Vistas de página en total

martes, 11 de abril de 2017

Cabeza Renales 08-04-17



08-04-17

El INFIERNO RENALES

     Tarde, muy tarde, tardísimo, empezamos, pero bueno, ¡vamos allá!, comenzamos por elegir la Vereda Santa Quiteria para la ascensión, rápidamente llegamos a la cascada del Boquerón "Rivers", viendo fotografías publicadas estos tiempos de atrás, echamos en falta caudal, por disfrutarla más, aunque estamos en un lugar idílico de verdad.



     ¡A la vereda de nuevo!, síntomas de primavera y llegamos a la doble fuente de De Las Heras. Bebemos agua que esta rica y muy fresca, un vistazo a tres o cuatro ejemplares de pino realmente notables, se les nota la abundancia de agua. 







    
     Continuamos, ¡Que oímos!, a nuestra izquierda en el paraje de Pascual Pérez estamos oyendo otra cascada, nos cuesta verla, optamos por acercarnos a verla y ¡aquí empieza el calvario!, (muy a propósito de la semana que se nos viene encima). Nos encontramos con una barrera de maleza que nos dificulta el acercamiento, alrededor de la catarata nos encontramos, justo delante de nosotros un foso peor que el de un castillo y abajo una maraña que nos hace desistir de acercarnos más, imposible y nos hubiese gustado verla desde sus pies porque tiene una altura considerable.



     En este punto, lo peor que podíamos hacer, pensar. Ya que estamos aquí, lo tarde que hemos empezado, lo que nos ha costado llegar, suficiente, ¡cometemos el error del siglo! Decidimos lo único que no tendríamos que haber decidido, subir directamente desde aquí a la cima, ¡a por ello!, no ha pasado mucho tiempo ni pocos metros y empezamos a pensar que podíamos dar la vuelta y bajar de nuevo al camino, pero miramos en esa dirección y se nos ponen los pelos de punta, continuaremos hacia la cresta, -error-, la pronunciada pendiente nos hace muy costosa la ascensión, no en vano hemos escogido la línea de máxima pendiente de todo Cabeza Renales. Empezamos a notar los efectos del sol, parece mentira que estemos a primeros de Abril, miramos hacia arriba y las sombras son escasas. Dirección norte vemos un matorral rodeado de piedras bastante verde, allí nos dirigimos. Los berceos (Stipa gigantea) amacollados no nos permiten pisar cómodamente, más bien al contrario, sus frondosos penachos no nos dejan intuir donde está el firme, a esto le tenemos que añadir  los ¡¡¡Piorrrrnos!!! hay piornos para hacer escobas para toda la galaxia, secos, y mal educados, no se apartan ni pidiéndoselo por favor y el sol calentando. ¡Lo cerca que está el dichoso arbusto!, poco a poco nos acercamos deseando su sombra, no nos lo podemos creer, la composición entre piedras y lo que a la vista es un acebo es troncocónica de tal manera que la sombra que hace se queda en el interior de la composición. ¡Angustia! El sol plomizo, no en vano estamos subiendo por la Solana del Cerro, nos castiga. Personalmente me está afectando como en mi vida. Vemos un berrocal dirección oeste, está cerca, a unos doscientos metros, nada, pero por el camino que llevamos, ¡un infierno! Más berceos, muchos más piornos y una cosa que se nos olvidaba no por ello menos importantes, ¡LAS ZARZAS!, macabras, te abrazan cariñosamente con sus bonitas ramas y espinas, te cogen rápidamente cariño, no te dejan marchar, si no es con algún martirio, pinchazo, arañazo, o lo que es peor, se van contigo, la cabeza se me deshidrata, me hierve y ¿dónde está el aire? Lo que está claro es que estamos a sotavento, (un recuerdo de nuestro lobo de mar), aquí no hay aire. Miramos al roquedal y ¡ahí está!, pero antes un poco más de lo mismo, el ¡Averrrrrno! "In extremis" llegamos, por fin. Bebemos agua, nos tomamos las barritas energéticas, un descanso para la cabeza y al tostadero, dura inclinación, amacollas de berceo, piornos y nuestras queridas zarzas. La cabeza otra vez sufre, ya ve alucinaciones, cuando levantamos la vista, ¡un estremecimiento nos recorre el cuerpo!, justo delante de nosotros un tremendo orco, los augurios no son nada buenos.



     Nuestros presentimientos eran demasiado negativos. Se nos pasa el susto rápidamente gracias a su sombra benefactora, una sombra generosa, fresca y que nos recarga un poco de energía. Cada vez se hace más tarde. Tomamos rumbo sureste, otra vez el averno, lo que nos gusta la flora y lo que la estamos maldiciendo hoy. El sol sigue pegando duro. No habíamos caído en la cuenta pero cuando la vemos nos llevamos una alegría, "una caca di vaca", caemos en la cuenta de que en todo lo que llevamos de ascensión no hemos visto ni una, prueba de lo inhóspito del terreno, es curioso la alegría que nos da. Pronto empieza a cambiar el medio, empezamos a ver el suelo, nos dan ganas de besarle, dejamos atrás las toperas de los berceos, las rígidas ramas de piorno con sus molestas "escobas al viento" y nuestras enamoradas zarzas. Encontramos un asiento a la sombra y una brisa benefactora nos acaricia y nos refresca la cabeza, los pulmones se llenan de aire y la sangre riega de nuevo la cabeza y empieza a volver la poca cordura que nos queda, no queda más remedio que reconocer que he estado al borde del golpe de calor. Conclusión: hay que buscar una gorra de mi talla, tarea que no va a ser fácil.

     Una vez que nos encontramos mejor, un vistazo, dado el desgaste nos parece lejísimos el mojón de las Tres provincias, punto por donde tenemos que pasar de vuelta.


     ¡Vamos a situarnos! Al fondo el mojón, a nuestra izquierda la vaguada de Boquerón, esa meseta, curvas de nivel, cerro, hondonada, curvas que marcan la pendiente que se acerca a nosotros, ¡cómo es esto!, no le vemos, pero estamos a cuatrocientos metros del vértice ¡Vamos! Efectivamente, rápido le vemos estamos muy cerca, ya.



     Una vez arriba el verdadero motivo de la etapa esta más cerca, este no es otro que ver íntegramente el Campo Azálvaro. Nos dirigimos al oeste a verle, menudo patinazo, el sol le tenemos justo de frente y la bruma que lo cubre nos difumina su visión, ¡otra vez que nos quedamos con las ganas! la última vez fue culpa de la niebla repentina. Bueno a la tercera va la vencida.


    Tendremos que pensar en venir otra vez, (por el camino bueno), pero tendremos que venir de madrugada para que no nos estorbe el sol y de paso dar una vuelta por la meseta que corona la cima de Cabeza Renales. Tenemos que asomarnos por los cuatro puntos cardinales, hoy no va a poder ser por la hora y por el cansancio. ¡Nos vamos!, eso sí, por un camino mucho mejor. Se agradece el vientecillo, la pendiente es hacia abajo y lo mejor de todo desembarazados de berceos ocultistas y resbaladizos, despejados de los azotes de los piornos y lo mejor de todo no nos flagelan las zarzas, aunque nos llevamos buenos recuerdos (arañazos mil) de nuestros queridos espinos. Se nos olvidaba despedirnos de los escaramujos que había menos, pero esos no arañan, apuñalan.

      Al sol le falta poco para esconderse detrás de las murallas de Ávila, ahora no nos castiga, nos acompaña, al cementerio de bolos.


     Formando parte de este cumulo hay uno especial, grandísimo y precioso, nos encanta, es una especie de Peña la Casa. Alguien se tomó el trabajo de tapar unos huecos dejando ventanas y puerta. Algún pastor pasaría más de una noche a su amparo y en días de mal tiempo le daría cobijo. Del diseño ni hablamos, ni al mejor arquitecto se le habría ocurrido tapar un "loft" de diez metros cuadrados con una sola teja eso sí de granito con un peso aproximado de 100.000 kg., bestial y preciosa. Nos devanamos los sesos sopesando las posibles formas de la colocación de esta mole de ¡100 toneladas!, ya en su día nos preguntábamos sobre la cubierta de la Cueva del Monje de Valsain, del mismo material, pero esta es el triple de pesada que aquella, ¡maravillas de la naturaleza!, ojo, ¡las dos!.


     Teníamos en mente también tratar de buscar el yacimiento protohistórico que supuestamente se ha descubierto por la zona, pero hoy nos apremia el tiempo, continuamos y pronto llegamos a la fuente de Majada Velasco, ¡un trampal! Sigamos, estamos ya en la Solana de Varondillo y  a continuación vamos paralelos al camino de Peguerinos y nos encontramos con la luna enfrente, parece que nace del pimpollo, ¡Tan cerca y tan lejos!.

     Vecino del pimpollo "lunar", un pino con "cáncer de coguta", que la unidad de oncologia de la naturaleza le ha  tratado con "radiaciones fotónicas solares y quimiosíntesis" y le ha curado dándole una nueva vida y una belleza inusitada.




     Vamos a reanudar la marcha y girando la vista al norte, vemos el punto donde nos ha vuelto la vida. Ahora más tranquilos, más frescos, más descansados y disfrutando de la naturaleza como nos gusta, le comento a mi compinche lo canutas que las hemos pasado, una vez más. Aunque lo que está claro es que hay que ver el vaso siempre medio lleno y eso se arregla echando otro vistazo. Un poco más a la derecha y nos encontramos la depresión de Boquerón dirigiéndose a cruzar El Espinar, los pinos de los Artiñuelos a la derecha, la cuenca del Moros, al fondo la sierra del Quintanar y más al este, nuestro futuro reto, "Montón de Osos", llamándonos a gritos.


     En un santiamén nos presentamos en el "Trigüemino", salimos de la provincia de Segovia y entramos al cantón de Madrid por los Tientos, aprovechamos y visitamos la jurisdicción de Ávila y con el sello de urgencia volvemos a entrar en el término de El Espinar.


     Nos dejamos de sentimentalismos y nos lanzamos a tumba abierta con cuidado con los cascajares del principio del descenso, bajamos de nuevo por la senda de Santa Quiteria. Acompañamos al Boquerón en su descenso y nos lo agradece con su suave  y beneficioso rumor. Atenta la compañía, ¡Izquierda Arrr! No se sabe bien como hemos sido tan tontos de subir por aquí, vemos la manchita verde oscura, el famoso acebo que no ha sido capaz de regalarnos un poco de sombra.


     Lo cierto es que estamos aquí, en un periquete nos presentamos de nuevo en la doble fuente De las Heras, con su agradable agua, tan fresca, que hoy más que nunca lo disfrutamos y se lo agradecemos, ¡Vámonos que viene la noche!. Una cosa que nos resulta muy curiosa es el abultado número de pequeños arroyos que cruzamos porque salen de la seca Cabeza Renales para confluir en el Boquerón que vamos dejando atrás hasta que se queda en un susurro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario