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sábado, 23 de diciembre de 2017

8-12-17 Pantano de Valmayor



8-12-17


Diremos sucio

     Hoy nos vamos para dejar atrás el frio, contamos con tres posibles etapas diferentes, elegiremos cuando salgamos del "reino de Narnia" y veamos la climatología, estamos bajando el puerto y vemos que a derecha e izquierda está muy oscuro, por el centro se ve algún claro ¡Decidido! Nos vamos a darnos un baño al pantano de Valmayor. 
     
     De camino pasamos por Galapagar, estaremos atentos por si vemos a nuestro primo y benefactor, no le hemos visto, dejamos atrás el pueblo y vamos camino al Escorial, antes de coger el puente que cruza el pantano tomamos una carretera que sale a la derecha dirección al antiguo asentamiento de Navalquejigo, hoy en día está abandonado, pero con una historia apasionante, empezando porque sus primeros moradores fueron segovianos que vinieron en el siglo XI siguiendo la Cañada.

     En la primera rotonda nos salimos por la izquierda y aparcamos en un área de estacionamiento. Mirando el mapa nos llevamos una sorpresa, sin saberlo hemos aparcado en la cañada Real Segoviana ¡Qué casualidad! Buen augurio, al mismo tiempo vemos que siguiendo esta cañada dirección sur aproximadamente a la altura del puente que cruza el pantano, ósea en medio del embalse enlazaba con la cañada real del Camino de Madrid ¡Es apasionante el mundo de los mapas! Se ve claramente que no se han respetado ni cañadas, ni cordeles, ni coladas, ni caminos que han sido fagocitados por urbanizaciones y por el mismo embalse. ¡Cómo ha cambiado la vida! Desde aquí vemos una urbanización que se llama las Zorreras, que curiosamente la conocí con cuatro chalets, no vamos a contarlos, que podríamos hacerlo sobre plano, pero a ojo habrá mil en números redondos.

     ¡A lo nuestro! Nos equipamos y arrancamos. Nada más empezar curiosidad al canto, vemos un cartel que nos deja patidifusos. Nos avisa que nos libremos de invadir el pantano con el mejillón cebra, repetimos ¡Cómo ha cambiado la vida! Tanto tiempo soñando con los productos que se extraen de las mejilloneras de las rías gallegas, que están ricos hechos de cualquier forma, incluso crudos con unas gotas de limón y de los tigres que decir, que nos encantan. Pues no, ahora tenemos que tener cuidado de no invadir de mejillones cebras el pantano. Viendo las recomendaciones del cartel, le obedecemos, miramos los bajos del coche, las suelas de los zapatos, las puntas de los palos, creemos que no traemos mejillones cebra. Parece mentira que un pequeño molusco bivalvo esté invadiendo algunos ríos españoles como el Júcar y el Ebro por el que ha subido llegando hasta la provincia de burgos y que cabe la posibilidad de que llegue a un pantano que está en el centro de España situado a quinientos km. de cualquier mar.

Dreissena polymorfha.
     Dejamos atrás el dichoso cartel, damos unos pocos pasos y otro cartel nos levanta el ánimo, nos indica la variedad de aves que habitan este entorno, entre ellas vemos alguna especie que suponemos que también podrían llegar a ser invasoras, no estamos seguros pero las gaviotas no nos gustan mucho y seguramente que acabaran multiplicándose hasta que sobren y lo peor ¡Quien se come eso!

Aves del pantano.
     Entramos en el área vallado del embalse, no nos sorprende lo vacío que está dadas las circunstancias, hecho este que aprovechamos para "andar por las aguas" como Jesús en el lago Tiberiades. Llegamos casi al centro desde donde vemos la escasez de agua, el exceso de "celulosa" y los efluvios. De frente vemos asomar sobre el agua una construcción que está a la altura del antiguo cruce de cañadas y el puente de la carretera de Galapagar a El Escorial y viceversa, a nuestra izquierda vemos la desembocadura del arroyo de la Cañada.


¿Podría ser un campanario?
     Vamos a verlo. Un rápido vistazo nos hace decidirnos ir por nuestra derecha aguas arriba, aunque en realidad no corre el agua, vamos por lo que podría llamarse "playa" de Valmayor.
 Reconocemos las emanaciones, nos da la sensación de que vayamos por otro planeta, al fondo descubrimos una pantalla de otro embalse.

Pantalla del embalse de los Arroyos.

     Aunque parece que el cauce está completamente seco, tiene un fondo de "chapapote" que no nos permite cruzar,  inesperadamente vemos "un puente" y a él nos dirigimos. Cruzamos a la margen contraria por el puente que usaban los antiguos pastores del extinto Navalquejigo tiempo atrás y que estos días se ha quedado al descubierto, hoy nos hace el servicio a nosotros.

Puente de dos OJOS.
        Ahora por la margen derecha seguimos pisando la "dermis" de celulosa camino del puente de la M-505. Entramos en modo ornitólogos, no sabemos si será la hora del baño o de la comida, es lo que sospechamos que hacen los cormoranes cuando se zambullen en picado y casi hasta nos preocupan del tiempo que aguantan bajo el agua. Vemos dos colonias de somormujos una un poco lejos en la margen contraria y otra que nos queda más cerca, tratamos de acercarnos un poco para una posible foto, no puede ser, huyen. También vemos algunas gaviotas, pájaros de mal agüero, son necesarias pero no nos gustan. Llegamos bajo el puente, una pena, lo que creíamos campanario, solo es un ventanuco bajo uno de los hastiales de un chabolo.


Presunto campanario.
     Nos vamos de este pantano que en su día se dijo que estaba plagado de cocodrilos, no hay ni uno o por lo menos no los hemos visto, también nos vamos con otra pena por no encontrarnos con el presunto campanario gótico que creíamos. Nos alejamos del pantano, del feo aroma y de la epidermis de celulosa. Se podía aprovechar lo bajo que está el nivel del agua y limpiarlo que falta le hace.


     Según nos alejamos vemos una "exposición" de grafitis pintados en los pilares del puente, un sitio idóneo para ello, hay muchos garabatos y algunos realmente bonitos.

El Cabolo.


Nos encanta.

Embarazada de Alien.
     Nos alejamos más y encontramos cobijo bajo una acogedora encina. Su tremenda copa de veinte metros de diámetro (medidos grosso modo) es una carpa perfecta e idónea para comernos el bocata, vemos con alegría que aún quedan algunos frutos en la encina, por eso hoy tenemos de menú paleta de cerdo "con bellotas". Si, si decimos bien, primero nos comemos el "bocata di paleta di porco" y después nos comemos unas riquísimas  bellotas, hacía muchos años que no las comíamos y estas son auténticas bellotas pata negra.

Quercus Ilex.


Su fruto.
     Abandonamos el abrigo de la carrasca y nos vamos por una vereda alejada del embalse,
incluso con el pantano a rebosar el sendero que llevamos iría por fuera. Vamos camino del Prado de las Eras, ante nosotros vemos ese tierno fenómeno óptico-meteorológico tan bonito que es el arco iris, le vemos que no sale de una olla de monedas de oro, en realidad, lo vemos claramente que nace de una encina de oro de dieciocho quilates y hacía ella vamos. Ha desaparecido, no conseguimos verla.

Arco iris

     Nos tenemos que ir, contrariados por el fiasco, seguimos el camino y en una charca divisamos una pareja de ánades reales, una hembra y un macho, es muy curioso el bonito colorido del macho en comparación con el monótono marrón de la hembra. Nos vamos directos a la pantalla del embalse de los Arroyos, cuando subimos a la pasarela de la represa mirando al norte, vemos otro mundo, está lleno y completamente rodeado de flora otoñal, bosque de ribera, espadañas, juncos, etc..., se ve claramente las confluencias de los arroyos Ladrón y Charcón, un paraje muy bonito.

Abantos oculto tras la niebla.


Al fondo las Zorreras.
     Claramente nos encontramos entre el Yin y el Yang, la oscuridad y la luz, a un lado agua en abundancia, al contrario, el agostamiento y el terreno cuarteado por la sequía.


Aguas abajo.

Pantalla del embalse del Arroyo con su "escalera de incendios".
     Antes de continuar nos tomamos un café en un "chiringuito de alto copete", el café muy rico, acompañado de un bomboncito de chocolate negro que nos encantó, eso sí, dos euros el cafetito, de fondo se oye suavemente música soul, que te hace cómplice y te eleva el alma.

     Bajamos el alma de las nubes y tomamos el camino de vuelta ¡Bien! Tenemos un golpe de suerte, creíamos que tendríamos que volver por el camino que va pegado al pantano pero no, antes de llegar a él sale un camino que nos lleva por un joven carrascal. Vamos disfrutando mucho de la senda que es muy bonita, llegamos a las espaldas del colegio Gredos San Diego y poco después vamos poco a poco girando a la izquierda y cuando nos queremos dar cuenta, salimos de nuevo a la Cañada Real Segoviana a la altura del cartel ornitológico. Vemos con agrado que hemos disfrutado de la visión de varias de las especies representadas en él. Tomamos a la izquierda y pronto llegamos al "carrimoto". Se remata nuestra suerte cuando nos sentamos en el coche, cerramos las puertas y se pone a llover, bonito ver llover sobre todo estando a cubierto.

     P. D.: No hemos reflejado con contundencia los efluvios, el "chapapote" y la celulosa por decirlo delicadamente, porque lo que creemos que lo que llamamos celulosa son cientos de kilómetros de papel higiénico recogido durante muchos años. Por este motivo, hoy por primera vez y creo que única lo hemos visto, porque no volveremos a venir, la sensación vivida no es muy agradable que digamos. No habíamos visto nunca un pantano tan maltratado por los hombres, no sabemos qué gente viene normalmente por aquí, pero lo que está claro es que son poco cuidadosos y muy marranos.
     
     Nos preguntamos qué sería de Valmayor si no hubiesen ejecutado la colosal obra del trasvase del pantano de San Juan a Valmayor que tuvimos la suerte de descubrir casi en su total magnitud el memorable día de la etapa de La Almenara, obra asombrosa. 

     Faltaba la aventura del "abuelo Cebolleta", corría el año de mil novecientos setenta y cuatro, cuando nos dirigíamos con Salvador desde Valdemorillo a replantear la vía de servicio de las Matas a las Rozas, pasábamos por delante de las obras de la pantalla de Valmayor. Estas obras se terminaron en el año de mil novecientos setenta y seis, motivo por el cual no fue posible que lo inaugurase el dueño de la Casa del Pico de Paco, famoso por esos menesteres y posteriormente conocido como Paco el Rana. El paso de los años, la climatología y el aumento demográfico le ha dado la razón.
     





   

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