30-09-18
El que la sigue la consigue
No cabe duda de que la constancia da sus frutos como comprobaremos en la "etapita" de hoy, para ello nos vamos hasta la fuente de Peña Morena donde aparcamos y nos aprovisionamos, iniciamos el camino subiendo dirección al Ingeniero al que llegamos rápidamente y nos vamos al oeste para encontrarnos con dos grandes berrocales, una pareja de enormes y preciosas obras de arte, que admiramos desde el primer día que nos le enseñara Fernando. A nuestra derecha "el autor" ha querido representar como se ve claramente a la gran rana que soporta en sus espaldas un gigantesco macho, o por lo menos nos lo parece, también puede que estemos un poco influenciados por nuestras inspecciones a los diferentes refugios de anfibios que hemos visitado últimamente. Mirando a la pareja fijamente casi hasta los oímos su croar entrecortado. Vamos a dejar a la pareja a lo que quieran que "estén jugando" y nos damos media vuelta para darles la espalda. Giramos 180º y nos encontramos con la maravilla de las maravillas, podemos decir sin complejos que de esta pareja sí que estamos enamorados, llevamos tantos años prendados de los emparejados, que cuanto más los miramos más nos gustan y admiramos. Hablamos "del pino y la bestia", si alabamos la constancia del título "del cuentecito", en la imagen que observamos en este momento vemos el tesón que en este caso es superlativo, no solo por el tiempo, que ha sido mucho, que también, si no por el dolor que tiene que estar sufriendo el pobre pino. A este le viene al pelo la famosa frase que dice, "le ha tocado la china", afortunadamente no ha sido en el ojo. Sencillamente asombroso, medio siglo o puede que un siglo empujando a su compañera, nos morimos por saber el desenlace de esta pareja.
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La cópula. |
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"La constancia". |
Las dos leyendas anteriores empiezan por "co" y aunque tienen poco que ver una con la otra está bien añadir la segunda a la primera lo más posible. Bueno, vámonos que acabamos de empezar y tenemos un claro propósito. Para ello seguimos por el camino que acabamos de coger y que no abandonamos hasta lo que nosotros denominamos "el recodo del burro viejo" por el que nos dirigimos hacia el sur, hoy curiosamente en vez de seguir el camino del mismo nombre que el recodo, vamos a subir de frente por un arrastradero de pendiente pronunciada que le seguimos hasta que se suaviza la inclinación momento que aprovechamos para desviarnos a la derecha para encontrarnos con la fuente de Los Arteseros. La vemos bastante bien de salud, vierte un chorrito generoso dadas las fechas, probamos su agua que está rica y fresca.
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Fuente de Los Arteseros. |
Dejamos a nuestra espalda la fuente y volvemos a tomar la dirección sur. Llegamos a una explanada donde nos ponemos a "localizar exteriores" por si nos atacan los "Bankerofagos" de nuevo, se nos alegra la vista y el corazón viendo que todavía quedan posibilidades, vemos un tipi indio al que han dejado solo el esqueleto de palos, se pueden buscar unas lonas que hagan las veces de las pieles de bisonte que lo cubrían y que se han llevado. También vemos el chozo de Los Arteseros semi camuflado y que curiosamente tiene el techo bastante bien, gracias a su último morador, aunque posteriormente se ha usado por más personas, entre ellos los componentes del grupo de scout del Clan Korrel que tienen una placa colgada en la puerta y que le denominan erróneamente con el nombre del chozo Madrid.
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Chozo de Los Arteseros. |
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La bonita placa que se halla en la puerta. |
Después de ver que el interior está en buenas condiciones dentro de lo que cabe nos vamos. A partir de este momento seguimos las indicaciones de los "Supercicutas", nos vamos hacia el oeste hasta que llegamos al camino por el que hemos bajado las cuatro veces anteriores que buscamos la fuente. Apoyados en los consejos recibidos, subimos al punto del bonito camino al que hemos llegado en otras ocasiones, ya sea cuando venimos desde el mojón de Los Arteseros o de Los Poyales. Aquí reflexionamos unos minutos y caemos en la cuenta, subimos unos metros y ¡por fin! ¡La fuente del Pino! ¡El que la sigue la consigue! ¡A la última va la vencida!, está claro que "con la ayuda de un gorrino mi padre mató a un vecino" ¡Aleluya! Que poco hace falta para ser feliz, la hemos buscado con tanto ahínco, que encontrarla nos ha hecho muy dichosos, por otro lado no nos queda más remedio que felicitar (claro sarcasmo) al delineante del instituto geográfico y catastral que la tiene situada equivocadamente más de un kilómetro al suroeste. Una vez en la fuente catamos su agua y no sabemos si será por lo que nos ha costado encontrarla pero solo podemos decir que está deliciosa, riquísima.
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La buscada fuente de El Pino con su flequillo de helechos. |
Ahora, ya tranquilamente, bajamos al camino recién abandonado y nos disponemos a seguirle para disfrutar de él y saber definitivamente su destino que desconocemos aún. Nada más empezar el camino... ¡otro premio!
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Níscalo a la vista. |
Disfrutando del nuevo tramo del sendero llegamos a un cruce con un camino no muy usado, nos caben dos posibilidades bajar de nuevo rumbo al chozo o en sentido contrario que es por el que optamos y pronto nos vemos recompensados con otro "premio"
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Delicias de boletus. |
Pezqueñines no gracias, lo sabemos y por ello nos sentimos mal por coger un ejemplar tan pequeño, en nuestra defensa diremos que después de más de dos años sin coger ninguno, su simple visión nos nubló la sensatez, también diremos que posteriormente nos supo riquísimo sobre todo teniendo en cuenta como decíamos que hace dos años que no los probamos. Andamos unos metros, vemos la línea divisoria con Peguerinos, pero ¿que oyen nuestros oídos? A unos treinta metros al oeste percibimos un ruido sospechoso, como nosotros Morrosko también lo ha sentido, se dirige al lugar del que proviene la bulla y en cuanto llega se monta el follón, nos dirigimos raudos y ¡Sorpresa! ¿A quién nos encontramos?, ni más ni menos que a la ovejita Churrusquita, la de la lana más blanquita, que se come los pastos más verdecitos y bebe el agua más fresquita, ¿qué pinta aquí?, Nos acercamos a ella y pronto nos damos cuenta de que está en un aprieto, vemos como tiene enlazada una mano con una pata y al mismo tiempo la cuerda se ha enganchado a un tronco dejando completamente inmovilizada a la pobrecita Churrusquita, cortamos la cuerda y la liberamos.
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Churrusquita. |
Sin saber lo que hacer y ante lo anómalo de la situación optamos por darle libertad a la oveja que por cierto estaba rolliza, no nos imaginábamos al pastor con sus ovejas ramoneando por estos lares.
Cruzamos la "frontera" y vamos por terrenos inexplorados por nosotros, zona preciosa, que nos hace disfrutar y que en un claro nos enseña una vista desconocida de "Las Cuevas Valientes", precioso mirador que nos permite observar el peñón en el que se sitúa la cueva, la cima. A la derecha vemos parte del descenso de la carrera de las tres cumbres que marcamos este verano y por debajo presumimos que corre el Gargantilla ¡Preciosa postal!
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La múltiples cuevas valientes. |
Seguimos mirando de reojo al este pero no podemos desestimar el resto porque cuando menos te lo esperas te encuentras un auténtico ejemplar de "Picozapato", pájaro nunca visto por estos lares teniendo en cuenta que su hábitat habitual está en África, precioso ejemplar de una edad respetable.
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Bonito tocón. |
Seguimos disfrutando y ya del tirón nos vamos a la fuente de Bellver donde damos cuenta de unas "barritas energéticas". Con las pilas cargadas nos lanzamos a tumba abierta por la vaguada del Gargantilla que baja muy escaso de agua, dejamos a la derecha el camino que lleva a la otra fuente de Bellver y continuamos hasta el punto en el que nos sentimos vigilados, ¿será la vieja al visillo cotilleándonos? No, mirando de reojo vemos quién nos observa, es el "tocón que todo lo ve".
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El doble ojo de la naturaleza. |
Nos despedimos del tocón que no "nos quita ojo" y en otro claro se nos presentan "Los Pasapanes", "Montón de Osos" y al fondo la Pinareja (asignatura pendiente para el Comando Peñota), todos ellos tocados con unos preciosos cúmulos que los embellecen más si cabe.
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Elegantes. |
Seguimos hasta llegar de nuevo al Ingeniero que cogemos a la izquierda, nos encontramos unos helechos incrustados en la grieta de un peñasco, les preguntamos qué hacen ahí y "nos responden que lo único que saben es que los han puesto hay unos melones".
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Contra natura. |
Seguimos un pequeño tramo por el Ingeniero hasta que nos desviamos a la derecha y llegamos rápidamente al coche que está aparcado cerca de la fuente de Peña Morena y adiós.
P.D.: Damos las gracias a Javi por las muchas veces que nos ha dado indicaciones y a Nacho por el track que han conseguido llevarnos de la mano hasta la fuente que teníamos tantas ganas de encontrar.
A los que no tenemos que dar las gracias es a los delineantes del Instituto Geográfico, está claro que sitúan las fuentes a ojo de buen tonelero.
¡A la última va la vencida!
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