazón, a esto hay que añadir que nos acompaña un buen amigo, el  tiempo. Nos vemos obligados a exponer una dispar colección de las bellas imágenes que vemos por el camino.


Tomillo borriquero con sus espigas violetas y olor inconfundibles.

Muy bonita, ???.

????.

Diminutas, delicadas y lindas, que bonitas, una pena no saber su nombre.

Bonita y desgarbada, ???.
     Tan diversas y seductoras nos traen a la mollera la pasada etapa del Arboreto y la idea no para de barrenarnos el cerebro, va a ser difícil desechar está idea.

     ¡Prosigamos! Es curioso que le llamen a el paraje por el que vamos Las Hoyas teniendo en cuenta que vamos por un lomo romo que hace el terreno sobre la ladera, este nos lleva a una explanada donde nos encontramos unas tinajas... ¡Oh tobosescas tinajas, que me habéis traído a la memoria....! - Nos llama la atención donde han ido a parar estas tinajas y otras que vemos a lo lejos, curioso lugar donde está situada la zona de descanso, tiene unas vistas preciosas, desde ella se ve por ejemplo la cruz de los caídos, pero sobre todo nos llama la atención  la Dehesa del Valle situado en la vaguada del arroyo de las Pozas, es impresionante su belleza.


Dehesa del Valle en flor y al fondo la Sierra del Castillo.

La tina y el banco que mira la cruz.
     Ya hemos descansado demasiado, continuamos con la ascensión y nos encontramos con un altar con la Virgen y el niño.


La Madonna.
    Seguimos subiendo y nos encontramos con villa Catalina, un refugio que dejamos a la izquierda en muy buenas condiciones y después de unas buenas pendientes más llegamos a nuestra primera mini-meta, ¡La Peñota!, otra Peñota que alcanza el Comando Peñota valga la reiteración. Desde aquí  las vistas son especiales sobre todo teniendo en cuenta que estamos viendo La Peñota desde La Peñota redundando de nuevo.


Entre los collados de Gibraltar y Cerromalejo la Peñota, a sus pies Los Molinos y Cercedilla visto desde La Peñota
     Hemos disfrutado de lo lindo con las vistas desde La Peñota. Ha llegado el momento de atacar la recta final y arriba vemos a la rumbosa "Lola Flores" que nos hace señas para que subamos ya, está ansiosa de saludarnos.


La "Faraona".
     ¡Vamos a por el "Mortirolo"! Subiendo nos encontramos con una pequeña meseta por donde cruza perpendicular la Vereda de Roblepoyo, una vez que la cruzamos nos vamos hacia la izquierda y haciendo un recodo del fraile atacamos la cima desde el norte, creemos que con menos pendiente, cuando llegamos a unos metros de la cima vemos que tiene su dificultad la última escalada, pero de nuevo Dios protege la ignorancia ¡asombroso! Ha pasado por aquí San Bernardo de Menthon patrón de escaladores y alpinistas con una cuadrilla y ha hecho un precioso camino que nos recuerda a caminos parecidos a los que hemos visto en algún reportaje del Tibet. Está veredita nos permite subir bastante cómodamente hasta el vértice geodésico, solo está a 1432 m. pero tenemos la sensación de estar en una cumbre y en el paraíso al mismo tiempo. El tiempo un poco fresco para ser cuarenta de mayo, pero estamos es la gloria. Por todo esto nos gustan tanto los "Montones de Trigo"... Desde la base del vértice nº 50842, con el plano encima del mismo caemos en la cuenta de nuestro gran error, no es la Lola Flores, no es "La Faraona", es el Cerro de JARAHONDA. Después de subir cantando  "Como me las maravillaría yo" y una vez que nos damos cuenta de que habíamos cambiado el nombre al cerro, nosotros y "Lola Flores" cambiamos de canción y cantamos "Ay pena penita pena". Fuera penas, estamos en un sitio fabuloso, nombres aparte, veamos nuestro entorno, vemos que por el camino que hemos subido andan dos cazadores con perros y a tiro limpio, esperemos que no lleguen aquí las postas.


A la derecha el Cerro de las Ruedas, a su izquierda la Dehesa de Cercedilla y entre nosotros y Peñota el collado de la Sanguijuela.

Vemos el embalse de Navacerrada, detrás el Cerro de las Cabezas, más allá el pantano de Santillana y al fondo recortado sobre el horizonte, precioso, nuestro Cerro de San Pedro.

Al sur el embalse de Valmayor.

A la izquierda la Machota Baja, en el centro la Machota Alta y a la derecha Abantos
     Huyendo del viento nos bajamos por el caminito "nepalí" unos metros en busca de un resguardo para dar buena cuenta de nuestros respectivos bocatas y de lo "otro", mientras que nos comíamos los emparedados, comentamos lo de los cazadores y decidimos  buscar un camino de vuelta alternativo. Dicho y hecho, recogemos y nos vamos. Bajamos al camino que ahora le cogemos con dirección este, camino bonito de suave pendiente que nos lleva hasta un cruce que tomamos al norte y aparece una auténtica autopista.  


"Vía Apia". 
     La suerte nos sigue acompañando, volvemos a cruzar la Vereda de Roblepoyo, ¿Podríamos haber bajado por ella?, ya es tarde, vamos por la dehesa de Jarahonda y por los claros a nuestra derecha vemos que discurre el arroyo de la Ventilla y al final del camino vemos unas edificaciones. Seguimos uniendo al delicioso camino la compañía de más flora llamativa.


Joven ejemplar masculino de encina saturado de amentos.

Bonitas flores con una fragancia no tan agradable.
     El jardín botánico continúa, es inagotable, seguimos con el descenso y al final de una larga recta vemos un tremendo perro. Vernos y ponerse a ladrar todo una, parece que  tiene la idea de cortarnos el paso, el hombre que susurraba a los perros ataca de nuevo, nos vamos acercando y no parece que nos vaya a dejar pasar, cuando parecía que el único remedio sería "La vara de medir", llegó la palabra mágica, mirándole a los ojos le susurramos el nombre que nos vino a la cabeza cuando le vimos ¡Roberto! Qué maravilla, acertamos de pleno, el perro se tiene que llamar Roberto obligatoriamente, una palabra y se hace amigo nuestro, cambia automáticamente el movimiento del rabo, nos deja que le acariciemos y nos acompaña el camino hasta una puerta donde no nos queda más remedio que separarnos de nuestro nuevo amigo.


Adiós Roberto.
      
     Cerramos la puerta con cuidado para que no se salga, nos despedimos ¡Adiós Roberto! y continuamos. Seguimos encontrándonos manifestaciones de la exuberancia de la naturaleza a lo largo del camino. Hemos visto muchas setas diferentes  que no conocemos. Hay un sembrado de setas a la sombra de una higuera y sus chupones de este año que están abarrotados de higos, desafortunadamente están muy verdes.



???

Ficus Carica.
     Dejamos a los higos a la espera de su maduración al mismo tiempo que se nos acerca un "Pikap Vichuvichi" por la izquierda, cuando paran a nuestro lado nos indican que estamos en una finca particular y que nos han visto que estábamos en lo alto del cerro, lo afirmamos y le comentamos como ha sido nuestra entrada en la finca, pedimos perdón y amablemente nos indican la puerta que vemos desde nos encontramos y la dirección a seguir y así lo hacemos, se van por donde han venido nunca mejor dicho. Hemos cruzado a la margen contraria del arroyo que ahora llevamos a nuestra izquierda, todo verde y con bonitos árboles, pasamos un complejo y cuando cruzamos la última puerta vemos rotulado el nombre de las instalaciones que se llama "Casa de espiritualidad Rivotorto", se usa para reuniones, encuentros, jornadas y ejercicios espirituales, mínimo grupos de quince personas, un sitio ideal en un enclave privilegiado. Bueno ya vamos más tranquilos, teníamos pensado coger un camino a la izquierda que nos llevase casi directo a la estación, ¡Pero!, seguiremos las indicaciones, sobre todo teniendo en cuenta que hemos visto varios carteles en esa dirección con la leyenda de TOROS BRAVOS. Susurramos a los perros pero no sabemos qué tal se nos dará musitar a los toros. Sin querer llegamos a la calle de la Acacia que tomamos a la izquierda hasta que nos topamos justo antes de llegar a las vías del tren una puerta, como no podía ser de otra forma cerrada, que casualidad ¿Qué hacemos? A la izquierda vemos cerca lo que suponemos sea el Centro San Juan de Dios, decidimos atajar y como no podía ser de otra manera con la exuberancia de la flora hemos topado, vamos bastante bien hasta que llegamos al terraplén que hace la calle a la que tenemos que acceder, aquí echamos de menos el no habernos traído el tajamata, pero lo desbrozamos con la "cabeza dura" y llegamos por fin al camino-calle con el bonito nombre de Cumbres del Chaparral donde nos vamos por la derecha. Llegamos a un claro donde nos damos media vuelta y vemos a "LA FARAONA", perdón, "JARAHONDA", último vistazo a nuestra visita de hoy.


La presunta Lola Flores.
     Un día estupendo disfrutando de la temperatura, fauna, flora y el sitio que es fabuloso, seguimos bajando y nos encontramos una "Majá" donde  vemos un famoso cuadro de Goya. 

"La Maja de La Majá"

     Seguimos por la misma calle-camino dejamos a la derecha el antiguo Asilo de San Rafael, un poco más y llegamos enfrente de la estación, desde aquí vemos como se abre el cielo para que unos rayos ya tardíos de sol iluminen la cumbre de Cabeza Lijar.


Ábrete Sésamo.
Más cerca.
     Después de disfrutar de ese espectáculo de magia, nos despertamos, giramos a la derecha noventa grados, bajamos unos metros y cruzamos la cancela, unos peldaños y ahí está, ¡Abracadabra!, la prueba de que estamos de vuelta.


Más magia no se puede pedir.

     Cogemos el andén central a la derecha hasta el final por donde cruzamos en paso peatonal esta vez en sentido contrario y desde aquí al coche, nos descargamos, montamos y nos vamos.


     P.D.: Un día mezcla de mágico y místico fabuloso, nos llevamos múltiples recuerdos, todos ellos bonitos, pero el pequeño detalle del caminito "Nepalí" subiendo a los cielos nos ha encantado, una pena que la fotografía nos salió más chapucera de lo normal.

      P.D.: La Idea del Arboreto y el botánico nos hierve dentro de la cabeza.





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