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jueves, 5 de septiembre de 2024

11ª de La Vía Verde Capitulo 1º Nava --> Coca


 24-02-24

11ª de La Vía Verde  

Capitulo 1º Nava --> Coca       

En la etapa anterior, hablando con un vecino del pueblo que nos encontramos paseando, nos sacó de nuestro error: no se dice NAVAS de la Asunción, se dice NAVA de la Asunción. Por nuestra parte le comentábamos que vecinos nuestros eran los pueblos de las Navas de San Antonio, Navas de Río Frío y las Navas del Marqués; por ese motivo pensábamos equivocadamente que se decía Navas de la Asunción.

Vamos por la carretera SG-342 que va de Nieva a NAVAS de Oro, pasando por NAVA de la Asunción que es el punto de partida de la etapa de hoy. Antes de entrar nos queda claro que nuestro interlocutor de marras sabía de lo que hablaba a la vista del cartel que nos recibe en la antesala del pueblo, al tiempo que nos ilustra de su patrimonio y nos añade el dato que también desconocíamos: que en él nació el poeta Jaime Gil de Biedma.                                   



Aparcamos y nos damos un pequeño paseo antes de acercarnos a la plaza de la iglesia. Vemos la curiosa utilidad que le han dado a una, ya, de las semi desaparecidas cabinas de teléfonos: la han reciclado convirtiéndola en una "bibliocabina", bonito y provechoso detalle.
 

Bonito y buen detalle.                    

En la plaza Mayor vemos la imponente iglesia con su bonito pórtico románico; la gran mayoría del resto está realizado con el conocido por aquí como "Aparejo Pinariego" formado por paneles recercados con ladrillo, no es el caso del artístico cimborrio octogonal que está elaborado únicamente con ladrillo.


Iglesia de la Asunción

En la robusta fachada oeste resalta la torre románica recrecida posteriormente con un poli campanario rematado con un reloj que a simple vista "no parece románico".


Hace siglos sería el rascacielos de Nava

Comenzamos la etapa callejeando; vemos el colorido cole acordonado por plataneros podados negligentemente con esos troncos y esas ramas "musculosas" que parecen recién salidos del gimnasio. Son los malotes del pueblo.


"El cachas"          

Antes de salir del pueblo pasamos por la estilizada ermita del siglo XVI del santo Cristo de la Expiración, con su espadaña del siglo XVIII y una gran restauración que tuvo lugar en el año 1968, que explica su perfecto estado.


Laboriosa fachada de ladrillo

Llegamos a la Vía y tomamos rumbo noroeste. Nada más comenzar tenemos un "deja vu", a la izquierda nos encontramos con la "chimenea de la Estación de El Espinar". Pronto se nos pasa el espejismo, le falta el relieve que nos indica su año de ejecución 1901; lo que no le falta son las cigüeñas.


La fotocopia

Al igual que viéramos en la etapa anterior, también están plantando arbolitos en ambos lados en el tramo que se haya expuesto a los vientos, con el añadido de las obras de arte rural.


El búho de levante

Y los búhos de la umbría y de poniente.

Cuando dejamos de prestar atención al arte rural y ampliamos el campo de visión, se nos aparece delante otra interminable recta segoviana; afortunadamente no hace viento.

Hasta el infinito y más allá

Antes de abandonar la meseta nos encontramos con la laguna de los tres chopos, producto de las últimas aguas caídas. Esta zona absorbe muy despacio el agua; se forman infinidad de charcas, algunas muy grandes, pero ninguna como ésta ¡es preciosa! Está situada en el paraje denominado con el contundente topónimo de Los Bodonazos y que le viene como anillo al dedo a este último tramo por algunas charcas que acabamos de pasar.

Preciosa la balsa

Atravesamos la Cañada Real Leonesa Oriental que cruza perpendicularmente la Vía Verde; a partir de aquí nos vemos envueltos de nuevo por esa fragancia que ya nos resulta familiar y apreciada, inmersos en la Tierra de Pinares escoltados por miles de pinos resineros… Continuamos la larga recta hasta llegar al kilómetro 117,700 donde cruzamos por debajo de la línea del AVE en el paraje de San Benito. Desde aquí continuamos paralelos a las vías hasta el antiguo puente que utilizaba la línea férrea Segovia Medina que cruza el río Voltoya que nace en nuestro término municipal. Recientemente ha sufrido una gran transformación para convertirlo en una pasarela para el uso de los viandantes de la Vía Verde. Nos asomamos para ver el discurrir del río 28 metros más abajo.

Está como nuevo

Una vez pasado el puente y a unos pocos metros a la izquierda de la Vía nos encontramos con el refugio del Batan; desde su puerta observamos dos estructuras de diferentes técnicas.

A la diestra vemos una estructura de hormigón de 176 metros de longitud y 48 de altura, construido recientemente, hecho para el uso y servicio de la línea del AVE en el tramo que va de Segovia y Valladolid. Como diría el abuelo Félix, como ha cambiado la vida y las vías, había una cosa que nos llamaba la atención poderosamente, pero después de ver fotografías de la ejecución del puente, nos ha quedado claro que posteriormente tuvieron la delicadeza de arreglar el cauce del río y repoblar sus márgenes.


Puente nuevo de hormigón

A la siniestra tenemos el renovado puente con ciento dos años de edad, aunque no lo parezca, que sin moverse del sitio ha formado indirectamente parte de la historia de todos los pueblos por los que circulaba la línea de Segovia a Medina, beneficiosa mientras funcionó y claramente desfavorable cuando cesó su servicio, dejando a todos ellos "mutilados" al amputarles las prestaciones del transporte de viajeros y utensilios. Hace unos pocos años se le renovó para darle su uso actual; una vez pasado por las manos de los "cirujanos plásticos" le han dejado precioso flanqueado por pinos, alguno centenario como el puente.


Puente centenario de hierro

¡Y llegó la hora feliz! ¡La hora del bocata! Entramos a nuestro comedor del día de hoy, el refugio del Batan, que afortunadamente unos voluntarios le han reformado recientemente. Claramente le haría falta una pequeña limpieza, pero tiene sus bancos y el terreno no da la sensación de correr peligro de incendio, con lo cual podríamos hacernos una barbacoa.

El refugio

 Con los huecos rellenos retomamos un camino arenoso que transcurre por el paraje de Los Aguatochos que nos deposita frente al monumento al resinero ubicado en el cruce de carreteras que está en el sitio del Pago del Convento.

El resinero "inoxidable"

Ya nos vamos por la SG-V-3431 al Puente Chico, que por sus bajos deja pasar las tranquilas aguas de los últimos metros de la placentera vida del Voltoya antes de depositarlas en el Eresma a los pies del Domus de los Cinco Caños (Excavaciones romanas de los siglos I-II D.C.).

No tiene prisa, sabe que le falta poco para acabar su breve "vida"

Pues eso.

Después de una pequeña subida, nos encontramos un cartel que nos indica que hemos llegado a la histórica villa de Coca.

Monumental y poliglota villa de Coca

Muchos y buenos recuerdos tenemos de Coca, villa con miles de años de historia.

Llegamos a las puertas del IES Cauca Romana (historia compartida). En su fachada vemos dos placas conmemorativas; la primera es en agradecimiento a Goscinny, creador de los tebeos de Axterix y Obélix, que, en su capítulo titulado Axterix en Hispania (publicado en el año 1969), relata que los galos visitaron la villa de Coca. Sabida es la afición de sus personajes a mitigar su apetito a base de jabalíes; imaginamos que a su paso por Coca descubriría el cochinillo asado por "Candidum Mesonerum" y desde ese día el precio del cochinillo se puso por las nubes.

Agradecimiento a Goscinny


El segundo reconocimiento es para el supremo hacedor de las letras, DON MIGUEL DE CERVANTES, que además de su famosísimo texto en el que cuenta las andanzas de Don Quijote y Sancho escribió unas novelas ejemplares, entre las cuales está la titulada El Licenciado Vidriera (una joya), escrita en el año 1613 y en la que se elogiaban los ridcos vinos de la zona de Coca. No queremos ser mal pensados, pero, ¿podría ser este uno de los motivos del asentamiento de los romanos en Cauca?


Agradecimiento a Cervantes

Cruzamos el arco que da paso a la plaza con el mismo nombre; en ella descubrimos un busto de Teodosio I, nacido en Coca y que posteriormente sería el último emperador del imperio romano antes de asistir a su división. Se le conoció como Teodosio el Grande. Detallar toda su historia necesitaría de varios volúmenes, pero un dato significativo fue el impulso que dio al cristianismo dentro del imperio, motivo este por el cual se enfrentó al arrianismo y convivió con el paganismo, lo que le permitió ser emperador durante dieciocho años. 

Estamos leyendo sobre el emperador caucense cuando se nos muestran datos que no podemos obviar. Entre otros muchos vemos que el busto es obra del escultor Santiago de Santiago. En 1971 se inauguró una fuente situada en la plaza de la iglesia en la que se situó el busto, todo ello donado por el Mesonero Mayor de Castilla Cándido López, nacido 1556 años más tarde que Teodosio el Grande, también en Coca.



En la plaza mayor vemos la imponente iglesia gótica de María la Mayor; su cuerpo central de una altura imponente es íntegramente de ladrillo; únicamente los refuerzos están hechos con piedra caliza. Es bella, magnífica.

Santa María.

En la trasera que da a la calle Hontanilla, vemos adosada la no menos impresionante torre campanario, también realizada con ladrillo y para añadirla más altura, a principios del siglo XX la coronaron con una cúpula octogonal con cuatro relojes mirando a los cuatro puntos cardinales…

Imponente


También en la plaza Mayor vemos el edificio de la Villa y Tierra de Coca, realizado a principios del siglo pasado. Los excesos económicos que se hicieron por esas fechas nos hacen pensar que corrían buenos tiempos en lo que a economía se refiere.

Preciosa fachada.

Antes de acabar el día nos acercamos a los jardines situados en la calle Canonjía (nos encanta el nombre) allí disfrutamos de la Torre mudéjar de San Nicolás, reliquia de la que otrora fuese iglesia del mismo nombre y que curiosamente perdura lo que parecería más frágil, su preciosa torre. 

Esbelta a sus ochocientos años.


Aquí hacemos una pausa hasta mañana. Nos vamos con nuestros anfitriones que nos tienen preparada una sorpresa culinaria, dicen.



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