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lunes, 16 de marzo de 2020

23-02-20 San Blas





23-02-20

Los txalapartaris

      Como no podía ser de otra manera tenemos que hacer la etapa nuestra de cada día y para ello aprovechando que estamos en la capital del mudéjar nos vamos a caminar paralelos al río Guadalaviar, tan mudéjar como la provincia y con la curiosa particularidad de que justo antes de llegar a Teruel cambia de nombre por el de Turia que pasará posteriormente por nuestro queridísima Torrebaja del Rincón de Ademuz  hasta su desembocadura en el mar Mediterráneo por Valencia.

      Para ello nos desplazamos a San Blas pueblo que se halla a unos siete km. de la capital, a nuestro paso por él nos topamos de nuevo con la ley de la casualidad universal. Diría el refrán que por San Blas lo lógico sería que viésemos una cigüeña, la realidad es otra muy diferente, no vemos ni cigüeñas blancas ni negras, al que descubrimos paseando por la acera es a un primo nuestro. Paramos para saludarle, charlamos, él también es andarín, nos comenta sobre el trayecto que haremos hoy, nos despedimos y nos vamos al comienzo de la etapa. 

     Antes de cruzar el puente sobre el río, nos vamos por la derecha y pronto llegamos a una explanada donde aparcamos, cogemos los cachivaches y arrancamos. Vamos paralelos a una acequia y pronto llegamos al punto en el cual toma el agua que regara  entre otras el área de Guea, cruzamos el dique por un puente metálico de tramer.


Azud.

      Nos viene a la cabeza el azud del acueducto de Segovia, como no puede ser de otra manera teniendo en cuenta que fue el primero que viéramos, es llamativa la diferencia entre las dos construcciones con fines similares y entornos tan distintos.

      Subimos por la margen izquierda y hemos cruzado a la derecha. Ahora que vamos por un camino tendido, por la sombra, con una temperatura ideal, arrullados por el murmullo del río nos disponemos a disfrutar de la etapa. Nos llega el chismorreo de un salto de agua

´Gradas.
.
     Subimos y nos asomamos al Mirador del Pozo, un vistazo rápido, la maleza nos dificulta su visión. Continuamos y llegamos a la estación de aforo nº 8096, la curiosidad nos lleva a dar un vistazo a sus estadísticas, los últimos años que vienen reflejados 2015-16 dan unas cifras raquíticas, la media de todos los meses fue de menos de un metro cubico/segundo.


      Calculemos el caudal en el día de hoy. Siendo Q el caudal, V la velocidad y S la sección y sabiendo que Q = V •S y con las medida de la velocidad estimada y la superficie del rectángulo del paso del río por la estación veamos el caudal actual, Q = 0,70 m/s • (1 m • 0,35 m) = 0,245 m3/s aproximadamente.


     La curiosidad nos lleva a sumergirnos en este "charco" porque nos ha surgido una polémica, ¿Que río baja con más caudal, el Guadalaviar o el río Moros? No hemos tenido que subir a la estación de aforo de la Panera a medir, como no podía ser de otra forma cada cuenca tiene registrados sus respectivos aforos desde bastantes años atrás y efectivamente el Moros baja con más caudal. Además nos encontramos con infinidad de datos curiosos como por ejemplo que de los últimos años, el año 1989 tuvo una media altísima en el Moros, también vemos el aforo de casi 25 m/3/segundo en un momento puntual del Guadalaviar cantidad ingente para pasar por estas estrechuras.


Estación de aforo en el Guadalaviar.



Q= V · S

      Vamos dejando las Matemáticas atrás para volver a empaparnos de naturaleza y pronto lo conseguimos. Nos encontramos con una estrecha garganta, que podemos atravesar gracias a un pasillo aéreo y metálico, en el centro  descubrimos una primitiva construcción de una pequeña represa realizada al tiempo de la constitución de la ciudad de Teruel. Los interrogantes se nos acumulan, primero la utilidad, que suponemos que sería para el riego, pero lo realmente difícil de entender es cómo fue posible su construcción con la falta de medios y su situación ¡Asombroso!


El Arquillo.

      Posteriormente vemos una fotografía del año 1995 en la que se ven claramente cuatro cosas: primero que el muro por abajo tiene un arco; segundo que ese año fue tremendamente seco; tercero que el balcón es posterior a ese año y cuarto que por ese ojo "subacuatico" es por donde pasa el agua y nos desmonta lo que a la vista nos parecía un milagro, no se veía ni cómo ni por donde pasaba el agua.

      Una vez cruzado el estrechamiento bajamos a una "senda botánica", al rosario de chopos que buscan ansiosamente la luz del sol que les oculta la tremenda altura del desfiladero y que flanquean al rió en ambas márgenes. Hay que sumarle sabinas, sargas, bardagueras, espinos expertos  en infringir dolor, etc., pero hay una poco conocida por nosotros que forma composiciones espectaculares y con el bonito nombre de plantas rupícolas (capaces de vivir sobre las rocas).


Hierba de la Lucia.
     
      Su visión es cautivadora y antes de que se nos pase la impresión nos encontramos un nuevo ejemplo, este acompañado de lo que creíamos una naturaleza muerta y que posteriormente nos dejó con la duda.


¿Que bebe?




¿Muerta o medio muerta?



      Cambiamos de margen y un cartel con el curioso epígrafe de Cueva de la Murciágana nos hace asomarnos pensando encontrarnos una subespecie de murciélago murciano. No entendemos que uso se le habrá dado antiguamente pero se ve claramente que ha tenido una utilidad porque al fondo se ve un "Jergón" de obra, estrado, etc.









     Continuamos y vamos viendo murciáganos por todos los rincones. De repente desaparecen ante la vista de un paredón estratificado perfectamente en líneas rectas paralelas y cuarteadas, parecen colocadas por un "reponedor del super" ... Suponemos que se le podría denominar el catón de la mineralogía. Nos imaginamos al geólogo con la varita dando la clase y explicando las diferentes eras, periodos, épocas, tiempos y los diferentes materiales, aunque en este caso se ve bastante homogeneidad en sus componentes, cruzamos una nueva "txaparta" dando otro pequeño concierto, al tiempo que cambiamos de "acera".


Estratos cortados con el bisturí y el tiralíneas.

      Atraviesan los "txalapartaris" el río para seguir ahora disfrutando de la grandeza del cañón, al tiempo que vemos de nuevo una nueva "txalaparta" al fondo, cuando llegamos a ella aprovechamos para dar otro pequeño recital y cambiamos de nuevo de margen.


Imponente.

      Cada vez que cruzamos el río tenemos una sesión que nos ameniza aún más el trayecto, de esta manera cuando nos queremos dar cuenta vemos al fondo del desfiladero la pantalla del pantano.

Cañón de agua.

      Hemos llegado a los pies del dique desde donde subiremos una tremenda escalera de peldaños de desiguales huellas y contrahuellas por la que llegamos a la pasarela de la pantalla. Estamos solo unos sesenta metros más altos pero nos ha entrado un hambre como si hubiésemos subido un ocho mil.

Pantalla.

      Para nuestra sorpresa, descubrimos un tranquilo merendero con mesas y bancos que nos viene de perillas para nuestra siguiente misión que no es otra que matar la carpanta. Estamos relativamente cerca de Torrebaja y se nos vienen a la cabeza sus famosas gachas de panizo ¡Que ricas! Y ¡Cuánto tiempo sin comerlas! Como no pueden ser las gachas nos comeremos el bocata y lo "otro"  sin porrón. 

     Una vez saciados y como estamos a la sombra de una pinada, entramos en un estado letárgico. Realmente el sitio es encantador, la visión del agua, el trinar de los pájaros, la calma y la buena temperatura nos lleva a la gloria. Después de un rato no nos queda más  remedio que estirar las piernas. Nos asomamos al pantano cosa que siempre es agradable, miramos en la dirección que trae el río y recordamos el día que conocimos el pueblo fundado por mi tatarabuelo, Gea de Albarracin (broma de mi padre) Hicimos una visita al ayuntamiento y posteriormente mant
uvimos un agradable charla con un profundo conocedor de la historia del pueblo que nos explicó que el nombre viene desde que en el siglo XI estuviese la zona dominada por un clan bereber llamado Aben Razin ( al-banu-racin pueblo de los hijos de Razin), precioso nombre. Lo que no nos acabó de explicar fue de donde salía el Gea. Por nuestra parte seguiremos en la creencia de lo que suponemos era una broma de mi padre y lo achacaremos a que fue nuestro tatarabuelo el que le añadió el Gea. Lo mejor de aquella charla fue que nos recomendó visitar el pueblo de Albarracín del que desconocíamos su existencia, pueblo bello donde los haya, verlo y disfrutar de él todo fue uno ¡Un flechazo! Inolvidable y que ojala podamos volver a disfrutarlo. Aunque nos hayamos a quince kilómetros dirección sureste hemos tenido viaje en el espacio y en el tiempo, una bonita experiencia, regresamos al lado del "mar del Arquillo de San Blas" y a la realidad.



Sosiego.

    Vamos a ver si al tiempo que bajamos la escalera también gastamos las proteínas turolenses y lo "otro". Llegamos abajo sanos y salvos para desandar nuestros pasos y nos encontramos con uno de los múltiples carteles que le indican al caminante que hay que tener cuidado con las posibles riadas, viendo el caudal actual da la sensación de riachuelo pero ya hemos visto muchas riadas y nos vienen a la cabeza los veinticinco m/3 segundo que se dieron en su día y no le deseamos que a nadie le pillara andando por este cañón.


Hacer caso.

     Recorremos un tramo de la senda franqueada por esbeltos chopos engalanados algunos con túnicas de hiedra, incrustado entre los paredones resultantes de miles de años de constante erosión que con el paso del tiempo y los efectos de la naturaleza a día de hoy se hayan cubiertos por verdes y frescos jardines verticales.



Pasillo encantado.


    Le hemos visto varias veces sin hacerle mucho caso y en un momento de lucidez le leemos con más atención, miramos hacia a las alturas y descubrimos que deberíamos de respetarle. No nos avisa de algo blando como el agua, de lo que nos avisa es de los posibles desprendimientos de piedras, que fijándose un poco, es fácil darse cuenta que podría ser fácilmente y muy gordas. Vemos infinidad de pedruscos situados muchos metros por encima de nuestras cabeza s en claro equilibrio cósmico, únicamente haría falta que se posase sobre las piedras una mariposa para provocar una avalancha ¡Mil ojos y suerte!







     Cruzamos de nuevo otra "txalaparta" en la que como en todas las anteriores damos otro pequeño concierto.
"Txalaparta"
      Después de cruzar de nuevo el río nos subimos a una nueva pasarela que discurre por otro precioso desfiladero, este es el más estrecho de todo el recorrido, alcanzamos una vereda que nos acerca a una escalera dividida en varios tramos que nos llevará al punto desde el cual descenderemos suavemente hacía la meta.

"Pasarela Cibeles"



Escaleras al cielo, al fondo, arriba, podemos apreciar la barandilla.


      Cómodamente vamos terminando la etapa como tañería en su guitarra Paco de Lucia, "entre dos aguas", a la izquierda las aguas de la acequia que fluyen suaves y armoniosas y por la derecha, más rotundas las aguas del río. Estamos encantados de terminar una etapa tan bonita como la de hoy acompañados todo el rato por este río con el nombre que tanto nos gusta Guadalaviar (del bereber  wadi al-abyad, que quiere decir río blanco) con él llegamos a la meta y después de una etapa tan geológica, musical e hidrográfica tan mudéjar los txalapartaris se van a por el “Pucherico” prometido.

      



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